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Lavapiés, un lienzo permitido y premiado para el arte urbano

La undécima edición del festival Calle 'trastoca' las fachadas de los comercios más significativos con la intervención de 52 creadores en 52 comercios

De la calle a la galería: el ascenso del 'Messi' de los murales

Fugaz en su intervención en la fachada del Café Barbieri ISABEL PERMUY
Jesús Nieto Jurado

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Lavapiés, en la mañana de primavera, exhibe sus estampas típicas y no tanto. Españolas que van a la compra, niños como perdidos entre clases en los locales de los chinos, vecinos que miran y no miran, algún perro cimarrón y, casi silentes, artistas gráficos que van dándole alma a esta parte tan compleja de la ciudad. Tan compleja que inspiró obras de autores diversos como Cañabate o Zunzunegui, quienes coincidían en el casticismo: algo que no se pudieron sacudir, pese al intento.

Lavapiés, gracias al festival 'Calle', lleva once años remodelando en falso, o en eterno sintético, fachadas. Sin más arma que el espray, el pincel, el cartón, el pegamento: lo que sea que no erosione el granito de los bajos ni el interior de las paredes. Artísticamente 'trastocadas'.

Pongamos que es mediodía en Lavapiés, y que de los 52 participantes en el concurso oficial, aparece Zai en un la escalera decorando, con gatos, la fachada de los negocios de Azevedo (pinturas y reformas en general), algo que ilustra la imbricación entre el autor y su mecenas, siquiera sea temporal. Porque aunque no pague, el empresario deja que su fachada sea un lienzo en blanco donde le puede salir un Picasso o irse por peteneras pictóricas. Zai se inspira «en Moebius». 'Callejeando' se llama su obra.

Zai es de Almería, y así lo demuestra su acento entre los artefactos que lleva para no gasearse a sí mismo. Zai ha pintado hasta en Kosovo y sube y baja de la escalera con el gato en la pared, que es su símbolo. Eduardo Azevedo, propietario de tres negocios en la zona, exclama entre miradas de admiración un «ojalá que ganemos el premio». Hay algo de complicidad con el artista, que le dibuja un ratón al reportero y sólo pide que «se le saque de perfil». Zai juega con sus herramientas y, como la mayoría, ha estudiado «Bellas Artes y un máster de Diseño Gráfico» para estar aquí, en una escalera casi bíblica. La que le alcanza para que sus meninos vean a la Luna, que es lo suyo. Y así los pone a mirar al satélite entre las antenas y los tejados del barrio.

Los datos del festival son los que son. 52 participantes, por 52 locales, más dos invitados. Y el vecindario de Lavapiés observando sin desatender su bregar cotidiano. Las comisarias del festival, galeristas de La Panartería, que son dos, explican la historia del autor invitado. Basket of Nean, con sus «canastas» cada vez más pixeladas en losas como de piscina y esa admiración que despierta este artista por su evolución y su recreación 'ex profeso' de la antigua Fuente de Lavapiés. Allí Blanca León y María Heredia, las mismas directoras de La Panartería, sacan al periodista de una duda fundamental. Que el grafiti es ilegal, mas el mural está permitido. Todo depende de permisos, pero a ellas le fascina la evolución de Basket of Nean; de una simple canasta con los «colores de Los Angeles Lakers» a quien es hoy. La influencia de Invader es clara, pero el mosaico en la calle no es patrimonio de nadie. Así, en sus influencias, están Banksy o 1UP, dicen con simpatía y con enciclopédico conocimiento de causa.

Más arriba, en la operativa sincrónica de los genios, está Fugaz, que tiene el 'norte' «en Will Eisner» y en la fachada esquinera del 'Café Barbieri'. Se le ve afanado, con un cartón y la «línea franco-belga», finalizando un tapiz. Cita a «Ibáñez», y reitera que, siempre, toda obra artística suya incluye «un diálogo». Pinta Fugaz con cartones que luego fija con una «mezcla de cola y agua». Una técnica a la inversa de los conservadores de las pinturas románicas y que, según la organización, no es invasiva. Por eso protege los muros de granito berroqueño con papeles.

Imagen principal - Arriba, Zai con sus gatos. Sobre estas líneas, Raquel Coba en plena creación y la versión de Basket of Nean de la antigua Fuente de Lavapiés
Imagen secundaria 1 - Arriba, Zai con sus gatos. Sobre estas líneas, Raquel Coba en plena creación y la versión de Basket of Nean de la antigua Fuente de Lavapiés
Imagen secundaria 2 - Arriba, Zai con sus gatos. Sobre estas líneas, Raquel Coba en plena creación y la versión de Basket of Nean de la antigua Fuente de Lavapiés
EL ARTISTA Y SU OBRA Arriba, Zai con sus gatos. Sobre estas líneas, Raquel Coba en plena creación y la versión de Basket of Nean de la antigua Fuente de Lavapiés ISABEL PERMUY

En el mismo Lavapiés hay quien como Vicente, con su carro de la compra y las gafas graduadas en otro milenio, anhela salir en el mural en creación, e insiste en su demanda con el carro como 'arma cargada de futuro'. Fugaz le dio la esperanza y este hombre, «el más viejo» de su portal, abría su casa con un murmurar. El barrio es, además, un museo de lo presente. Donde el barrio dialoga con estos jóvenes tocados por la inspiración.

Los artistas no se esconden. Hasta guardan los abalorios en los locales donde actúan.

Raquel Coba, esquina del Ave María con Rodas está enfrascada en lo suyo. El cronista iba viendo fuego y la pintora le corrigió: «Son flores, y mi idea es la de la primavera».

Lavapiés, gracias a la asociación de comerciantes y empresarios del barrio, concita lo más granado del arte urbano. Son muchos los que compiten, pero con el espíritu del que avisaba Zai, «estamos aquí para conocernos, pasar un buen rato». Y poner en común, y a la vista, el cogollo del arte urbano en España. Dante Arcade, «inspirado en lo que le mandó» el «mundo de los 'arcade',» trata su creación, 'Fragments', como un diálogo entre «lo romántico 'vintage'» y lo «avanzado que está el mundo». Ya lo hizo Chaplin en 'Tiempos Modernos', aunque conviene incidir en esta dialéctica.

Los extranjeros habituales de la plaza de Lavapiés, ya ni miran cuando se planta una cámara fotográfica. Comen pipas en las barandas de la entrada del metro, inasequibles al desaliento.

A 50 metros, el arte urbano nacional y más allá ha encontrado su hospedaje. Siguen cayendo cáscaras de pipas. Quedan muchos días hasta el 5 de mayo (todo empezó el 8 de abril), y los artistas van a hacer más amables sus cuatro esquinas cotidianas. Cuando los faroles alumbren el desperdigarse por las calles 'tuneadas' de Lavapiés.

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