Medio siglo de avances y frenazos para expulsar al coche del centro de Madrid
Hoy se inicia el último año en el que los vehículos empadronados sin etiqueta podrán circular en la capital
Las medidas contra la contaminación en la ciudad no son algo nuevo. En 1981 se decretó la primera alerta
Aluvión de nuevos 'históricos': hasta 320.000 coches de la región podrían entrar en Madrid
A comienzos del siglo XX, no resultaba sorprendente ver como automóviles atravesaban el Parque del Retiro. Durante décadas, carruajes y coches cruzaban el pulmón de Madrid a través del conocido como Paseo de los Coches, que como en una carretera cualquiera, se producían atascos ... a hora punta y había límites de velocidad cuando la circulación era más ligera. Durante esos años, en los que este espacio acogió operaciones asfalto, grupos de pinos tuvieron que ser talados, privando a los niños de espacios verdes por los que correr y a los mayores de sombras bajo las que refugiarse.
No fue hasta 1981, más de un siglo después de que el duque de Fernán Núñez lo inaugurara -y pusiera de su bolsillo la mitad del presupuesto para su construcción-, cuando comenzó a plantearse cerrar este paseo, coincidiendo con las primeras medidas de emergencia en la capital por la alta contaminación. Este suceso es uno de los precedentes a los protocolos que han ido expulsando de manera gradual a los coches del centro de la capital y cediendo a su vez cada vez más espacio al peatón.
Este 1 de enero de 2025 comienza el último año antes de que el Ayuntamiento de Madrid empiece a sancionar a todo aquel que se salte las restricciones de circulación de la Zona de Bajas Emisiones, que incluyen la prohibición de circular en toda la ciudad a los vehículos con clasificación ambiental A, empadronados en la capital o dados de alta en el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), y a las motocicletas y los vehículos de mercancías A de cualquier parte de España. Eso sí, antes del modelo impulsado por el actual alcalde, José Luis Martínez-Almeida, junto a su mano derecha y delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, distintas fórmulas se aplicaron en la capital.
Históricamente, el centro de Madrid se dividía en cuatro Áreas de Prioridad Residencial (APR) en los barrios de Cortes, Ópera, Embajadores y Letras. A estas zonas tenían libre acceso los residentes, taxis, ambulancias y todos aquellos que estacionaran en un aparcamiento o en un establecimiento de hospedaje. La Gran Vía, entre otras calles, no entraba en estas limitaciones. Las restricciones quedaron invalidadas con la instauración de Madrid Central por Manuela Carmena en 2018.
Sin embargo, antes de esta polémica medida impulsada por la alcaldesa de Ahora Madrid para controlar las emisiones en la capital, fue idea de Alberto Ruiz-Gallardón prohibir la entrada de los coches más contaminantes al centro. El primer edil popular propuso que a partir de 2008 los vehículos de más de 15 años de antigüedad -es decir, anteriores a 1993- quedasen vetados del acceso al centro histórico de la ciudad, afectando en torno a un 10% del parque automovilístico de la capital, según calculaban entonces los técnicos municipales. Esta medida nunca llegó a aplicarse, pero fue recibida con mucho revuelo por los madrileños.
Madrid Central
El equipo de Carmena, en su último año de mandato, dio luz verde a Madrid Central, que estuvo en vigor durante poco más de tres años hasta que el Tribunal Supremo lo tumbó definitivamente en mayo de 2021. El centro se transformó entonces en un área de prioridad residencial de bajas emisiones, restringiendo el acceso a cualquier vehículo privado cuyo propietario no residiera en la zona.
A este área, que comprendía 472 hectáreas, tan solo podían acceder los residentes y sus invitados (un total de 20 al mes), el transporte público, los servicios sanitarios, los vehículos industriales, los coches de carga y descarga o de reparto y los vehículos con etiqueta ambiental Cero y Eco. Además, no tenían ningún problema para circular las personas con movilidad reducida, titulares de plazas de garaje y los profesionales con limitaciones; así como los conductores cuyo vehículo tuviera la etiqueta B o C de la DGT para aparcar en un garaje privado, reserva o aparcamiento de uso público.
La anulación de la zona de bajas emisiones de Carmena fue una de las primeras crisis a las que se tuvo que enfrentar Almeida. Uno de los principales retos que se planteó al llegar a Cibeles fue la lucha contra la contaminación. Por ello, el mismo año de la supresión por parte de la Justicia de la moratoria de multas, el consistorio aprobó una nueva ordenanza de Movilidad Sostenible que acaba con el plan de la exalcaldesa y dando paso a unas medidas similares.
Uno de los objetivos de la nueva norma era extender la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) a los 21 distritos de la capital. La ley de Cambio Climático obliga desde 2019 a las ciudades de más de 50.000 habitantes a contar con estas burbujas para combatir la polución del tráfico rodado. Desde el primer día de enero del año que acaba de comenzar, entra en vigor la nueva fase de las restricciones -a pesar de que a casa llegará, en lugar de una multa, un folleto informativo advirtiendo de las sanciones a las que se podrían enfrentar los infractores-.
Esta ordenanza, redactada en la pasada legislatura y que entonces dibujaba la mayor ZBE de toda Europa, contaba con un calendario de actuación, aunque va con retraso por las trabas que ha ido teniendo el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad. Entre ellas, el recurso que presentó Vox a la Zona de Bajas Emisiones y que fue aceptado parcialmente por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Sin embargo, las multas siguen en vigor, mientras los planes del consistorio continúan avanzando.
Al tiempo que han ido anunciando restricciones contra la contaminación, en lo que a los automóviles respecta, el peatón ha ido ganando espacio. El centro de la capital es el que mayor metamorfosis ha experimentado en los últimos años, siendo el mejor ejemplo la Puerta del Sol. El entorno del kilómetro cero es ahora espacio para viandantes, tras restringir el acceso a vehículos en los tramos que comunican con esta plaza, eliminando el tráfico rodado en más de 900 metros.
Eso sí, los viandantes no solo son protagonistas en los espacios dedicados a atraer a turistas. Los 21 distritos de la capital -desde la liberación de la plaza de Olavide de los coches hasta la peatonalización del casco histórico de Barajas- han formado parte del plan de Almeida para mejorar la accesibilidad y el entorno.
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