Lapisabien
Bizcotur
Ojalá un 'colono' a Cela. Entre la IA, la neurona que me queda y la hemeroteca se podría
San Uno de Janeiro
Ahora leo a Cela, releo a Cela, que nunca se va. Los Reyes Magos no me traerán a Cela, pero ahí están sus libros, sus recopilaciones en la casa materna. Qué oído para la calle madrileña de los miserables poetas, de los poetas ... míseros, de los pobres vates. Veo 'La Colmena', obra maestra de Mario Camus sobre el texto celiano, pero leo 'La Colmena' y me va quedando lo de Doña Rosa: «Nos ha merengao». Habla de un tiempo y de un país de comisionistas, gitanillos con fandango y frío y subsecretarios con querida. Y luego el 'Nuevo Viaje a la Alcarria', que habla, y bien, antes de las Tetas de Viana y de las tierras alcarreñas, de Madrid. Un Madrid no tan lejano y donde por en el bregar diario paso.
Madrid, a Cela, no lo tiene muy homenajeado. Y eso que parte de su vida estuvo aquí, antes de volverse un cachondo gozne entre los escritores que habían perdido la literatura y los que habían perdido la tierra. Desde Mallorca, que se ve todo con más perspectiva.
Cela, como Umbral, nos dejó retazos de ese Madrid que ya es difícil de encontrar. Las tertulias no existen, o son una 'performance' del personal de Lavapiés, que va a su aire y tira más personal circense. Retazo de tertulia es lo que hay en el Varela antes de que Solano Franco deslumbre con su lirismo andaluz y brillante ante unos escritores que, de normal, andamos mustios y no sabemos hacer otra cosa que palmar la herencia en convidar a editores que nos hacen caso relativo. Porque Solano es como una luz que pone literatura donde antes se estaba hablando del CGPJ; la luz del Mediterráneo, por ejemplo. Y es que el escritor de ahora en Madrid sólo ve política, como los burros, que no miran en derredor.
Yo, por eso, me acuerdo de Cela, de su Madrid. Que no es el de hoy, que tiene otra pobreza moral pero que venimos contando y que ha perdido la sana golfería de tullidos y subvencionados. Insisto en que la ciudad, entre tanto turiferario de la posmodernidad, debe homenajear a Cela, sacarlo del Café y reivindicarlo como propio pese a la nacencia galaica. Madrid es carpetovetónica, y eso no se le puede quitar a nadie. El Madrid del «bizcotur»: ése es el que yo quiero. Ojalá un 'colono' a Cela. Entre la IA, la neurona que me queda y la hemeroteca se podría.
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