Si yo fuera 'colono'

Los 'colonos' nos muestran muchas veces ese espacio íntimo que les permite la ciudad, sus lugares, y muchas veces me he sentido tentado de preguntarme y de responderme que dónde me siento en el Madrid más Madrid, dónde la ciudad me entra por ósmosis desde los pies hasta el alma. Y no sé responder.

Tampoco diría un sitio exacto, sino un momento concreto, de pasajero en un VTC, sonando Cole Porter una noche sin tráfico, y afuera, ya avanzado el otoño, las terrazas iluminadas de mis coetáneos, contándose sus cuitas del día. Tampoco podría señalar lo peor de esta ciudad que, algunos días prístinos, parece que acaba en la Sierra, y hay estrellas, y todo ésta como recién hecho. No podría criticar nada por esa misma bipolaridad, no es que el tráfico sea como una seña de identidad como se dijo, pero a veces, una retención te hace sentir vivo. El blues de la urbe que nunca frena.

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Los 'colonos', yo mismo, hemos traído la vida aquí. Y muchos hemos perdido las marinas y las fotografías de nuestra provincia en una mudanza o en un descuido. Y también hemos aguantado los primeros momentos, cuando la ciudad no es todo lo acogedora que dicen que es. Tampoco yo me he preguntado por el futuro de la ciudad, que es vivir en un sótano y pensar no más que en el día siguiente que corresponde al calendario.

Mi Madrid de' colono' ya viejo es ese; de ciudades superpuestas en las que el Viaducto puede ser lo mismo un canto castizo a la vida que una visión metafísica y triste del Guadarrama.

Y aquí seguimos.