Hazte premium Hazte premium

Aquella Malasaña del ilustre Pigüi

Bajo cielo

Llevaba una chupa de cuero desgastado que le quedaba grande. Su patria era la plaza de San Ildefonso, aunque por las noches se dejaba ver por la de la Luna

Malasaña, tan suya

La Plaza del Dos de Mayo, con el monumento de Daoíz y Velarde, en 1985 ÁLVARO GARCÍA PELAYO
Alfonso J. Ussía

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Madrid tuvo un ilustre vecino al que llevo demasiado tiempo sin ver. No importa si se llamaba Juan, Luis o Ramón. Todos le decían Pigüi. No medía más de metro setenta. Era rubio, con los dientes podridos y torcidos, los ojos azules y con la ... cara llena de marcas, como de adolescencia perenne o de una viruela pasada que le dejara de esa manera. Llevaba una chupa de cuero desgastado que le quedaba grande. Su patria era la plaza de San Ildefonso, aunque por las noches se dejaba ver por la plaza de la Luna. Siempre andaba con prisa el Pigüi. De un sitio a otro, como si cada recado que hiciera fuera de una extrema importancia. Como si se tratara de algo más, de una misión secreta.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación