Cien años del Hospital Santa Cristina: 385.000 partos y una unidad de ELA

El centro, que nació como la primera maternidad y escuela de matronas de España, fue creado gracias a la colaboración de una reina, un doctor y una junta de señoras 

El renacer del abandonado Hospital Puerta de Hierro de Madrid como primera residencia mundial para pacientes de ELA

La fachada del histórico edificio del hospital, declarada BIC Tania Sieira

Hace ahora cien años, comenzó a funcionar el que iba a convertirse el primer hospital donde las mujeres dieran a luz con las garantías de higiene y atención suficientes. Donde el instrumental se desinfectaba y la ropa de cama se lavaba, y las atendieran ... profesionales formados. Durante estas décadas, han nacido allí casi 400.000 niños, y aunque los tiempos le obligaron a un cambio de actividad, y a sustituir partos por cirugías y cuidados paliativos –y en breve, una unidad de media estancia para pacientes de ELA–, ahora afronta una segunda vida con casi 120.000 consultas al año y más de 13.000 intervenciones en 2023. Es el Hospital Santa Cristina, emplazado en el centro de la capital y en un edificio declarado BIC por su singularidad arquitectónica.

La fascinante historia de este centro hospitalario y su desarrollo a lo largo de todo un siglo la recogen Carmen Manzanares y Carlos Lozano en su libro sobre el centenario del Hospital Santa Cristina. Que nació de la voluntad unida de varias fuerza: una reina con conciencia social, María Cristina de Habsburgo; un ginecólogo de pocas palabras pero muchos hechos, José Gálvez Ginachero; y una Junta de Señoras que supieron y quisieron ver la oscura realidad de una época. Una realidad que describió, con toda nitidez, el médico e higienista húngaro afincado en España Philip Hauser, que escribió un detallado informe sobre las penosas condiciones en las que nacían los niños en la Maternidad Provincial de la calle Mesón de Paredes.

El relato que hace el médico en su informe sobre este centro es estremecedor: allí se asistía «a toda mujer soltera, viuda o casada que se propone deshacerse del fruto de su embarazo. También toda mujer pobre que no tiene medios ni casa para dar a luz en ella. Igualmente, las mujeres de costumbres sospechosas que se encuentran embarazadas y un último grupo formado por mujeres que acuden a altas horas de la noche bien vestidas y con apariencia de señoras, permaneciendo las horas necesarias para salir de sus cuidados y poco después de haberse sacudido del peso que oprimía su conciencia se visten y abandonan el centro».

Decía el médico que «el paritorio, las mesas de parto, los quirófanos y el material quirúrgico utilizado está sucio, y en muchas ocasiones oxidado». Que no había sala de aislamiento para enfermas con fiebre puerperal y otras enfermas infecciosas, ni tampoco depósito de cadáveres. «Los retretes no tenían descarga de agua y no había agua caliente en ningún piso». No es extraño que, con estas circunstancias, el centro registrara además altas estadísticas de fiebre puerperal y alta morbilidad y mortalidad.

Tras leer el texto del doctor Hauser, el doctor Gálvez, que había viajado varios años con becas a Francia y Alemania, y había conocido allí las instalaciones más modernas y las técnicas obstétricas, la asepsia y la antisepsia, queda escandalizado. Y se pone en contacto con su amiga Amalia Loring, esposa de Francisco Silvela, la persona que le había introducido como médico en la alta sociedad madrileña, donde había llegado a tratar a la Reina Regente, María Cristina.

HOSPITAL Arriba antiguas herramientas de obstetricia; sobre estas líneas, la capilla y el gerente del centro, Guillermo Ceñal Tania Sieira

Gálvez queda asombrado, tras una visita, del estado de la maternidad de Mesón de Paredes. Y se embarca en la misión de fundar un hospital que proporcione la atención adecuada tanto a las madres como a los recién nacidos. Se lo cuenta a Amalia Loring, que era una de las Damas de Honor y Mérito que estaban tras esa maternidad de Mesón de Paredes. Las Damas acuden a ver el centro y descubren las terribles condiciones en que se desarrolla su actividad. Se entrevistan con la reina María Cristina para buscar soluciones. Esta siempre estuvo a su lado, echándoles una mano.

Sin paños calientes

De momento, por su intercesión, consiguen que la Diputación les de un dinero para reparar el hospital. Pero no tiene remedio: no sirve de nada poner paños calientes, hace falta un nuevo centro. La reina, que ya no es regente, convoca a las Damas en junio de 1903, y comienzan a trabajar en un proyecto de hospital que atienda partos, sea benéfico-docente y tenga escuela de matronas. Las Damas se constituyen en Junta de Señoras, y María Cristina les dona una parcela de su propiedad muy cerca de la calle O,Donnell.

En la que ha sido durante décadas gran maternidad ahora se atienden 130.000 consultas al año, y se realizan 13.000 cirugías

Ese es el inicio del Hospital Santa Cristina, que nació, tal y como aún reza el rótulo de su fachada, como «Casa de Salud y Escuela de Matronas», la primera en su género que hubo en España. La alumna número uno del hospital fue la señorita Carmen Palazón, malagueña; hubo internas –las estudiantes que venían de fuera de Madrid– y externas, y llegaron a formarse durante todos estos años 2.073 matronas. Aún se conservan en el recinto algunos de los antiguos instrumentos obstétricos con los que aprendieron.

