El mirador de Madrid Río escondido en una vieja huerta medicinal
De ser un simple huerto real del siglo XVI, la Huerta de la Partida es hoy en uno de los mejores paradores para visionar la cornisa oeste de la historia de Madrid
Madrid, un huerto urbano desde los árabes: cuando se cultivó hasta en Las Ventas
![Las vistas desde el Mirador de la Huerta de la Partida](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/08/21/DAMBin(43)-RG3pNjtnBSNCqpigolzKcuM-1200x840@diario_abc.jpg)
Decenas de arquitecturas, esculturas, museos y plazas, entre otros, se esconden en las calles madrileñas. Rincones ocultos gracias a los cuales se conoce la historia y tradicionales de una gran ciudad y de la gente que la habita. Se trata de conectar con nuestro ... pasado para entender el presente y ayudar a que la historia se conserve en el futuro. Es el caso del Mirador de la Huerta de la Partida, un singular enclave que atesora una rica historia y una belleza natural incomparable.
Su ubicación, entre el Puente del Rey y la avenida de Portugal, en la orilla derecha del río Manzanares, es privilegiada y digna de conocer por residentes y turistas. Ofrece una vista panorámica de la cornisa oeste de la villa de Madrid, coronada por el Palacio Real, la Catedral de la Almudena y la plaza de España, entre otros edificios emblemáticos de la capital.
El mirador surgió con la reforma y restauración del huerto, como consecuencia del soterramiento de la M-30 y de la creación de Madrid Río. No obstante, la elevación donde se sitúa ha sido reconocida siempre. Es más, hay muchos pintores flamencos del siglo XVI, que retratan esta versión del alcázar de la ciudad. Así, fue el lugar elegido por el artista Anton Van Wingaerde para inmortalizar esta vista de la urbe por primera vez a finales del citado siglo, una obra que se conserva en la Biblioteca Albertina de Viena.
Esta reliquia de vistas es la joya de la corona de la Huerta de las Partidas. El vergel cuenta la historia de la finca de la familia de los Vargas, los cuales fueron propietarios de un territorio compuesto con huertas y una casa de campo, el Palacete de los Vargas, desde los últimos años de la Edad Media hasta 1562. Posteriormente, fue comprado por Felipe II, cuando trasladó la corte a Madrid, convirtiéndola en el núcleo principal de la Casa de Campo. Además, gracias al paso del arroyo, se cultivaban hortalizas y árboles frutales para abastecer al palacete de la finca como al Palacio de los Vargas, en la plaza de la Paja.
El espacio ha cambiado mucho a lo largo de los años. En su momento, había viviendas para aquellas personas que cuidaban el vergel, de las que, a día de hoy, quedan restos. Durante la Guerra Civil, este espacio fue muy alterado; y con las obras de Madrid Río, se recuperó por completo.
El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, visitó ayer esta huerta, enmarcada en el gran parque madrileño de la Casa de Campo: «No solo es un lugar ecológico, ni solo un sitio para hacer deporte. También, es un gran lugar para hacer turismo, conocer la ciudad de Madrid y poder disfrutar de estas extraordinarias vistas».
Restaurar la historia
Por la intervención urbanística del soterramiento de la M-30 y la creación de Madrid Río, los 38.000 metros cuadrados del huerto se sometieron a obras y a una modernización del terreno. Así, se convirtió en un refugio verde con, entre 800 y 1.000, árboles frutales, como: los almendros, avellanos, ciruelos, granados, higueras, manzanos, moreras, nogales, olivos y perales.
Este insólito lugar, también, es hogar de una variedad de aves, de pequeños mamíferos y de insectos polinizadores que son imprescindibles para dar vida, belleza al lugar. Además, los bienandantes se encontraran con un cauce seco artificial, una recreación de tiempos pasados cuando el arroyo Meaques fluía por este lugar en busca del río Manzanares en su camino hacia el Jarama.
El enclave se ha convertido en un refugio verde con, entre 800 y 1.000 arbóles frutales, como almendros y manzanos
Su carácter agrícola se complementa con su función de refugio de plantas medicinales y terapéuticas. Ya en el siglo XVI, la Huerta de la Partida estuvo dedicada al cultivo de plantas medicinales por decisión de Felipe II, quien encargó a Gregorio de los Ríos, jardinero real, las primeras plantaciones de especies medicinales para abastecer la farmacia de la corte.
En 1929, dos hectáreas y media de la huerta fueron cedidas por Alfonso XIII al Comité de Plantas Medicinales, dependiente del Ministerio de Agricultura de la época y creado el año anterior, siendo utilizado como un campo de experimentación.
Desde ser un mero huerto agrícola de verdura, fruta y hierbas medicinales, hasta transformarse en un lugar de convergencia de historias y de épocas. Este lugar recuerda la importancia de preservar y valorar el patrimonio histórico y ambiental de Madrid.
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