Sandra Barneda: «Como ciudad inquieta, Madrid inspira más a vivir que a escribir»
COLONOS
Ama el Madrid de la calle, el que acoge, el que está, a su parecer, en el esfuerzo perpetuo de mejorarse
Joaquín Reyes: «En La Mancha, Madrid está siempre en tu horizonte, como el lugar para prosperar»
![La presentadora Sandra Barneda en el plató](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/08/07/barnedaa_20230807174305-R4TQENWoO1sr0x0BlGlT0jL-1200x840@abc.jpg)
Sandra Barneda tiene voz de convicción, cálida, sí, pero rotunda a la vez. Por eso, ni en el cuestionario ni en la entrevista titubea. Se instaló en Madrid en 1996, cuando la capital aún tenía ese gris moral en las calles, pero también ... ese espíritu de libertad que la periodista catalana pondera siempre que puede.
Ha vivido los acontecimientos que han marcado el presente de la actualidad. Unos más trágicos, como el 11-M, y otros más curiosos, como cuando la Baronesa Thyssen se encadenó a los árboles del paseo del Prado para evitar su derribo. O incluso esa imagen casi cinematográfica de ver la Torre Windsor ardiendo como un coloso en llamas.
Es amiga y amante del Madrid más tradicional, el de aquellas cafeterías con su jerga. O el de aquellos bares donde, de repente, podría saltar el duende que diría Federico García Lorca y podía aparecer Martirio cantando. En el fondo, Sandra Barneda ama el Madrid de la calle. El que da compañía al recién llegado, una cualidad que nunca ha de perderse.
—Su antecesor en estas páginas también es de Barcelona. Yo más que casualidad lo llamaría el embrujo de la capital...
—Lo que sí te puedo decir de Madrid es que me encanta ese espíritu de hermandad, de llegar a a un bar y escuchar al camarero usar esa jerga tan particular. Una «mediana», una «pistola», ese «chavala» tan castizo. Eso no pasa en otras ciudades.
—Los bares suelen ser la quintaesencia madrileña. Sin dejar la hostelería, cuénteme alguna anécdota barista por esta ciudad.
—Pues de repente que te encuentras a Martirio en un bar pequeñito, cantando. Y es que en realidad hay arte en cada esquina. No sé. Es esa sensación de salir a pasear y no saber qué te vas a encontrar por la calle. Eso es algo que define también a Madrid. Hay tantas sorpresas, tanta variedad, que hay que decirle a Madrid que pare un poco. En el buen sentido.
—La esencia de la ciudad es...
—Pues que hay un espíritu de vivir en la calle, vivir la calle. Y que los que vivimos en Madrid no miramos hacia adentro nunca.
—Ha sido breve, le pido algún piropo más a esta ciudad. Hay tiempo.
—Mira, te voy a decir algo muy ñoño. Madrid te quiere, no te expulsa. Eso es muy bonito. Y muy de agradecer. A mí me acogió y me quiso. Acoge sin conocer, y esa manera de entender las relaciones en la ciudad no se puede perder por nada del mundo. En Madrid es imposible que pases sola la Navidad.
—Se dice que las grandes urbes andan sin identidad, similares unas a otras. ¿Pasa esto en 'los madriles'?
—Es una gran capital, pero con alma. Cuida mucho sus edificios, su historia.
—Pero puede ser que ese respeto a su identidad y a su propia historia le haga correr el riesgo de quedar fosilizada. Ya ha ocurrido en otras ciudades ¿Qué me dice? ¿Se puede convertir la ciudad en un barco varado?
—No, todo lo contrario. Madrid se mira en el espejo para mejorar. Para mejorar la vida del ciudadano y del visitante.
—Ahora es el turno de los peros que, aunque le fascine Madrid, los tendrá...
—Pues como ahora Madrid está muy arriba, hay que evitar el decir que se ha llegado al tope. Pienso que hay que apostar más por lo verde.
—Son muchos años ya aquí. Le habrá cambiado la mirada, supongo.
—Al principio, la sensación era de que no era una ciudad moderna. Yo venía del cosmopolitismo de Barcelona y lo que veía era una ciudad, con perdón, muy castellana. No se tenía en cuenta el diseño, ni los escaparates. Y fíjate ahora, que Madrid es la ciudad donde todos quieren venir. He visto el proyecto de Chamartín, y ya Madrid no quiere parar de mejorar. Es una urbe inquieta, en movimiento. Madrid siempre ha sido libre, y es desde la libertad donde surgen las mejores cosas.
—Por su faceta de escritora, quiero que me valore si Madrid es literaria.
—Madrid, más que a escribir, lo que inspira es a vivir. En eso es literaria. Como buena ciudad inquieta y cosmopolita genera historias. El espíritu de la Movida está vivo.
—Sin movernos de la literatura, ¿Madrid está bien escrita?
—Sí, cada calle de Madrid tiene una novela Desde 'Luces de Bohemia' de Valle Inclán a la ciudad de Almudena Grandes o de Andrés Trapiello. Madrid está llena de letras, y eso hay que protegerlo.
—¿Qué acontecimiento o acontecimientos le han impactado más?
—Acontecimientos y personas me han influido mucho por mi trabajo. El 'No a la tala' de la Baronesa Thyssen me pareció un momentazo. Los atentados del 11-M también me impactaron, yo vivía muy cerca de Atocha. Siempre iba a la misma cafetería, y ese día y los siguientes me sorprendía el silencio. Y que la gente lloraba y se abrazaba aunque no se conociera. Vi también arder la Torre Windsor y viví la legalización del matrimonio igualitario.
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—En confianza, ¿cuál es su rincón de Madrid?
—Un restaurante, 'Il tavolo verde', cerca del Retiro. Es un sitio muy orgánico que además de servir comidas es un anticuario. Me recuerda mucho a París.
—Para concluir, y sin ningún ánimo de necrofilia, ¿de Madrid al cielo?
—Resulta que yo, por mi propia personalidad, soy muy nómada. Me dejo guiar siempre por mi corazón, por los deseos.
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