Hazte premium Hazte premium

Rituales satánicos en el viejo monasterio de la 'rave' mortal de Getafe

La última misa negra se celebró con velas, rosas y una mano de atrezo desfigurada

En 2011, dos jóvenes murieron después de consumir estramonio en una fiesta ilegal

En el altar de la ermita aún se pueden ver los elementos del último rito (parte de ellos en el círculo) JAIME GARCÍA
Aitor Santos Moya

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los elementos que 'adornan' el altar de la vieja capilla no están colocados al azar: sobre la mesa, una mano de atrezo al estilo 'The Walking Dead', un ramillete de rosas rojas detrás, un gancho pintado de sangre a un costado y velas, muchas velas por toda la mesa. En espray negro sobre fondo blanco, la palabra «blood» asoma debajo del último rito. Y arriba, en lo alto del vasto techo, un pentagrama invertido completa a grandes trazas la escena. Por friki que parezca, las misas negras (rituales de culto a Satanás) hace años que se vienen sucediendo en un enclave, el antiguo monasterio trapense de la Aldehuela, marcado por el riesgo, el abandono y la tragedia.

El 21 de agosto de 2011, dos jóvenes de 18 años perdían la vida después de consumir un brebaje de estramonio (una planta alucinógena conocida como el 'veneno de la bruja'), en una de las infinitas 'raves' que allí se celebraban. Sin datos móviles ni reseñas destacadas en internet, los asistentes a estas fiestas ilegales dibujaron un circuito de rincones recónditos en el que la 'rave del Monasterio' siempre tuvo un lugar destacado. Hasta aquella fatídica fecha.

Doce años después, pocas cosas han cambiado en el viejo convento, cuyo punto de partida no está del todo claro. Según el Grupo de Investigadores del Parque Lineal del Manzanares, fue en el año 1889 cuando se estableció en la Aldehuela la orden de Trapa; una estancia que se alargaría hasta 1927. Tras ello, el espacio pasó a manos particulares transformándose en una imponente casa de labranzas, donde los campesinos aprovecharon las infraestructuras levantadas por las sucesivas órdenes religiosas para trabajar las tierras y residir al mismo tiempo con sus familias.

En espray negro sobre fondo blanco, la palabra 'blood' y el año, 2022, en el altar de los rituales JAIME GARCÍA

Los recuerdos de Noelia se difuminan a medida que retrocede en el tiempo. A sus 36 años, esta vecina de Perales del Río, el barrio de Getafe al que pertenece la finca, rememora los relatos de su padre, un niño que en la década de los 50 estudiaba en las aulas del claustro colindantes a la ermita. «Mis abuelos vivían en las casas que hay a la entrada del camino (también en ruinas) y vivían, al igual que el resto, del ganado y la agricultura», explica, acompañada por primera vez de Jesús, su pareja.

El padre de Noelia, recientemente fallecido, era un enamorado del lugar; un hombre que siempre regresaba con su hija («y con la persona que entrara en la familia») para explicar los entresijos de la Aldehuela, hoy en ruinas y con riesgo de desprendimientos, pero aún rodeada de estancias sorprendentemente bien conservadas. Las bodegas, 'amuebladas' con una hilera de grandes tinajas de barro, son el mejor ejemplo de ello. Solo un par de tinas presentan roturas, aunque todas están pintarrajeadas por la acción de los grafiteros, a imagen y semejanza del resto del complejo.

El otro edificio 'en pie' es la citada ermita, pintada también a golpe de espray y con varias alusiones al mundo satánico. Con la espadaña y la cruz en perfecto estado, dos pintadas («Gracias Satán» y «Satán», con la t invertida, junto a otro pentagrama) reciben a los osados visitantes. Y en el arco central, emerge una inquietante inscripción similar a un salmo bíblico: «He amado la hermosura de tu casa y el lugar donde reside tu gloria». Las referencias a este tipo de prácticas son notorias, lo que deja a un lado el resto de actividades que allí se realizan.

La fachada de la ermita está decorada por pintadas y símbolos satánicos JAIME GARCÍA

A los numerosos botes de pintura repartidos por todos los puntos se suman restos de comida, latas de cerveza, cristales de bebidas alcohólicas, cajetillas de tabaco, ropa llena de polvo y hasta una manta de plástico isotérmica (con una cara aluminizada y la otra dorada), utilizada normalmente por los servicios de emergencias. Por si fuera poco, un camping gas libre de toda suciedad demuestra que alguien, al menos en los últimos tiempos, ha cocinado en el interior de las bodegas.

La producción de vino era otra de las marcas del pequeño centro agropecuario, levantado por los monjes jerónimos muchos años antes del mencionado desembarco de los trapenses. Tras el estallido de la Guerra Civil, el convento recién abandonado fue tomado por el ejército republicano, en el marco de la batalla del Jarama; recuperando de nuevo su ocupación primigenia al término del conflicto. Sin embargo, el paso de las décadas fue menguando el número de habitantes de la Aldehuela hasta que a finales de los 70 quedó totalmente despoblada.

«Yo nací en el 86 y aquí ya no quedaba nadie», sostiene la propia Noelia, consciente de que hasta los primeros años de los 2000 este era un punto de obligada visita. «Aquí venían bastantes paseantes y cuando no estaba prohibido las familias hacían barbacoas», añade la mujer, después de una década sin pisar las excesivas ruinas. De titularidad privada, lo cierto es que la seguridad para acceder a las mismas brilla por su ausencia. Este periódico se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Getafe para conocer la situación actual del inmueble sin obtener respuesta al cierre de esta edición.

Tinajas de barro en las bodegas del complejo de la Aldehuela JAIME GARCÍA

En 2009, el pleno de este ayuntamiento solicitó a la Comunidad de Madrid la expropiación de los terrenos, al ubicarse estos en el Parque Regional del Sureste. La propuesta, impulsada por IU (para crear un centro de interpretación histórica y medioambiental) y aprobada con los votos de PSOE y PP, nunca obtuvo respuesta por parte del Gobierno regional, liderado entonces por Esperanza Aguirre. El fallecimiento de los dos jóvenes en el verano de 2011 derivó en una nueva moción para recuperar el recinto.

Años antes, los propietarios habían buscado alternativas de uso que fueron denegadas por estar, precisamente, en el parque regional del Sureste, donde solo se permiten proyectos con fines culturales y de esparcimiento. El conjunto arquitectónico tampoco fue incluido en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), encargado de regular, entre otros aspectos, las futuras actuaciones sobre el territorio. Más allá de trámites y peticiones, el cóctel de música y drogas en un paraje alejado de miradas indiscretas estaba servido: decenas de 'raves' se sucedieron hasta las trágicas muertes. Los altavoces ya no suenan, pero las velas, flores y resto de parafernalia alimentan su ya de por sí aciaga leyenda negra.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación