LAPISABIÉN
Una memoria de Puerta Grande
Los madrileños saben que tocarte a ti es abrazar a tu padre
El sablazo
![Antonio Ordóñez en Las Ventas en 1968](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2025/01/13/8965417-RPgdgGEZgJ3Eej9hZiJEMfP-1200x840@diario_abc.jpg)
Yo no sé qué decirte. Yo sé qué escribirte, que la palabra impresa siempre va más al corazón que a las fórmulas tristes y gastadas del consuelo. Se ha ido tu padre, tú báculo. Se ha ido porque estaba, y tú, amigo, has ... tenido oportunidad de disfrutarlo. De ser el privilegiado que ha podido tenerlo como cómplice, como consejero, como modelo en el que te acuñaste tú, por propia voluntad.
Ahí queda todo ese legado del que podrás echar mano en esos momentos de debilidad que arrugan a todo buen hijo esos días en que Morante brilla o suena, por la plaza de Aranjuez, 'Cielo Andaluz'.
Cuando las lágrimas pasen, cuando el todo Madrid te haya dado el pésame, porque los habitantes de esta ciudad necesitan también tocar algo tan de tu padre como tú mismo, sabrás que te sigue amando desde otra dimensión, desde otras dimensiones del tiempo. Manuel Alcántara contaba que a los seres queridos no se les deja de querer porque hayan muerto. Y tenía razón.
Yo quiero que las fotos las sigas conservando completas; las del negocio, las de los amigos, las de todos aquellos que vieron que tu padre, más que regentar un local, creaba un ambiente. Que es el primer paso para todo aquel que quiera crear cultura. Por eso, el llanto primero, y después el reconocimiento de esta ciudad. Por su saber hacer, su bonhomía. Su entereza en un mundo de criterios cambiantes.
Yo te conozco a ti, y hay algo que me dice que te van llegando fuerzas remotas desde el éter. Cuando veas un torero de arte y de quietud te acordarás de él, del primer día que te llevó a conocer el hielo cálido de la arena de Las Ventas.
Quiero que el dolor mute a nostalgia, y, de ahí, a admiración completa y feliz. Lo conseguirás. De momento llevas un ramillete de fotografías en el que la intelectualidad, la Fiesta, está retratada con él. En pequeños detalles, en una sonrisa ante una foto, reside la inmortalidad. Cuenta, por mi parte, con una sonrisa y un santiguarme cuando pase por delante de su templo de la gastronomía, del pensar, de la felicidad. Hevia.
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