Madrid, un huerto urbano desde los árabes: cuando se cultivó hasta en Las Ventas
Una exposición demuestra que la ciudad es un vergel para los madrileños y que el autoconsumo es homologable a los cánones de los productos ecológicos
ISLA: un nuevo espacio para el arte, la sostenibilidad y la ecología
Madrid es ciudad de agua, de capas freáticas haciendo honor al topónimo que defienden los arabistas, Medina Mayrit, ciudad de riquezas hídricas. Aunque parezca imposible, desde el Ventisquero de la Condesa hacia abajo, cae el líquido elemento entre la gravedad y la ingeniería musulmana ... y previa que ya, en el batiburrillo de poblachón tendente a ciudad, se hizo una realidad.
Madrid puede ser si quiere el granero de España, pero en la exposición 'Pasado, presente y futuro de la agricultura urbana madrileña: Raíces y alas», iniciada en el Retiro lo que se pondera es la tradición agrícola de Madrid, que es mucha. Bajo el amparo del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.
Lo explica Carlos de Mingo, ingeniero agrónomo y técnico de educación ambiental, fijándose no sólo en el Plano de Texeira que, para muchos, casi sería contemporáneo aunque 'lo verde' haya ido a menos desde que cartografiase la ciudad. Él, De Mingo, revela el milagro del huerto matritense: agua moderada y un sol que producen, sin salir del término municipal, prodigios. Y es que en «los 24 paneles dobles» de la muestra en el Retiro no están haciendo solo una exhibición de sembradores que fueron y son, sino una reconciliación de la Villa con lo que fue y volverá a ser.
Ya se dijo en la literatura. La calle de las Huertas se llama así por algo. Sin ir más lejos, Lope de Vega, vecino de la zona, escribió de sus 'cuatro' cultivos: «Tiene solo dos árboles, diez flores./ Dos paradas, un naranjo, una mosqueta...»
Aparecen en los paneles la historia de los huertos de Madrid, y entonces irrumpen san Isidro y santa María de la cabeza, santos dedicados a cultivar el suelo que pisaron. Enseña el guía que un huerto no «precisa gran cantidad de tierra», y que él, como especialista, es conocedor de los «soles y las variaciones de temperatura de la ciudad».
Hay que ir por partes para aprehender la muestra. La más distante, la filología: «raíz» viene del latín. Por otra la Historia dado que en el mentado Plano de Texeira ya se ven «huertos de ricos y pobres» en tanto una ciudad, hasta la Revolución Industrial, hubo estar «surtida de huertos».
Se exponen arroyos que van abajo, muy abajo, al Manzanares; otros riachuelos en el este y el norte para dar sustrato a los frutales. Y la ciudad, secarral castellano por donde, citando a Lorca, «sólo reman los suspiros», tiene abono y nutrientes, tantos que «según todos los parámetros, los huertos urbanos son ecológicos» en confesión de De Mingo. En la exposición se cita al urbanista Arturo Soria, con la vocación de «quitar los vicios del centro» y que en su proyecto de capital estableciera que ver un alimento crecer es un privilegio. Más allá, en la Guerra Civil, y hay registros fotográficos, se cultivó en el ruedo de Las Ventas y en la mismísima plaza de España.
En el recorrido por 'Raíces y Alas' ya adviene la Transición. Los huertos comunales, que eran una oposición vecinal de abono y semillas y que más tarde mutaron de «la alegalidad a la legalidad». Y pasan los años, y el ciudadano es consciente de su entorno, o mejor dicho, del terruño. Entra la pedagogía ambiental, el enseñar al niño qué anda cultivando al sol. «En casa no se hubiera comido un rabanito, pero regándolo, mimándolo, sí».
![Sembrado sobre la arena de la plaza de toros de Las Ventas, en 1937](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/17/huerto-ventas-k8NG--760x427@diario_abc.jpg)
Madrid es tierra de aguas que aparecen frente a la sequía, y los huertos urbanos, de autogestión, están ahí, a disposición de todos. Una ilustración idealiza los alrededores de Cibeles semejando la huerta de Tudela. Lo cierto, es que la variedad de los suelos del municipio de Madrid es reseñable. «Desde los suelos arenosos del noroeste, a los margosos del sur». Para el no iniciado, margoso equivale a composición rocosa conformada en su mayor parte de calcio, arcilla, yeso. Dicho sea.
Pero el huerto, en esta exposición/programa tiene otra vertiente. La constructiva con cuatro actividades: el programa de barrios productores, el del huerto del propio Retiro, el de los barrios productores, el de los huertos comunitarios y el de los huertos escolares. De Mingo cifra en más de «350 entre unos y otros en la ciudad», porque el número varía casi cada hora.
MÁS INFORMACIÓN
Mientras, más allá de los proyectos pedagógicos, el técnico municipal da dos detalles que resumen la muestra: «La cantidad de metales pesados en los suelos de Madrid serían homologables a lo que se entiende como cultivo ecológico».
Y que Madrid, en la ciudad, en el contexto agrícola, habría que situarla en el sur de España. Es curioso como la naturaleza, en esto de alimentar sanamente al hombre, acontece en plena capital.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete