La noche infernal en que Mick Jagger dijo a los madrileños: «¡Sois diviiiinos!»
HISTORIAS CAPITALES
Ni el exitazo de Taylor Swift en el Bernabéu pudo empatar el épico concierto de unos Rollings compinchados con el dios de la tormenta
Taylor Swift: el show adolescente más grande jamás contado arrasa en el Bernabéu
![Los Rolling, en plena actuación, con Jagger envuelto en la bandera de España](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/06/02/rolling-2-efe-RIkNDgonRelSrTE9kIBOvfP-1200x840@diario_abc.jpg)
Ahora que aún resuenan las notas de los conciertos de Taylor Swift en el Estadio Santiago Bernabéu, es justo recordar aquel mítico concierto que ofrecieron los Rolling Stones en el desaparecido Vicente Calderón, 42 años atrás. Quienes lo vivieron no lo olvidarán jamás, y ... no porque Sus Satánicas Majestades viajaran, como la artista estadounidense, con 69 trailers de material, sino porque el mismísimo cielo se alió con Jagger y su banda para ofrecer el mayor espectáculo del mundo.
No se estilaba entonces todavía lo de hacer noche desde días antes acampado a las puertas del estadio esperando a que abrieran las puertas. Pero la expectación era máxima entre los seguidores del grupo de rock más mítico de todos los tiempos, ante esta primera visita que hacían a la capital de España. Hasta 60.000 personas abarrotaron el estadio rojiblanco, que vivió una noche de infarto, con las emociones a flor de piel.
Pero vayamos por partes. Porque muchos de los que vivieron y reviven aún con emoción aquel concierto icónico llevaban años esperando a que los Rolling recalaran en Madrid: fueron de los primeros grupos modernos que tocaron en España tras la muerte de Franco, concretamente en Barcelona, en 1976. Pero Madrid esperaba (im)paciente su turno. Y este llegó cuando se celebraba el Mundial 82, el del famoso Naranjito.
Lo contaba el cronista de ABC: «Hemos esperado mucho tiempo: algunos, casi la mitad de la vida». Desde antes de las tres de la tarde, hacían cola ya a las entradas del estadio los miles de fieles de Jagger y compañía. «La entrada se ha hecho en medio de una notable confusión, porque alguien se empeñó o no se dio cuenta de abrir todas las puertas, y las colas a las seis —cuando estaba previsto comenzar— eran de fábula».
La música, no obstante, no comenzó hasta las 7, con la actuación de los teloneros, la J. Geils Band, que no necesitó mucho para caldear el ambiente. Entre otras cosas, porque hacía un calor horroroso en Madrid aquel 7 de julio. Tras ellos, hubo un larguísimo descanso mientras los Rolling se preparaban. La protesta fue subiendo de tono y se mantuvo durante minutos y minutos. Y en el cielo, comenzaban a formarse acúmulos de nubes que iban reconcentrándose y oscureciéndose, mientras ráfagas de un aire ardiente abrasaban al público.
![Mick Jagger, durante su actuación en el Calderón, en 1982](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/06/02/ROLLING-1-efe-U24226807136hPJ-760x427@diario_abc.jpg)
Con este panorama, beber se hacía urgente. La gente iba incluso a los servicios a buscarla, y por eso se formaron colas kilométricas. Hubo desmayos y lipotimias -50 personas atendió y evacuó la Cruz Roja por este motivo-, y aparecieron unos operarios con grandes mangueras que lanzaron el chorro directamente sobre la gente, rebajando la temperatura pero incrementando el paroxismo.
Mientras, allí arriba, cúmulos cada vez más negros se arracimaban. Y comenzaron a descargar en forma de enormes goterones que parecían arrojados con toda su fuerza por algún ser ciclópeo. Resonaban los primeros truenos, y más de uno y más de dos temieron que su sueño de años se desvaneciera, y el concierto fuera suspendido en el último momento por las circunstancias meteorológicas.
Pero no. Y la salida de Mick Jagger al escenario pareció confabularse con el dios de la tormenta para descargar, de forma simultánea, el grito de júbilo de la masa enfervorecida y una espectacular sucesión de truenos, rayos y centella. El agua caía con furia, y el líder de los Jagger saltaba por el escenario, contagiado de la electricidad del momento, mientras que su banda atacaba los primeros compases con sus 100.000 vatios de sonido.
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Sólo imaginar la escena ya pone los pelos de punta: los Rolling Stones actuando sobre un escenario literalmente inundado, con el decorado a punto de venirse abajo y un montón de globos arrastrados por las ráfagas de viento de un lado a otro como pollos sin cabeza. Y Jagger, contagiado del caos y la fuerza reinantes y poseído por el espíritu del Calderón, alucinando con la surrealista situación, cantando y bailando mientras el cielo literalmente se venía abajo. Y con el cúlmen del 'Satisfaction', que el líder del grupo cantó arropado con una bandera de España. Apoteósico, como el final con los cielos ya calmados pero donde los relámpagos fueron sustituidos por fuegos artificiales. Jagger se marchó encantado, pero antes de hacerlo, dijo a las decenas de miles de personas allí congregadas: «¡Sois diviiiinos!».
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