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La presión vecinal vence: desalojan una decena de pisos okupa en El Cañaveral

Las manifestaciones de los inquilinos obligan a la propietaria del inmueble a contratar una empresa de desalojo

Los residentes vivieron una pesadilla tras cambiar las cerraduras de al menos doce viviendas para usurparlas

Okupan el piso que compró para su amante y lo descubren en directo: «Lo compré para unos inquilinos, no para mí»

Así es la vida del primer okupa en España: de ser el padre de la okupación a convertirse en empresario con hipoteca

Unos okupas entran en 12 viviendas de un barrio de Madrid y los vecinos piden a la Policía que se investigue si son mafia organizada

Protesta vecinal frente al edificio de El Cañaveral en el que se han okupado 12 viviendas, este lunes tania sieira/VÍDEO: RRSS
Amina Ould

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El Cañaveral representa uno de los mayores desarrollos urbanísticos de la capital de los últimos años. Este barrio de Vicálvaro ha vivido un 'boom' y se espera que los edificios que aún se siguen levantando favorezcan a que Madrid crezca cientos de kilómetros cuadrados hacia el sureste. Sin embargo, esta proyección no solo ha llamado la atención de jóvenes que buscan adquirir una casa en propiedad en la que formar una familia. Los okupas encontraron en los pisos vacíos de estas nuevas construcciones una forma más sencilla de usurparlas. En el número 15 de la avenida de Miguel Delibes se ha vivido durante varios días toda una pesadilla. Pero la presión vecinal ha vencido esta vez: este lunes han sido liberadas una decena de los inmuebles afectados. La victoria es aún parcial, pero todo apunta a que será completada a lo largo de este martes.

Aprovechando las temperaturas extremas de mediados de agosto, en las que muchos huyen de la capital para descansar de su ritmo ajetreado, decenas de individuos consiguieron hacerse con algunas de las viviendas vacías de este edificio recién estrenado y destinado al alquiler. Hace exactamente una semana, un vecino que volvía de vacaciones se quedó perplejo al percatarse de que la cerradura de su casa no era la misma que había antes de irse.

Todos los inquilinos acceden a su hogar a través de un sistema de tarjetas que les permite pasar el portal, una segunda puerta y, por último, la de cada uno de sus pisos. Este residente encontró algo que no le resultaba familiar: se trataba de una cerradura tradicional, con llave. Inmediatamente llamó a la inmobiliaria. Habían tratado de okupar su piso, pero al percatarse de que había gente viviendo se fueron.

Desde el pasado jueves, tan solo se respira tensión e inquietud por los pasillos de esta urbanización. «Estos últimos días han sido larguísimos», relata a ABC Andreina, vecina que no ha querido dar su nombre real por temor a posibles represalias y que asegura que la inquietud que le ha causado esta situación le ha llevado a pasar un par de noches en vela. «No me siento segura al salir de casa por si tratan de okuparla», admitía Andreina tan solo un par de horas antes de que, arrinconada por la presión vecinal, la propietaria del inmueble contratase a una empresa de 'desalojos exprés' para liberar los pisos.

En torno a las 15.00 horas de este lunes, la furgoneta de esta entidad aparcó en el barrio. Era el principio del fin a la pesadilla de El Cañaveral. A las 19.00 horas, confirmaban a ABC que se habían liberado siete de los pisos. Durante todo el día y a petición del propietario de estas viviendas, apunta a este periódico Alberto Cuestas, gerente de Serviokupa, se trabajó para resolver este problema. Este martes se encargarán de otros dos restantes. 

«Los okupas han recogido sus pertenencias y salido de forma totalmente voluntaria», determina Cuestas. Las viviendas, que tan solo han sido habitadas durante apenas una semana, se han entregado en perfectas condiciones, sostiene.

