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Un paseo en Militaria: arte, artesanía y memoria entre romanos, cartagineses y paracaidistas veteranos

EXPOSICIÓN

El festival de reconstrucción bélica, que clausura hoy, permite conocer la historia con objetos, actuaciones y diversas actividades de divulgación del pasado

Un visitante subido a un carro de combate usado en numerosos rodajes TANIA SIEIRA
Jesús Nieto Jurado

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Militaria es un viaje a la Historia con mayúsculas. En el pabellón de cristal de la Casa de Campo se mezclaban todas las Españas, hasta la quinta, entre uniformados, un perro desactivador de explosivos y algún traje que parecía sacado de 'La Vaquilla' de Berlanga. La feria de todos los efectos militares, a la mañana y en la puerta, mostraba lo que se llama una buena entrada. Salió el sol, y algún niño uniformado a la manera que Dios le dio a entender montaba guardia junto a su padre. Llegaban camionetas y, desde fuera, ya brillaban los petos de los legionarios romanos y las picas de Flandes. La reconstrucción histórica, las guerras que han hecho ser como somos, estaban representadas entre pinos, encinas y curiosos.

Tan solo con entrar al recinto, los muchachos de Soldiers, una empresa puntera en la recreación para filmes internacionales, tenía colocados dos carros de combate, con personal perfectamente ataviado. Casi se diría que se estaba rodando una película de época sobre Rommell; con hasta una garita con su cambio de guardia de la II Guerra Mundial. Y había más sorpresas si se avanzaba en el pabellón. En una mesa convivían un busto logrado de Santa Teresa de Jesús junto a otro, no tan logrado, del Che Guevara. Y un joven entre la bandera de Falange y la del PCE del País Valenciano (sic), con el afán de atender a quien quisiera sobre medallas, insignias y demás objetos de todos los bandos y las guerras de nuestros antepasados.

Más adelante, el viajero se topó con un expositor donde Álvaro, que tiene su tinglado en el Rastro habitualmente, vendía gorros siberianos y máscaras de gas (que según él «funcionaban») a cincuenta euros. Porque, se quisiera o no, el conflicto de Ucrania y el General Invierno -que puede llegar o no- estaba y estará presente en Militaria hasta que anochezca este domingo.

Las Corsarias

Dos benedictinos se interesaban por un casco alfonsino y su artesanía, y al fondo sonaba 'Lily Marlene', cuya historia e importancia es ocioso contar. La interpretaba Fernán Nuño («no Núñez, que es un pueblo de Córdoba y lo primero que sale en el Google cuando me buscan»). Fernán, además de a la recreación histórica, se dedica a la recreación militar. Buena voz y aplausos del personal cuando entonó el pasodoble bélico de 'Las Corsarias', más conocido como 'Banderita tú eres roja, banderita tú eres gualda'.

Los benedictinos seguían su paseo, en otra parte del recinto ya formaban espera los más hambrientos para darle al bocadillo de jamón de Salamanca, que el día iba a ser largo, al lado de un cuadro que recreaba la batalla de Roncesvalles. Tan largo como la alabarda que llevaba con gallardía de los viejos tercios Santiago Alba Peña, que confirmó «que la armadura se lleva bien, son apenas 15 o 17 kilos». No 16 (XVI), que es el siglo, el siglo entero, que su Asociación CAMARADA revive por pueblos y ciudades de España. Como La Barraca. Y del siglo XVI al XX, tan problemático y febril según el tango de Enrique Santos Discépolo, se pasaba en un tris. Estaba Miguel Alonso, de la Asociación de Recreación Histórica Blue Grey, que cada año, al alba, rememora el desembarco de Normandía tras una larga marcha de 30 kilómetros. «Para sentir lo que sintieron nuestros antepasados. Y si no sentir lo mismo, sí algo parecido». Algún superviviente de Omaha aún le llora en el hombro «cada seis de junio» y según propia confesión.

'Permiso para conducir camellos'

En el stand legionario, el catedrático Emilio Domínguez hablaba de la figura de Roy Campbell, un británico convertido al catolicismo que combatió en España con los nacionales y en la II Guerra Mundial con los aliados mientras que W. H. Auden, Stephen Spender y demás que lo despreciaron «cenaban copiosamente» cuando Europa estaba ante el instante más oscuro. Anótese que el poeta Campbell guardó en Toledo unos manuscritos de San Juan de la Cruz y que llegó a ser hasta rejoneador.

Imagen principal - Arriba, 'legionarios' romanos observan sus cascos. Sobre estas líneas una exhibición y la interpretación vocal del pasodoble 'Las Corsarias'
Imagen secundaria 1 - Arriba, 'legionarios' romanos observan sus cascos. Sobre estas líneas una exhibición y la interpretación vocal del pasodoble 'Las Corsarias'
Imagen secundaria 2 - Arriba, 'legionarios' romanos observan sus cascos. Sobre estas líneas una exhibición y la interpretación vocal del pasodoble 'Las Corsarias'
ARDOR GUERRERO Arriba, 'legionarios' romanos observan sus cascos. Sobre estas líneas una exhibición y la interpretación vocal del pasodoble 'Las Corsarias' TANIA SIEIRA

Suenan disparos de ese deporte para desestresarse que llaman Airsoft, y aparece, entre metales, las insignias en tela de lo que se llamó la Policía Indígena africana, así como un documento añoso que era, presuntamente, un carnet español para que estos mismos hombres pudieran conducir «camellos y dromedarios» (no lo vendían). Y más y más tenderetes, uno más policial donde, acreditando la profesión de agente de la Ley, uno se podía hacer con símbolos de la Ertzaintza o la Policía Foral. Pero sin credencial, vendían una enseña que recordaba el trabajo de ciudadanos y fuerzas del orden en los trágicos atentados de Atocha.

El Colt de Gary Cooper

En otro stand de cuchillería, se preguntó por si había bolomachetes para dedicar a una novia. «Aquí no, pero seguro que por ahí habrá». 15 o 20 euros y el nombre grabado en el acero. Como quien se compra un recuerdo de Santillana del Mar.

También, y se ha dicho, libros de tácticas del Ejército de Israel, sobre la Alemania nazi o de franca apología al 'padrecito' Stalin así, revueltos. Porque la Historia, y así, no pertenece a nadie. Sólo al recuerdo, a la memoria.

El que arriba firma preguntó también por el Colt 45, el de Gary Cooper, y desde la tienda Acorazado Bismarck se lo prestaron, le dejaron dar un tiro de petardillo al aire, y le ofrecieron cómodos plazos de financiación. 85 euros que caerán por Navidad.

Ya, al despedir Militaria previa visita al mingitorio, se saludó a un miembro de Antiqua Clío con un «Ave Caesar, morituri te salutant». «Los que van a morir son los otros», dijo el romano que a la tarde tenía que ponerse en formación de tortuga con sus compañeros de 'legión'.

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