LAPISABIEN
Recuerdo no vivido de Chicote
Voy perdiendo el mapa de la idealización madrileña
El Dandi de Barcelona
Se me ha venido a las mientes el Madrid de Perico Chicote. Así, por casualidad. Un Madrid de burbujas, belleza y modernidad frente a los tiempos tan oscuros. Me ha entrado una nostalgia de lo no vivido, madrileñísima. Ese Madrid libre pese a la ... época y ese coctelero que en sí encerraba en su museo de botellas, en sus combinados, mucha España. Muchas España. A veces, sin pensarlo mucho, me sale ese Madrid en el paladar de lo no vivido. Cuando los señoritos se creían en Nueva York, y la Gran Vía les permitía ese sueño. Un sueño de la misma materia y peso que el de Chicote, cuando atendía de niño en el mercado de los Mostenses a los primeros bebedores y ese sueño que digo era como un imperio de la felicidad, la confianza y la penicilina.
Paseo por planos divergentes de la ciudad; la que quise habitar y la que es. Chicote era único, y, pese al chotis de Agustín Lara, no goza de que la ciudad lo reconozca. Y eso cuando su biografía es la de un superviviente. Una placa, eso sí, lo recuerda cerca de mi casa cuando pasa el tráfico raudo o paquidérmico. Es justo ahí cuando cuando miro a los prohombres de la historia de Madrid, y que nadie les eche demasiadas cuentas me genera una mueca contraria. Pero es el sino de la ciudad alegre y confiada.
En Chicote, aparte de la crema de la intelectualidad, pasaba la Historia con sus secretos, que están guardados bajo siete llaves. Alguna vez he brujuleado por Chicote, que mantiene su elegancia de antaño, su teléfono. Todo lo que lo fija en el imaginario de los que vinimos a la capital, viéndola con sus ribetes de grandeza.
De Chicote hombre tengo amigos comunes a pesar de la edad, que entre el Corral de la Morería y lo vivido en Riscal me van cartografiando aquella ciudad. Allí donde Ava Gardner era feliz y el criminal Jarabo sacaba su otra cara, la de ser todo un señor fino y 'madriles'. Me voy fijando en lugares de Madrid así; Chicote, el Gijón, el Comunista. Empiezo a pensar que se me ha desdibujado el plano de la idealización madrileña. Y no sé si eso es bueno. O si es lo que nos queda.
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