Una empresa desokupa en una de los inmuebles liberados, este lunes Tania SIEIRA

El vaivén de muebles y de individuos desconocidos en esta propiedad fue lo que llamó la atención de varios de los residentes legales. Los que hasta hace unos días tan solo se saludaban cuando coincidían en el ascensor, comenzaron a reunirse mañana, tarde y noche para controlar quien entraba y salía de su edificio, vigilar la zona con el objetivo de evitar que okupasen más pisos y organizar sus siguientes movimientos.

Así comenzaron a convocar las protestas frente a la entrada de esta urbanización que han acabado por echar a los usurpadores. El principal culpable de esta situación, según consideran los afectados, es la propia inmobiliaria. «Nosotros supuestamente pagamos por seguridad 24 horas, pero no se ha puesto hasta que han llegado los okupas», lamenta Andreina.

Perfil de los inquilinos

El pasado mayo se facilitó el acceso a los primeros inquilinos de esta nueva construcción. «Familias jóvenes y personas trabajadoras», describe el perfil de aquellos con los que comparte edificio Paola, madre de dos hijos –uno de 12 y otra de 22– que dejó Colombia para instalarse en Getafe hace cuatro años. Esta mujer de 42 años apunta que muchos de estos vecinos son inmigrantes. «Hay muchos colombianos y muchos venezolanos también», explica en conversación con este periódico.

Paola, una de las vecinas afectadas, señala el edificio de El Cañaveral en el que han okupado 12 viviendas José Ramón Ladra

Esto ha llevado a que en más de una ocasión tanto ella como otros hayan tenido que soportar los insultos racistas de los ahora desalojados. «Latina de mierda» o «Si no hubiera tantos latinos aquí esto no hubiera pasado. Seguro que alguno de vosotros se está lucrando de esto» son algunos de los comentarios que Paola dice haber escuchado y que Andreina confirma.

Víctimas de una estafa

El complejo mecanismo de la cerradura levantó las especulaciones entre los residentes. Además del cambio de la misma, el sistema electrónico de apertura de la puerta también disponía de un código. Los vecinos aseguran que los okupas entraron porque conocían esta clave –la inmobiliaria lo ha deshabilitado tras las múltiples quejas– y sospechan que pueda tratarse de alguien que conoce bien el edificio.

Los okupas aseguran que han sido estafados, llegando a firmar supuestos contratos y a pagar sumas que ascienden hasta los 5.000 euros para poder acceder a estos inmuebles con piscina, un pequeño parque infantil y una cancha de baloncesto. El precio de estos pisos oscila entre los 1.000 y los 1.400 mensuales, dependiendo del número de habitaciones. Aplicaciones como Wallapop o redes sociales como Facebook son algunas de las plataformas a través de las cuales los residentes de forma ilegal dicen haber contactado para llevar a cabo todo este proceso. En ningún momento han mostrado la documentación que acredite que son víctimas de un timo.

Lo que sí que queda claro es que en esas viviendas residen menores de edad. En los escasos encontronazos que han tenido con los vecinos, siempre han recurrido a sus hijos. «Una sacó a su bebé y nos dijo que no tenían dónde ir. Es una pena que utilicen a los niños como escudo», cuenta Paola. «La policía tiene que estar ya cansada de que llamemos», manifestaban estos afectados. Efectivos tanto de Policía Municipal como Nacional han acudido en varias ocasiones a esta avenida de El Cañaveral tras numerosas llamadas. Sin embargo, hasta el momento, era la única opción que tenían frente a la pesadilla que estaban viviendo.

Pese a la tensión, solo ha habido que reseñar un altercado en el rellano de esta urbanización. Agentes municipales tuvieron detuvieron el pasado viernes a uno de los vecinos tras amenazar a una okupa. La mujer se encontraba con su hijo en este espacio común cuando el hombre la increpó. «Se alteró al decir lo que piensa de esta injusticia, pero la cosa no llegó a las manos», insisten. Las asociaciones vecinales de El Cañaveral exigen a las autoridades más control y pedirán a la policía «que se investigue si hay alguna mafia detrás de esta colectiva okupación».

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