Ricky Merino '(Operación Triunfo'): «Es muy necesario que alguien que quiera dedicarse al arte viva en Madrid»
COLONOS
En verano, en las cercanías del pantano de San Juan, cree estar entre los pinos y las cigarras de Andrach
Ana Fernández: «Tener a Lorca en la plaza de Santa Ana es algo que engrandece Madrid»
La fama cuesta. Pero llegar a la excelencia más. Ricky Merino es uno de esos raros ejemplos de constancia, desde casi su nacimiento en Palma de Mallorca el primero de septiembre del 86. Representa a esos creadores que supieron desde los años más ... tiernos que Madrid debía ser su puerto de amarre. Tiene Merino una larga carrera discográfica, televisiva, y el privilegio de haber pisado las tablas de la Gran Vía en no pocos musicales.
También de conocer dos formatos complementarios por los que el artista contemporáneo tiene que transitar si quiere estar en el meollo: 'Operación Triunfo' y 'Tu cara me suena'. Pero es que Merino compone discos, recorre las calles, se entrega lo mismo como actor, como director de cortos, que en los bises.
Ya Madrid le empapa cada verso y cada nota desde que en 2018 se instaló definitivamente. Su última obra, 'Dopamina', es un ramillete sentimental del Madrid que ha elegido como opción moral en el sacrificio por el arte.
—Se ha dicho por ahí, y supongo que será verdad, que el subsuelo de la ciudad de Nueva York está compuesto principalmente por basalto. Es la razón de la energía de aquella ciudad. Usted ha titulado su último trabajo como dopamina, que es la hormona de la felicidad, del bienestar. Ahora bien, ¿los que carecemos de dopamina podemos encontrarla en Madrid?
—Hombre, es que Madrid es la capital de la dopamina (Ríe). Es una ciudad que da bienestar, que presenta una oferta de actividades para que la gente segregue esa hormona. Yo lo consigo consumiendo la oferta cultural que me brinda Madrid. Aquí un cine, allí un teatro. Ahí está mi fuente de dopamina.
—Analizando el 'Proust', me he dado cuenta que pasó la pandemia en Madrid. ¿Cómo vivió esa trágica rareza?
—Era muy fuerte ir a la Gran Vía, con los pequeños paseos que se nos permitían, y ver todos los cines cerrados, las cartelerías apagadas. Uff. Me pareció tristísimo. Era la estampa de que lo que vivíamos era real, que estábamos paralizados. Me impresionó mucho.
—La Gran Vía ha recobrado por ventura su tráfago habitual. Le pregunto si la Gran Vía supone para usted algún tipo de fetiche.
—Yo siempre he soñado con vivir en la Gran Vía, en un ático. Que es una cosa que me dicen que es el sueño del típico provinciano que no conoce el ruido, el caos. Pero es que es nuestro Broadway, claro que sí.
—La Gran Vía es NYC, que decía Ehremburg. Pero aquí no hay Atlántico, ni Hudson, ni bahías donde sentarse a lo Ottis Reding.
—A mí sí que se me hace rara la falta del mar. En Mallorca, y a mí, que me gusta conducir, vayas por donde vayas encuentras el mar. Y aquí, por mucho que conduzca no alcanzo la orilla.
—Eso de que le gusta conducir parece, si no lo es, un anuncio de automóviles. ¿Por Madrid, dónde maneja usted su auto?
—He descubierto un sitio espectacular en la sierra, ya en la provincia de Segovia. Es el paraje de la Boca del Asno. Suelo ir allí con mi perro. De verdad que ese lugar me fascina. Es otro mundo. Y te diré algo, hay un punto de la sierra de Madrid que me recuerda a Mallorca.
—¿Cuál?
—La zona que baja al pantano de San Juan, con sus pinos, sus cigarras cantando. Se me asemeja mucho a Andrach. Tengo un amigo que vive allí y siento que estoy como en mi casa. Si fuera rico, allí que me iba.
—Soñar es gratis. Usted ha transitado por el musical, por el teatro, por la composición. Nada de las artes escénicas le es ajeno. ¿Madrid facilita la creación? Dicho de otro modo, ¿cómo el callejero de Madrid influye en lo que hace creativamente?
—Madrid facilita la creación. No solo por las oportunidades, también por lo inspirador que resulta todo. Parecerá una obviedad, pero es muy necesario que alguien que se quiera dedicar al entretenimiento y al arte viva en Madrid.
—Ponga un ejemplo de lo inspirador...
—Por ejemplo, mi disco está conformado por las vivencias de los últimos años. Las que cuento y las que forman parte del disco están relacionadas de forma indisoluble con Madrid. Desde enamorarme de mi pareja actual con la que tengo una canción en el disco, a la desesperanza con un fado. Como toda mi vida está ocurriendo ahora en Madrid, me inspira, y mucho, todo lo que da de sí esta ciudad.
—¿Hay un Ricky Merino después de que la ciudad entrara en él?
—Sí. Mi relación con Madrid se basa en dos etapas. Una cuando acabé la carrera y me vine a intentarlo, a hacer castings, y fue tan duro que me tuve que volver a Mallorca. La segunda etapa sí que significó un antes y un después en mi vida. Aquí sí que ya vi Madrid como mi casa. Y la clave está en que me empadroné. Perdí el descuento de los viajes insulares. Pero sabía que tenía que vivir en Madrid.
—Vivir en Madrid, me supongo que debe llevar parejo un anecdotario, alguna particularidad que quiera revelar...
—Pues mira, yo siempre he estado obsesionado con esta ciudad. Aquí vivían mis tíos, y recuerdo la obsesión que te digo por el Parque de Atracciones en concreto. Dice mi madre que yo le pedía vivir insistentemente en una caravana en el aparcamiento del Parque de Atracciones.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete