Madrid-NYC

El problema, en cierto modo, ha sido nuestro porque en el inconsciente teníamos escrito que no éramos nadie. Después de los brillos de la Expo de Sevilla y de los Juegos Olímpicos, después y antes de ese 92, bastante teníamos con enterrar a inocentes y mirar en los bajos del coche día a día, mañana tras mañana.

De modo que, entonces, Ayuso se ha ido a Nueva York a buscar inversiones, una vez que la prensa de allí le tiene en palmitas y hace bien, que hace unos meses, esos mismos periódicos a quien tenían en portada era a Rubiales. Porque cuando ven desde la capital del mundo que hay una región atractiva, cerca del Mediterráneo y donde gozamos del milagro del sol, ya tenemos puesta una pica en Brooklyn.

Aparte la labor de Ayuso, que no es el tema de esta tronera, está la de esta comunidad pujante pese a todo. Ya, más o menos, va cayendo el mito de la Cataluña industriosa y el Madrid de los funcionarios. Cayó cuando el 'procés'. La realidad fue que Madrid tirando del carro era algo que, por esa configuración inexacta de España, pareció imposible.

Luego están los odiadores de Ayuso, que lo son en realidad de Madrid y todo lo que suene a evolución . Mezclando una visita institucional con no sé qué argumentarios sesgados, ahora que, aprovechando la guerra en Oriente Próximo, tienen donde sacar munición contra todo aquel que no les arriende las ganancias ni lleve puesta una 'kufiya'. Por eso 'X' (antiguo Twitter) es el espejo de la carcundia en estos días concretos y trémulos.

Quedémonos con que Madrid mueve y se mueve. Ya es el nuevo Miami, y en estas cosas, cuando el mundo nos contempla, conviene poner buena cara y no dejar escapar el tren. Nos va mucho en ello. Ya lo venda Ayuso o el lucero del alba. Al final, tenemos que creernos que somos Nueva York. Sin el Hudson pero con Madrid Río, que tiene puentes bajo los que solo reman los suspiros.