Rafael Amargo la emprendió a puñetazos y mordiscos con la Policía para tratar de impedir su detención
El bailaor fue arrestado el jueves en Alicante. Este sábado pasa a disposición judicial acusado de nuevo de traficar con drogas
Los chats de WhatsApp que acorralan a Rafael Amargo: «Nico, querido, ya tienes esto aquí. No tardes, que el chaval quiere llevarse su dinero»
A puñetazos limpios y hasta a mordiscos. Así fue cómo Rafael Amargo reaccionó a su detención, la noche de este jueves, tal y como adelantó ABC, acusado de nuevo de traficar con drogas desde su casa de la calle del Espíritu Santo, en el céntrico barrio de Malasaña, en Madrid. Culminaba así una investigación, bautizada como operación Córax 2, que tristemente es la continuación de la que le llevará en junio al banquillo de los acusados y que, además, pone la puntilla a una carrera que ha pasado del olimpo de los escenarios mundiales a la degradación del lumpen de esquina barata. De nuevo, Jesús Rafael García Hernández, de 48 años, está investigado por tráfico de drogas y, tras su actuación contra los policías que viajaron de Madrid a Alicante para engrilletarle cuando iba a actuar, poco antes de las once de la noche, también de atentado a agentes de la autoridad. Uno de ellos está pendiente de evaluación, sobre todo por las dentelladas que recibió del artista y heridas en las piernas.
Rafael Amargo, que en alguna ocasión ha dejado caer que es descendiente de Federico García Lorca por línea paterna, ya ni siquiera reside en el bajo de Malasaña. En las actuaciones policiales se refleja que el piso era de alquiler (aunque él siempre ha mantenido que es de su propiedad) y que a primeros de octubre pasado él y su esposa actual, Luciana, se vieron obligados a irse de allí por impagos de alquiler. Se mudaron forzosamente al hotel el día 7 de ese mes al hotel TSH de Madrid; de allí se fueron el 18 de octubre a un piso turístico de alquiler en la calle del Príncipe, muy cerca de la plaza de Santa Ana; y el 23, a otro de similares características en la calle de las Infantas, en el barrio de Chueca. Luego, marcharon a Alicante, donde actuaba cada semana. Llegó a decir que se había mudado allí «para un proyecto de salud mental». Ahora surge la pregunta de si se fue por otra razón más.
Pero, ¿de qué se le acusa? Pues poco más o menos que de haber convertido el bajo de Malasaña en un narcopiso. De hecho, esta segunda detención tiene origen hace justo un año, cuando sus vecinos se quejaron de que tenían que convivir a diario con jeringuillas, toxicómanos durmiendo en el suelo, trozos de papel de plata (con los que se preparan los 'chinos' para fumar base, crack o heroína) o incluso con restos de necesidades fisiológicas de los presuntos clientes del bailaor granadino. Aquello llegó a los policías de la comisaría del distrito de Centro de Madrid, los que ya le investigaron y echaron el guante el 1 de diciembre de 2020, en plena pandemia, por presuntamente vender droga y dirigir un grupo criminal en el que estaba involucrado su manager. A Luciana finalmente se la sacó del caso y en tres meses el andaluz y el resto de acusados se sentarán ante un tribunal, con nueve años de cárcel para Amargo como espada de Damocles.
Cocaína, mefedrona (una de las drogas sintéticas más duras y 'de moda' en ambientes nocturnos), metanfetaminas, la mal llamada cocaína rosa, el vasodilatador 'popper' (inhalado en orgías y todo tipo de relaciones sexuales, tipo 'chemsex'), 'basuco', Viagra y hasta testosterona en vena. Estas son algunas de las sustancias que se movían en ese entorno. El 'modus operandi' era bien sencillo: los clientes, conocidos de Amargo, le pedían por WhatsApp la sustancia que querían al artista, que entonces contactaba con dos traficantes de un narcopiso de la calle de Teruel, en el barrio de Tetuán. Estos le abastecían de la droga de turno, Amargo avisaba a su cliente y éste acudía al bajo de Espíritu Santo a comprarla.
