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Nelly y Jeannette, las dos 'narco madames' que vendían mujeres, cocaína y viagra

La Policía libera a siete esclavas y detiene a dos mujeres, sus hermanos e hijos que regentaban 'narcoburdeles' en Alcorcón y Móstoles. Los 3.000 cobros por Bizum les delataron

Detenida la 'narco-madame' de Usera: esclavizaba 24 horas a chicas y las obligaba a consumir y vender droga

Imagen de archivo de una habitación de un burdel abc
Carlos Hidalgo

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Ahí, en el adosado de la vuelta de la esquina de su casa, puede esconderse el infierno tras una puerta. Y probablemente usted o su vecino lo sepan o, al menos, lo intuyan. Mujeres vendidas casi al peso en el siglo XXI y en uno de los países más ricos. Un serrallo de pago por Bizum dirigido por dos despiadadas mujeres llamadas Nelly y Jeannette, con 20 mujeres 'a su nombre' sin más futuro que esperar al próximo cliente. Ese era el día a día en dos viviendas de Alcorcón y Móstoles, de las que el Grupo Operativo de Extranjería VI ha sacado a siete mujeres, las que se han atrevido a denunciar, en el marco de la operación Polo. Una investigación que continúa ahora siguiendo el rastro del dinero, ese que ha servido para engrilletar a los ocho arrestados, todos de origen colombiano excepto un dominicano. Se les acusa de prostitución, blanqueo de capitales y delito contra la salud pública.

El 4 de octubre, los agentes, especializados en la lucha contra la trata con fines sexuales, recibían la primera denuncia. Era la de una joven que había pedido ayuda a una de las asociaciones que se dedican a sacarlas de ese fango. Como ella, había otras mujeres que habían sido captadas en Colombia, Paraguay, Perú o Brasil para conseguir una vida mejor en España.

Algunas aún no habían cumplido los tres meses (supuestamente como turistas) en Madrid. Otras habían solicitado el asilo, aunque sin éxito. A ese primer caso se sumaron tres. «Hemos venido a España buscando algo mejor porque tenemos problemas en nuestro país, con nuestros padres e hijos dependiendo económicamente de nosotras», era su relato. Proporcionaron a la Policía las direcciones de un piso en Alcorcón y de una casa de dos alturas más un anexo en Móstoles. Los vecinos confesaron que algo se olían.

Ellas aparecían en webs de pago en las que, según el dinero que ponga el anunciante, salen más o menos destacadas. Hay que recordar que la actual legislación prohíbe ese tipo de publicidad. Los investigadores montaron dispositivos de vigilancia en torno a las dos casas pero hicieron otras comprobaciones de gran calado. Los teléfonos móviles de la red registraron 2.083 cobros en Bizum (por valor de 230.000 euros) en el caso de Alcorcón y otros 900 (85.000) en el de Móstoles. Se calcula que estos más de 300.000 euros representan solo el 30% aproximado del total de ganancias en apenas 10 meses, entre enero y octubre pasados. Habrían sumado alrededor del millón de euros, que se esfumó de las cuentas del banco.

Lo que en principio parecían redes criminales distintas convergían: las dos 'madames' viajaron juntas a Colombia, aparecían una con otra en redes sociales y, lo más importante, había intercambios de dinero entre ambos 'narcoburdeles'. Porque a las esclavas también les hacían vender droga (60 euros el gramo de coca y 20 la pastilla de Viagra) a clientes. Se han producido sobredosis.

Mujeres a la carta

Con todos los datos recopilados y viendo que el testimonio de las denunciantes era real, el juzgado de Instrucción número 3 de Alcorcón ordenó las entradas y registros en estos domicilios, el 26 de enero. Detuvieron a las dos cabecillas, así como a sus hijos y a los hermanos de ellas, que también recibían dinero en sus teléfonos móviles. Los ocho arrestados están en libertad con cargos.

Se calcula que hay veinte víctimas, aunque son siete las que han dado el paso adelante de denunciar: «No nos dejaban salir ni tener llave. Si queríamos librar medio día, había que pagar 50 euros». El cliente contactaba con las jefas y elegían como en un catálogo a la víctima de la que querían abusar e incluso el tipo de práctica sexual. También tenían que aceptar si ellos querían hacerlo sin preservativo. Y, en el caso de que tuviesen la regla, las obligaban a taponarse con toallas. El precio del servicio 'normal' era de 60 euros la media hora y 90 la hora completa. Las víctimas no veían ni un céntimo.

No podían ducharse a partir de las dos de la tarde ni usar la cocina desde las nueve de la noche. La hora máxima de regreso, si habían pagado para librar, eran las diez. Y si había ocho camas en literas para doce chicas, las que no encontraban sitio dormían en el suelo del baño y la cocina, porque las únicas habitaciones cómodas eran para los clientes.

Al ser detenidas, a las proxenetas solo les importó una cosa: «Sé que estoy haciendo las cosas mal, pero por eso me di alta como autónoma, yo quiero cotizar». Ambas se apuntaron en julio, el mismo día y en la misma oficina. Lo de vender a personas les daba igual.

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