Salva Reina: «Un malagueño es de los que mejor sabe aprovechar una ciudad como Madrid»
COLONOS
Aún no ha perdido la sensación de recién llegado, y aprovecha lo que la capital le ofrece en toda su variedad
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Hay actores que encarnan, fuera de las máscaras del arte dramático, a una ciudad. O a una forma de entender una ciudad. Salva Reina es la quintaesencia del malagueño, real y soñador, abierto, simpático y respetuoso. Muchos son sus trabajos reconocidos por el ... gran público. En la pequeña pantalla marcó huella como Ozé, el celador de esa clínica sevillana, que era una metáfora de España, en la serie 'Allí abajo'. Un elemento, este del humor regional, que en el centro de España daría para una tesis que Salva Reina resuelve con diplomacia: «Al final lo que la gente quiere es reírse».
Aunque en su currículo hay mucho más; como en los cómicos de antaño que diría Fernán Gómez. Ha trabajado a las órdenes de Alberto Fernández en esa película que fue un hito respecto a lo que España podía hacer en el 'noir', 'La isla mínima'. También cambió de registro en 'Malaka', interpretando a un lacónico y complejo investigador andaluz. Es en la variedad de registros donde se muestra la valía de este actor, formado en su tierra, al que el entrevistador recuerda vagamente de los partidos de fútbol sala, los miércoles, en el colegio de los Jesuitas.
Se ha dicho que su 'malagueñismo' es contagioso, pero él no es amigo de fronteras ni de actitudes chovinistas. Aunque sabe que un malagueño, por propia idiosincrasia, sí que puede ser de los seres que mejor atrapen la variedad que ofrece la ciudad. Llegó en 2017 y está, como quien dice, de visita. Le honra.
Luego está su Madrid, que es de zonas verdes. Como el verde del parque de san Isidro, donde pasea y encuentra la paz. Más allá, transmite calma, la misma con la que dejó el mar. Al contrario que a Rafael Alberti, a él no le ha supuesto ningún trauma. En la conversación está siempre pendiente la Alta Velocidad, la que en menos de tres horas le deja en su domicilio. Su filosofía de Madrid, la que deja entrever, es la de estar de alguna manera como de paso, por esa querencia suya de no aferrarse a las fronteras. En ese no lugar del tren es donde, durante un tiempo, tuvo casi una residencia. Desayunaba en Málaga, participaba en un casting en la capital, y volvía a Málaga para comer. En Madrid ha encontrado un grupo de amigos que le hacen estar como en casa. De momento, se queda en la capital, pendulando al sur, como el propio tren.
—Disculpe el atrevimiento, pero es usted, y lo digo con conocimiento de causa, el malagueño más malagueño que conozco.
—Qué maravilla eso que me dices. Y eso que soy de Canarias, pero considero a Málaga mi tierra, yo soy del Perchel y mi familia de Pizarra. No soy una persona chovinista, que crea en las fronteras, pero me gusta mi ciudad y mi forma es bastante de ser bastante malagueña.
—Decían, cuando me preparaban para la Corte, que un madrileño en Madrid vale doble.
—Bueno, yo creo que los malagueños somos gente fácil de convivir, de estar, y como Madrid es una ciudad con tanta vida, un malagueño quizá sea de los que mejor sepa aprovecharla.
—¿En qué consiste ese aprovechamiento?
—En intentar sacar lo máximo posible de la ciudad. Aunque en mi mente sigo de visita.
—Yo le nombro la estación de Atocha, y usted me responde...
—Pues te digo que es casi mi segunda casa. Atocha y María Zambrano (la estación de Málaga) son los lugares donde Google cree que vivo.
—Hay un momento, aunque en usted pueda estar más disuelto, en que todo 'colono' se sabe ya en Madrid...
—Antes me resistía a venirme, a buscar un piso, a asentarme. Podía desayunar en Málaga y hacer un casting y comer en Málaga. O venirme tres días. La cosa es que empiezo a trabajar en 'Sabuesos', una serie donde soy el protagonista, y en ese medio año se unieron los astros y decidimos ya asentarnos en la capital.
—En su imaginario malagueño y actoral, ¿qué era Madrid?
—Era donde estaba la industria audiovisual más potente. Me decía: «Ojalá ir un día a Madrid a trabajar». Proyectos más grandes. Ir a Madrid no era un objetivo, pero sí como un sueño.
—El humor de 'ahí abajo', pero en Madrid, ¿se entiende bien?
—Al final, la gente lo que quiere es reírse. Yo intento huir de las etiquetas. Conozco gente del sur con 'mu mala pipa', y del norte muy graciosa. El sentido del humor es internacional, siempre nos salva.
—¿Esta ciudad le ha cambiado en torno a la forma de abrirse a nuevos proyectos?
—Madrid no, quizá la edad. Desde La Cochera Cabaret, en Málaga, tenemos productora, La Cochera, y, fíjate, acabamos de terminar el tercer largometraje.
—¿Cada cuánto intenta ir a Málaga?
—'To lo que puedo' (ríe). Aunque no lo tenga como norma ni me obsesione. Sí me escapo una o dos veces al mes. Y ya cuando llega el buen tiempo, los amigos me mandan fotos de los chiringuitos. Intento seguir las noticias de lo que pasa en mi ciudad.
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—¿De aquí a diez años se ve en Madrid?
—De aquí a media hora me voy, en cuanto termine la entrevista (vuelve a reír). En realidad soy una persona que no se pone metas muy largas. No sé qué voy a comer hoy, y eso que es la una... Prefiero vivir el momento, el día a día. Una de las claves de la felicidad es no tener miedo a los cambios.
—¿Hay en Madrid algún sitio que le recuerde al Perchel, a Málaga?
—Ningún sitio me recuerda al Perchel, ni ningún sitio me recuerda a Málaga. Cada lugar tiene su forma, su manera, y lo importante es saber sentirlo. En Madrid me siento como en el Perchel cuando estoy rodeado de amigos.
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