Desde agosto a octubre, la Policía Nacional sometió a numerosas vigilancias esta vivienda, llegando a captar a los toxicómanos que salían con sus dosis e interrogarles acerca de quién era su camello: «Rafa», «Rafa el del teatro» o directamente mostrando su número y perfil de WhatsApp. Así le identificaron en un principio. Una vez en comisaría, señalaron la foto de su ficha policial de entre un grupo de delincuentes en una rueda de reconocimiento.

Amargo, a última hora de ayer, se encontraba en los calabozos de la comisaría provincial de Alicante y está previsto que hoy pase a disposición del juez de guardia, probablemente de la ciudad levantina. Lo que decida su señoría tendrá que ser posteriormente confirmado por el juzgado de Instrucción número 27 de Madrid, que lleva con la causa desde hace cerca de un año. Sus suministradores ya fueron detenidos el 23 de febrero e ingresaron en prisión provisional, aunque el 1 de marzo salió uno de ellos tras argumentar que solo era compañero de piso del otro.
El flamenco lo tiene complicado. Este periódico tiene en su poder los mensajes que intercambiaba con algunos de sus clientes, prueba fundamental para la Policía pero que, además, dejan su imagen pública a la altura de un presunto delincuente del más bajo escalafón.
En esta segunda operación, obra, por ejemplo, unos mensajes del 3 de octubre pasado, a partir de las 12.51 horas, entre Rafael Jesús García Hernández (verdadero nombre del granadino) y un cliente llamado Jhon Alejandro E. L. ABC ha tenido acceso a su contenido, que es el siguiente:
-Rafael: Ya desperté y ya estoy en pie trabajando. Lo que sea, me avisas.
-J: Luego me pasado, ¿vale? Te aviso. Necesito cuatro.
-R: Ok. Más o menos, a qué hora, pa tenerlos aquí. Así no esperas.
-J: [A las] 5 voy.
-R: Ok... Pa las 5 te los tengo aquí.
Horas después, a las 16.17 de ese mismo día, nueva conversación por WhatsApp entre los dos mismos interlocutores.
-R: Hola, corazón... ¿Lo voy pidiendo ya?
-J: A las 6. Vale, no te voy a quedar mal (sic), estoy en el gym. En lo que salga me paso por casa por el dinero y voy a verte. [Y le envía su ubicación en tiempo real].
«Me cambio y salgo para allá»
Hora y media más tarde, el cliente (que se ve que no es muy puntual) se pone en contacto con Amargo de nuevo. Son las 18.07:
-J: Ya estoy en mi casa, me cambio y salgo para allá.
-R: Ok. Ya entonces digo que venga eso pa ca también.
A las 18.33, Jhon sigue sin aparecer por el bajo de Espíritu Santo, Amargo le vuelve a escribir:
-R: Nico, querido, ya tienes esto aquí. ¿Cómo vas? No tardes, que está esto ya aquí y el chaval se quiere llevar su dinero.
j: Vale, no tardo. Lo que tarde en llegar. Te mandé la ubicación, nene. En camino.
-R: Es que, como no se movía la ubicación, por eso te volví a preguntar.
-J: Ok, nn (sic).
No son los únicos chats que están en manos del juzgado de Instrucción número 27, que es el que lleva la causa desde hace meses. En otra conversación con una tercera persona, también supuesto 'cliente' de Amargo, comentan:
-Comprador: Pásame tu dirección y te veo a las 22.00
-Rafael: Calle Espíritu Santo [y aporta el número, piso y letra].
-C: Vale, te veo luego.
-R: Ok, tendrás aquí eso esperándote.
-C: ¿Conseguiste el 'popper' [sustancia que se inhala para vasodilatar y tener relaciones sexuales más placenteras] o quieres que te lleve uno?
-R: Sí, sí, ya lo conseguí.
C: Ok, nene, te veo luego.
Horas más tarde, en torno a las ocho y media de la tarde, Amargo vuelve a escribir:
-R: Ya está esto aquí. Me puedes poner 100 euros y ya te los tengo.
-C: Voy a ducharme y salgo.
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