Jesús Cimarro: «Desde mi balcón me dije que algún día trabajaría en el Teatro de Lina Morgan»
COLONOS
El hombre del teatro en Madrid es, a su vez, hombre de largos paseos por la ciudad más histórica
«En Madrid hubo un momento en que la inspiración nos llegó a todos. La Movida»
![El entrevistado, en el patio de butacas del Teatro La Latina](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/03/07/Cimarroparaoptimi-RjOGMcTquu6HlprChMTSL5L-1200x840@abc.jpg)
Jesús Cimarro dejó Ermua, bella localidad de infausto recuerdo y constructivo 'Espíritu', para convertirse en el hombre de teatro en Madrid. Porque en Madrid pasa todo, pese a los esfuerzos periféricos y 'periferiantes' por disponer de un tejido dramático propio. En su despacho de ... La Latina, al lado de donde empezó a vivir, brilla el resol de Madrid, hay un convento de monjas, lo que le da más variedad al conjunto. De las obras sicalípticas de antaño de Lina Morgan a las monjitas, a las que seguro le llegan cada noche los aplausos.
Cimarro dirige el Teatro La Latina, claro; también el Bellas Artes y el Reina Victoria, además de ser el negociador, el eslabón entre las administraciones públicas madrileñas a todos los niveles, y el arte de Talía, que según él en Madrid tiene una parada obligada. Y más en esa zona de La Latina, remozada pero con ese sabor a lentejuela, a desinfectante, a carcajada y a comedia de enredos.
Cuando se le entrevista, todo en el teatro, el que fue de Lina Morgan, está 'customizado' (extranjerismo imperdonable pero que viene que ni pintado) de 'Los niños del coro'. Cimarro es amable, de esa amabilidad norteña de quien llega a Madrid y le coge el ritmo a la ciudad. Comprende que Madrid ha tenido un boom de los musicales en español después de la pandemia. Acaso porque en provincias, después del confinamiento y ver 'El jardín de las Delicias' en El Prado, a los niños había que darles una golosina de felicidad. El teatro tiene sus nervaduras internas, y Cimarro, que lleva la intemerata con su compañía Pentación, es el hombre del teatro en Madrid.
Un productor amable, tan distinto al perfil pícaro de centurias pasadas. Que dirija el Festival de Teatro Clásico de Mérida no es casualidad. Sabe que el público es, casi siempre, dual en sus gustos. De la comedia sin más complicaciones a Aristófanes. Porque el teatro es su religión y ninguna obra con su luz, su sonido, su apuntador, y su ensayo, es menor.
— Se viene de Ermua. Años duros. En el 86.
Me vine y decidí quedarme aquí, trabajaba con una compañía de teatro en Euskadi, pero opté por eso, por quedarme. En el año 87 hice una gira por Estados Unidos y Canadá. Y en febrero del 87 fundamos Pentación. Y mira que es raro que un nombre y un CIF se mantengan tanto tiempo.
— Pentación es 'la niña de sus ojos'...
Gran parte de mi vida profesional la he desarrollado en la empresa. Dirijo el Festival de Mérida y además soy el presidente de la Asociación de Productores y teatros de Madrid. Y presidente de la Federación Estatal de Asociaciones de Teatro y Danza de España. En cuatro años, presidente de la Academia de Artes Escénicas de España, es decir, que de alguna manera trabajo con la empresa que gestiona La Latina, el Reina Victoria o el Bellas Artes. Director artístico de los tres teatros. Y también trabajo para unir el sector con las Administraciones Públicas.
— Gran currículum. Oiga, pero dejar Ermua y venir a Madrid. Sigo.
Bueno, yo desde los quince años venía con cierta asiduidad a Madrid. A ver cosas. Y tenía claro que en Euskadi se me quedaban muy pequeños los planes que yo ambicionaba. Y Madrid sí me daba esa oportunidad; una oportunidad para trabajar en una empresa de producción y gestión escénica. Con 120 personas.
— ¿Madrid ha tenido un microclima especial al teatro?
Sí. Ha tenido un espacio importante para las artes escénicas. Y no es casualidad. Desde que yo vine, y va para 37 años, Madrid se ha convertido en la tercera capital mundial del teatro. Y en la primera de musicales en castellano. Madrid es un potencial para alguien que se quiera dedicar a la producción y gestión del teatro. Eso no quita que haya núcleos como Cataluña, Barcelona, Bilbao, Sevilla o Galicia que tienen su patrimonio en artes escénicas, que para eso somos un país muy rico.
— Y cuando arribó, ¿dónde 'puso el huevo', que diría un castizo?
Me instalé en la calle de Toledo número 69, justo enfrente del Teatro La Latina, y de ahí veía las colas de Lina Morgan recorrer sus éxitos. Y siempre me decía desde el balcón de mi casa: «Algún día trabajaré en ese teatro». Y no sólo trabajé, en un momento alquilamos el teatro y más tarde lo compramos. A veces, en la vida, cuando uno se plantea sueños, los sueños se cumplen.
— ¿En Madrid es que los sueños se cumplen?
—Sí, porque es una ciudad que da mucha oportunidad. Una ciudad que si no tienes trabajo es muy dura; si lo tienes, es mucho más llevadera.
«El teatro no se muere de éxito. Llevamos dos mil años así. Bendita crisis»
— ¿Podemos morir de éxito con los musicales?
La oferta se va a colocar tras la pandemia. Seis o siete musicales y el resto obras de teatro de pequeño, mediano y gran formato. No se muere de éxito, el éxito hay que aprovecharlo. El teatro lleva dos mil años en crisis, bendita crisis.
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— ¿El madrileño es un hombre de teatro o más bien un personaje de teatro?
El madrileño por suerte tiene una oferta muy amplia y muy variada. Puede elegir lo que quiere ver. Lo que sí invito es que los madrileños disfruten de una vida cultural inmensa.
— Somos aficionados a pedir un 'pero'
Yo creo que los poderes públicos deben dotar de presupuesto a la cultural. Y la cultura no es un gasto, es una inversión. Se destina un 1,4% que repercute en un 3,2% a nivel de PIB. Así que ya ves. Lo que se invierte se recupera. Y más del doble.
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