400.000 pesetas

La Junta de Señoras fue imprescindible para que el proyecto arrancara y, sobre todo, para que aterrizara: tuvieron entre sus cometidos recaudar fondos para iniciar la construcción primero, y continuarla y permitir que funcionara después. Por todos los medios, incluido el boca a boca y algunas rifas, lograron reunir casi 400.000 pesetas para iniciar la construcción. La primera piedra se puso en 1904, en presencia del rey Alfonso XIII, y el Hospital Santa Cristina fue concluido e inaugurado en 1924.

No sin problemas: hubo 'baches' financieros en 1907 y en 1908, que pusieron en riesgo la continuidad del proyecto. Por eso, con el consejo de la reina, se optó por una solución duradera: se consigue una subvención anual del Estado de 100.000 pesetas, pero a cambio tienen que donarle el edificio. Un Patronato, del que también la Junta formaba parte, se hizo cargo desde entonces del centro, que pasó a ser gestionado por las monjas de la Comunidad de Hijas de la Caridad, hasta 1986.

LAS CLAVES

Modernizar

Los estudios del doctor Hauster sobre la falta de higiene y condiciones en otros centros movieron a la reina, un reputado ginecólogo y un grupo de damas de la alta sociedad a promover la creación de este hospital, donde las mujeres dieran a luz por métodos modernos.

1904

Fue el año en que se puso la primera piedra del Hospital de Santa Cristina. Pero los numerosos baches económicos que encontró en su desarrollo llevaron a que las obras tardaran 20 años en concluirse: en junio de 1924 fue la inauguración oficial.

Derivaciones

Desde que dejó de ser maternidad, el Santa Cristina se ha diversificado en varias consultas y cirugías, a las que llegan los pacientes derivados de otros hospitales madrileños.

2.073

Matronas se han formado en esta escuela durante los años que ha permanecido abierta y con ese uso. La profesionalización de este colectivo fue clave en la reducción de la mortalidad y la mejora de la atención a las parturientas.

El hospital lo diseñó el arquitecto Luis Landecho, autor también de otros edificios singulares de la época, como el del Hotel Ritz o el Ateneo; con un patio central habitable en el que había un rincón especialmente deseado por las madres –que se quedaban, tras el parto, unos 10 días de media–: con un arco de flores y una imagen de la virgen. En el patio también estaba la campana que funcionaba como 'busca' antes de que se inventara este aparato: «Un toque significaba que tenía que acudir un adjunto; dos, el jefe de servicio; tres es que había un desastre», ilustra Carmen Manzanares en su libro sobre el centenario del hospital.

Bautizos 'in situ'

Todos los niños que nacían allí eran bautizados en su capilla. El primero, de nombre Alfonso, lo hizo en abril de 1924, antes incluso de la inauguración oficial del recinto, y fue sacado de la pila bautismal por la reina María Cristina. La capilla se mantiene tal cual se fundó, con piezas como una cerámica azul de Ruiz de Luna, de Talavera, que estuvo en el nido de niños –había una similar, en rosa, en el de las niñas–; o un bello sagrario con un labrado exterior e interior muy destacado.

La Junta de Señoras compró también la parcela colindante, con intención de levantar allí una guardería. En 1934, el espacio se alquiló a un particular para la explotación de una pista de tenis. Y tras la guerra, ese mismo terreno ayudó al abastecimiento del hospital y sus pacientes, con una vaquería que contaba con 10 vacas, y una huerta de la que cuidó durante muchos años un empleado llamado Ramón Martín.

Fin de la maternidad

El Hospital de Santa Cristina pasó en lo años 80 al Insalud, y dejó de ser maternidad en 200, cuando se abrió la nueva de O'Donnell. Ahí le tocó reinventarse, y desde luego supo hacerlo: según explica a ABC su gerente, Guillermo Ceñal, ahora atiende unas 120.000 consultas al año y en él se realizan unas 13.000 operaciones por ejercicio, el 80 por ciento de ellas sin ingreso, de tipo ambulatorio Tiene servicios de cirugía general, digestiva, ortopédica, ginecología, urología, oftalmología y plástica, y cinco unidades especiales, entre ellas una dedicada la dedicada a trastornos de la conducta alimentaria para adultos, o la de cuidados paliativos, «una unidad de referencia con mucha demanda».

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«Nos llegan pacientes derivados de todos los hospitales de Madrid, pero sobra todo del 12 de Octubre, Ramón y Cajal, Infanta Leonor, Gregorio Marañón y La Princesa», añade. Su reto ahora es «la nueva unidad de media estancia para pacientes de ELA, que se va a abrir en el primer semestre de 2025». Sus 850 trabajadores, entre ellos un 10-15 por ciento de médicos, seguirán adelante con el legado del hospital.

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