La nueva Puerta del Sol, a juicio popular: «Es un gasto absurdo»
Comerciantes del kilómetro 0 y viandantes suspenden el resultado de las obras, tras una inversión de 10 millones y más de un año de trabajos
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Varias decenas de obreros se afanan en dar los últimos retoques a una renovada Puerta del Sol. Las lonas azules tapan casi todo su trabajo alrededor de la estatua ecuestre de Carlos III, instalada ya en su ubicación definitiva. Junto a ellos, un par de excavadoras y una hormigonera mantienen sus motores encendidos, entre el vaivén de los empleados uniformados que se organizan alrededor de lo que será la próxima fuente oval, una lámina de agua en la base de la figura de bronce del monarca, que se ha mudado del centro del kilómetro 0 a la confluencia con Arenal y Mayor.
Hacía más de un año –desde marzo de 2022– que el enclave no lucía despejado, justo cuando comenzó su última metamorfosis. La versión definitiva, para alivio de los comerciantes y viandantes, y a falta solo de la futura entrada del Cercanías (conocida como la ballena), por fin se deja ver, aunque no convence a un crítico jurado popular.
Entre turistas que portan maletas, el polvo que levanta la maquinaria pesada y transeúntes con bolsas, Serafín y Manuel –vecinos del barrio de Las Letras– tratan de buscar un recoveco entre el plástico de protección de los obreros que les permita ver con detalle lo que ejecutan. «Es una de nuestras rutinas cada mañana», confiesan entre risas los jubilados. «Estábamos deseando que terminasen, están apurando para que todo esté bien el Dos de Mayo», continúan con la argumentación y, sin dudarlo, suspenden el proyecto: «¿Diez millones de euros para esto? Es un gasto absurdo. Habrán cambiado el pavimento, pero hay zonas en las que está levantado; han movido las estatuas y puesto bancos... ¿Tanto dinero y tiempo para eso?», se pregunta Serafín, apoyado por su compañero de batallas.
«Lo único que nos gusta es que por fin sea peatonal del todo, podemos andar y cruzar sin preocupaciones, tanto aquí como en todas las calles que terminan en aquí», afirman, como único punto positivo que le otorgan a una de las obras 'faraónicas' del mandato.
«Más amplia». Así es como la define Almudena de Mena, gerente de lotería Aguilar, uno de los pocos negocios de la plaza que no son una franquicia, pero a ella tampoco le fascina. «La reubicación de los quioscos [tres de prensa, un estanco y dos loterías] no se ha hecho bien. Han puesto las dos loterías pegadas, en vez de repartirlas cada una a un extremo», piensa esta lotera, una división que cree que no beneficiará a las ventas de sus compañeros al estar uno al lado del otro.
Antes
Después


Todavía cerrados, estos son los elementos que más llaman la atención por su diseño redondo y su color azulado. «¿Van a ser taquillas o puntos de información?», pregunta Sonia, una de las transeúntes, madrileña, pero desconocedora del proyecto y sus pormenores.
Con Almudena coincide el propietario de uno de los establecimientos más longevos. «Es diáfana, pero una reforma innecesaria. Los quioscos llevan diez días cerrados, sin poder trabajar», censura este empresario, que califica la reforma de «mal organizada». «Se ha retrasado varias veces, pero la pregunta es para qué. La Puerta del Sol no es un sitio para estar, es un lugar de paso; si quieres convertirla en un lugar para estar la gente se va a morir porque no hay sombra. Se diseñó en sus orígenes como sitio de paso y así debe ser», asevera criticando la instalación de los bancos que bordean la parte que da a Preciados, Carmen y Montera.

«Habrá gente que se siente en ellos, pero se van a 'cocer' cuando lleguen las altas temperaturas. Lo que sí va a pasar es que será un sitio para que se tumben los sintecho», asegura señalando a una persona sin hogar que ya duerme de espaldas a la Real Casa de Correos, ajena al transcurso de la mañana.
Falta de árboles
El 22 de marzo de hace un año comenzaron unos trabajos que, a falta de retoques, se han dado por concluidos, reabriendo al paso el kilómetro 0. Aldo, turista, es la primera vez que se adentra en él. «No sé cómo era, pero que el centro sea una explanada permite andar bien por aquí», dice en un casi perfecto español, y añade: «Pero mejor sería con más sombra o árboles». La falta de árboles ha sido la crítica más recurrente, pero lo cierto es que el asentamiento de la vegetación en la plaza sería complicado, puesto que el subsuelo es prácticamente hueco, al encontrarse debajo la estación de Metro y Cercanías de Sol.
Además, nunca ha estado concebida como una plaza estancial y no ha tenido vegetación desde sus orígenes. «Los técnicos de Patrimonio Histórico nos dijeron que no procedía colocar vegetación por su configuración histórica y como Bien de Interés Cultural, ya que dificultaría la visión de todo el conjunto arquitectónico», ha repetido el alcalde José Luis Martínez-Almeida como motivo para esa falta de verde.



Paloma de Marco es una comerciante que llevaba cuarenta años en la ubicación, aunque se ha mudado con su lotería a una calle cercana. «Feliz de que termine porque beneficia al entorno», dice, aunque confiesa cierto temor a que se convierta «más de lo que es» en un «'manifestódromo'». «Ya no hay nada en el centro, antes había los obstáculos de las fuentes y la estatua, ahora se ha quedado libre... Si se colapsa de manifestaciones, la gente no la va a disfrutar ni a parar en los comercios», opina.
La Puerta del Sol, configurada como la gran ágora madrileña del siglo XXI, ya es una realidad, aunque no consigue superar su primer juicio popular. Sobre ella quedan las primeras huellas de unos recién estrenados adoquines que configuran el nuevo kilómetro 0 que se muestra a la ciudad.
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