Rocío Monasterio entrega su acta de diputada entre críticas a Abascal y a Vox por la falta de democracia interna
Reacciona así horas después de que la dirección nacional la descabalgara como líder en Madrid
Fúster nombra a Isabel Pérez Moñino como relevo de Monasterio en la Asamblea
La destitución fulminante de Rocío Monasterio como presidenta de Vox en Madrid tuvo ayer una consecuencia igual de tajante, con su renuncia al acta de diputada y por tanto al puesto de portavoz en la Asamblea de Madrid. Monasterio se marcha de la ... política entre críticas y reproches a Santiago Abascal y a Ignacio Garriga por la falta de «democracia interna» en el partido y con un lamento por la falta de «solvencia» que, a su juicio hay en Vox en estos momentos.
La renuncia de Monasterio sorprendió a muchos de los diputados de Vox en el Parlamento regional, que ignoraban por completo no solo las intenciones de la dirección nacional, sino también la decisión que había tomado su portavoz después. Tampoco en la sede nacional de Vox tenían información ayer a primera hora de la mañana del movimiento que la que fue una de sus fundadoras más conocidas estaba a punto de dar.
Monasterio llegó a la sesión de control como cada jueves en la Asamblea. Mientras el nuevo presidente de Vox en Madrid, José Antonio Fúster, se dejaba fotografiar en los pasillos de la Cámara, ella ultimaba la declaración que leería poco después. En el Pleno, formuló su última pregunta a Isabel Díaz Ayuso, en un tono mucho más suave y conciliador que en todas las ocasiones anteriores. Que la portavoz de Vox estaba afectada era evidente y se confirmó apenas una hora después, cuando compareció ante los medios de comunicación.
Ahí, en solitario y con un papel en la mano para leer exactamente la declaración que quería hacer, explicó que el secretario general del partido, a instancias del presidente, le había comunicado su destitución. Dejó hueco para la ironía y se refirió al error de su partido en el Congreso, al votar la ley que beneficia a los presos de ETA, sin que se haya tomado ninguna medida: «Igual yo era la directora del grupo jurídico del Congreso y no me había enterado».
Antes de anunciar su renuncia, lanzó varios dardos envenenados a la dirección nacional de su partido. Recordó que «el de Vox Madrid era el único comité ejecutivo provincial que quedaba en España votado y elegido por todos sus afiliados». «Nos habían votado todos los afiliados. Por cierto, estos afiliados componen el grupo más numeroso de todo Vox».
Sin mencionar por su nombre ni una sola vez al nuevo presidente de Vox en Madrid, José Antonio Fúster, comentó que «el secretario general y el presidente tienen la potestad de nombrar a dedo al siguiente comité ejecutivo de Vox Madrid, cuya renovación toca en el mes de noviembre, gracias a las sucesivas enmiendas que se han ido presentando a nuestros estatutos y que ya dejan en el olvido esa democracia interna de los partidos que al principio habíamos venido todos a defender».
Monasterio explicó que se marchaba a la vista de que hoy no es «la persona de confianza del secretario general y tampoco del presidente». «Me parece lógico y honesto también entregar mi acta de diputada».
Otro dardo más, dirigido, quizás, a sus ya exjefes: «La política ha sido para mí siempre un acto de servicio a España y a los españoles, que he afrontado como un sacrificio para intentar aportar algo a la sociedad, y no como un puestecito del que vivir eternamente». Monasterio vuelve a la actividad privada, como arquitecto, «con la satisfacción de haber contribuido a los avances del partido desde su fundación, cuando las cosas eran difíciles, cuando el espíritu de todos era limpio y cuando el partido destacaba por la solvencia de muchos de sus miembros».
Silencio en Bambú
Acabada su declaración sin dejar opción a ninguna pregunta, Monasterio fue directamente al registro de la Asamblea para renunciar a su acta acompañada por cuatro miembros de su grupo parlamentario, entre los que no estaba Fúster. Apenas un par de horas después, el presidente de Vox en Madrid anunció el nombre de su sucesora como portavoz parlamentaria: Isabel Pérez Toriño, de la máxima confianza de la dirección nacional.
En Bambú, mientras, evitaban dar muchos detalles de la decisión, que había provocado un incendio que no esperaban. O que al menos no les había sido anunciado. A primera hora del día, Abascal había restado importancia a la destitución de Monasterio en una entrevista radiofónica, desconocedor aún de que ella tenía previsto renunciar a todos sus puestos y no guardarse ninguna crítica en su despedida. «En Madrid lo que se hace es que Rocío va a seguir centrándose en el trabajo en la Asamblea y José Antonio Fuster, que es nuestro portavoz nacional, va a dar un nuevo impulso a la organización territorial», dijo el líder de Vox sin saber que esas palabras quedarían viejas menos de dos horas después. Abascal trató de enmarcar en la «normalidad» el relevo y acusó a los demás de generar revuelo con cualquier movimiento en Vox. Aunque quien se dedicara a desmentir poco después que el mar está en calma fuera la propia Monasterio. «No había dicho con antelación que iba a dejar el acta», se limitaban a señalar desde el círculo más cercano a Abascal.
Él mismo fue preguntado ya a mediodía –una vez consumada la espantada– en los pasillos del Congreso. «Me parece muy bien, está en su derecho. Vox confiaba en ella como portavoz parlamentaria, tenía un compromiso con los ciudadanos y ella ha decidido no seguir adelante», dijo sin esconder su malestar. Más allá de esto, en Vox se limitaron a «dar las gracias y desear buena suerte» a la que ha sido una de sus caras más conocidas desde su fundación. Abascal no quiso ahondar tampoco en las críticas de Monasterio, aunque sí dejó ver que no las había hecho mientras seguía con puestos de responsabilidad. «Está en su derecho, son críticas y pullas nuevas».
El recuerdo de Olona
Al margen de esto, ayer solo se oyó la voz de Javier Ortega Smith, aunque fuera para decir poco. «Está en su derecho», se limitó a responder sobre la decisión de Monasterio. Él mismo es otro de los pioneros del partido que ha ido perdiendo relevancia en el organigrama interno, sobre todo después de la salida de Macarena Olona con un portazo que todo Vox espera que no se repita ahora. Olona dejó el partido con un comunicado aparentemente amistoso –foto de abrazo con Abascal incluída– pero pronto empezaron unos reproches que acabaron con su enfrentamiento frontal con quienes habían sido sus compañeros.
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ContinuarVox quiere ahora pasar cuanto antes esta página y recuperar fuerza aprovechando la ausencia de convocatorias electorales este año. Su misión es coger de nuevo el músculo perdido en Madrid y relanzar el discurso político, dañado la última semana como consecuencia del error en la reforma que beneficia a presos de ETA.