Cuando Madrid cambió las jaulas de la Casa de Fieras por un zoo moderno con animales en libertad
HISTORIAS CAPITALES
La instalación planificó gastar 40 millones de pesetas en la adquisición de ejemplares
La vida secreta del Zoo: alfalfa de Aragón y cuidados geriátricos para los animales más mayores
![Una de las instalaciones del Zoo a punto de estrenarse, en octubre de 1971](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/09/zoo-4-RdYsVGo5zlpHpYH7CEy8RqK-1200x840@diario_abc.jpg)
El Zoo de la Casa de Campo ha cumplido 52 años con decenas de millones de visitas en su haber y 1.300 animales de más de 333 especies en sus instalaciones. Pero cuando nació, era muy diferente del actual. Su apertura supuso un giro ... de 180 grados respecto a la manera en que los niños habían visto, hasta entonces, los ejemplares más exóticos: a través de las jaulas o los fosos de la Casa de Fieras del Retiro.
De hecho, a finales de los años 60 del siglo pasado, el Zoológico de la Casa de Campo comenzaba a plantearse sobre el papel, y se apuntaba una inversión de 400 millones de pesetas (2 millones de euros) y 40 millones (240.000 euros) para la adquisición de animales.
No en vano, la nómina de ejemplares con que pensaba contar, años antes de ponerse en marcha, era extensa: osos pardos, bisonte europeo, cabra montés, muflón de Córcega, renos, gamos, lobos, ciervos rojos, gibones, elefantes asiáticos, tigres de Siberia, muflón de Marco Polo, camello africano, guepardos, gacela de Townsond, avestruces, antílopes, impalas, leones, hipopótamos, grullas y pelícanos, alpacas, liebres de la Patagonia, leones marino, canguros…
El concepto del Zoo de la Casa de Campo fue diferente de lo que era costumbre en la capital: nada de jaulas, ni fosos con los animales, como en la Casa de Fieras. Porque no se las consideraba ya fieras tampoco; era una filosofía diferente, un Zoológico con espacios abiertos y donde los animales estaban aparentemente libres en muchos casos.
El Zoo se inauguró oficialmente el 23 de junio de 1972, a las seis y cuarto de la tarde. La comitiva recorrió en autotrenes las 16 hectáreas que se abrían al público ese día, y que años más tarde se extendieron hasta las 20. Era sólo la primera fase de una instalación que luego fue creciendo con el pabellón de grandes simios, el de fauna americana, el aviario, la instalación de los felinos, los terrarios, la instalación de focas y leones marinos, el delfinario y el aquarium.
![Imagen principal - Arriba, construcción del Delfinario del Zoo, en una fase más avanzada de la instalación. Abajo, izq,, otra de las instalaciones. Dcha, la reja que cerraba la Casa de Fieras tras su traslado](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/09/zoo-2-U12446862572Lqw-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, construcción del Delfinario del Zoo, en una fase más avanzada de la instalación. Abajo, izq,, otra de las instalaciones. Dcha, la reja que cerraba la Casa de Fieras tras su traslado](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/09/zoo-3-U73842701214mcg-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, construcción del Delfinario del Zoo, en una fase más avanzada de la instalación. Abajo, izq,, otra de las instalaciones. Dcha, la reja que cerraba la Casa de Fieras tras su traslado](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/09/zoo-1-U51423244162FwQ-278x329@diario_abc.jpg)
La prensa de la época alabó la instalación, y sobre todo el régimen de libertad de los animales. «En lugar de verjas, fosos de agua y distintos niveles salvan la distancia entre animales y visitantes». Destacaba que existían «guaridas de invierno» para las especies que aguantaban peor el frío.
En un primer momento, se pensaba abrir el Zoo para San Isidro, pero los trabajos no habían terminado para entonces, por lo que se esperó unas semanas, hasta que todo estuviera a punto.
Hasta dio la crónica de la inauguración para tirar de ironía: Marlasca firmaba en su columna de ABC que los animales allí albergados habían logrado lo que no conseguían «muchas familias humanas, contar con amplia, cómoda, higiénica habitación». Y eso, insistía, «sin gestiones, sin recomendaciones, sin preocupaciones crematísticas».
Entrar costaba 40 pesetas de la época -25 céntimos de euro-, y el periodista, siguiendo su olfato, se preguntaba «en qué condiciones los ex habitantes de la Casa de Fieras -catalogados, valorados en varios millones de pesetas e integrados en el Patrimonio común- han sido entregados a la sociedad particular concesionaria del Zoo de la Casa de Campo».
El cierre de esta instalación en el Retiro, señalaba la prensa del momento, supuso el traslado de «más de 550 ejemplares correspondientes a 83 especies». Lo cierto es que los animales mejoraron mucho en sus condiciones: en la Casa de Fieras, recogía la revista Blanco y Negro en febrero de 1964, «los animales tropicales pasaban frío y a veces morían», mientras que otros como los pingüinos no lograban adaptarse al calor madrileño. Las antiguas jaulas de El Retiro también pasaron a mejor vida: se transformaron en una biblioteca pública que es hoy de las más bonitas de Madrid.
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