LAPISABIEN
Porteros
El portero madrileño es la memoria del barrio, el ser que está por servir, ayudar, darnos lo mejor de su vida
Qué poco caso le hacemos a los porteros. A los de librea y a los más modestos. Los veo, a la mañana, subiendo la prensa a los impedidos, y luego, al mediodía, en los ratos de sol y cierta holganza, fumando lo que pueden y ... les damos los fumadores sociales.
El portero madrileño es la memoria del barrio que vive arriba o abajo, con un recuerdo de Santillana del Mar; el ser que está por servir, ayudar, darnos lo mejor de su vida para que en los viejos y los nuevos edificios todo funcione. Un cable que se rompe y ahí está, la cerradura engrasada, el ascensor limpio, la correspondencia segura. Un padre de finca, un patriarca de edificio.
Tuvieron porteros y porteras 'gatos' mala fama cuando a los españoles nos dio por matarnos, pero eran otros tiempos. Mateo es de Galicia y saludador, algunas veces lo mando a por tabaco -el tabaco en el mundo de los porteros de Argüelles es moneda de cambio, como en el 'maco'- con el DNI para que me retire la medicación. Me pregunta por la familia, por el día.
Me gusta pegar la hebra con él después del día de duro bregar. Porque está ahí todo, lo que ha pasado en el bloque, que es la vida que pasa. Un balcón que está por caerse o que se ha escuchado pasar a Pedro Sánchez con la guardia mora por Princesa.
Yo a los porteros de mi barrio los quiero, los 'arrejunto' en el quiosco de Javi los sábados y ponemos verde al lucero del alba. A veces me dan entradas para los toros (nunca para Morante), siempre me saludan y hacen el esfuerzo de leerme, lo cual se agradece.
Sepa, lector, que el portero de las viviendas de mi barrio mesocrático (Álvaro Pombo dixit), y de todos los barrios es una institución a la que hay que homenajear. Un periodista es un portero, y una portería es es una escuela de Periodismo.
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