El hombre que se atreve a estrenar dos cines de barrio en la era Netflix
Los cines Embajadores prosperan con otras tres salas en Arganzuela y beneficios de 90.000 euros anuales
La valentía de los nuevos cines Embajadores: «La mejor recompensa es que los vecinos digan que somos necesarios»
![El promotor de los cines de barrio, Miguel Ángel Pérez](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/02/cines-1-RslkPvXFH4pBI6Sy671qdvM-1200x840@diario_abc.jpg)
En este cine no hay palomitas. Tampoco salas enormes. La más grande tiene dos columnas de cinco butacas por fila, poco más de medio centenar de localidades. En las taquillas venden camisetas de 'merchandising'. «El cine más pequeño del mundo». «Es como estar en el ... salón de tu casa». Ese concepto ha calado entre los vecinos de Arganzuela. El único cine de barrio que se atrevió a abrir en plena pandemia, el Embajadores, ha inaugurado hace pocos meses otras tres salas, el Embajadores Río. Una aventura, en la era de las plataformas de 'streaming' y pese al mantra de que cada vez va menos gente al cine, que marcha bien e incluso proporciona beneficios.
Miguel Ángel Pérez, de 61 años, siempre ve el vaso medio lleno. «No soy tendente a llorar. Eso me da mucha rabia de mis colegas, que siempre están diciendo que va todo fatal, que no tienen dinero... Si yo lo hago, es porque las cuentas salen», dice por teléfono el promotor de estos cines madrileños; habla con ABC desde Oviedo, donde está ultimando los preparativos para abrir su tercer cine, previsiblemente, después de Semana Santa. Son palabras mayores en un sector que torea la inflación y la avalancha de estrenos en plataformas digitales desde hace años.
Pérez ha dedicado toda su vida a distribuir películas a través de su empresa Surtsey Films, hasta que quiso algo «más estable». Estrenó su primer cine (glorieta de Santa María de la Cabeza, 5) el 10 de julio de 2020, a contracorriente y con mascarillas, pequeño –la sala más grande tiene 93 butacas; las otras dos, cincuenta– y con alma de barrio. El pasado 20 de septiembre replicó el concepto a solo cuatro minutos a pie del original (calle Ercilla, 53). El director Fernando Trueba apadrinó esa segunda inauguración con la cinta 'Chico y Rita' en una pantalla de 7 metros de largo delante de 109 butacas.
«El negocio va bien, sinceramente, estamos contentos, a pesar de que somos un cine muy particular», asegura Pérez. No hay barra, las palomitas están reservadas para los niños, durante las sesiones infantiles. Tampoco publicidad. «Consideramos que si una persona paga una entrada, pues no tienes por qué meterle 15 minutos de anuncios como hacen la mayoría de los cines», sostiene su promotor. El trato es familiar y una de las claves del éxito en un barrio donde los vecinos todavía se conocen y conocen al dueño del cine. «Si alguien devuelve una entrada, pues no le preguntamos por qué razón, se la devolvemos y ya está. Si una persona mayor llama por teléfono para que le reservemos una entrada, lo hacemos», resume Pérez.
El que rompe tendencias
Las seis salas, que no llegan a las 430 localidades, proyectan taquillazos como 'Barbie' y 'Oppenheimer', películas extranjeras en versión original y, sobre todo, mucho cine patrio por 7 euros el tique. «Tenemos mucho más éxito con el cine español, porque hay un público más adulto al que no le gusta tanto leer subtítulos. A veces llegan y dicen: «Denos una entrada para una película española, la que sea»», cuenta Pérez. En el año 2022, el Embajadores fue el tercer cine de España en recaudación por 'Maixabel', el largometraje de Icíar Bollaín, después de que cosechara tres Goya.
El primer cine Embajadores ocupó una antigua sucursal bancaria y el segundo una tienda de alfombras. Es un cambio que rompe con la tendencia de los últimos años, de cines que cierran para siempre y cadenas de supermercados que se apropian de esos locales espaciosos. Menos cultura y más consumo. En la capital hay una cuarentena de cines, casi un cuarto concentrados en Chamberí, pero faltan salas en diez de los 21 distritos. Chamartín, Tetuán, Latina, Moratalaz, Usera, Villaverde, Puente de Vallecas, Vicálvaro, Villa de Vallecas y Barajas no tienen ninguno. Un millón y medio de vecinos, la mitad de la población madrileña, no puede ir al cine en su propio barrio. Algunos, como ocurre en Carabanchel o San Blas-Canillejas, solo disponen de grandes pantallas en centros comerciales.
Los neófitos de Arganzuela son la excepción a la regla y, aunque no hayan sido baratos, funcionan. El año pasado, los cines Embajadores amasaron 90.000 euros de beneficios. «Eso no quiere decir que no tengamos deudas», matiza Pérez, que ha puesto de su bolsillo y a golpe de préstamo cientos de miles de euros. Solo en el nuevo Embajadores Río ha invertido 900.000 euros y, en total, debe devolver 500.000 euros en créditos. «Somos una empresa pequeña y, bueno, con préstamos a largo plazo los vas pagando», comenta.
![La sala principal de los cines Embajadores, que abrieron en 2020](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/02/cines-2-U75373004148LLK-760x427@diario_abc.jpg)
También hay sombras en esta hazaña. Hace dos semanas, Pérez descubrió que su nuevo cine no podrá optar a la misma ayuda pública de la que se ha beneficiado el original. Es una subvención que concede el Ayuntamiento de Madrid a las salas de exhibición cinematográfica (en la calle y en centros comerciales) para cubrir los gastos corrientes del alquiler, la luz o el agua. Sin embargo, es imprescindible tener un año de antigüedad desde el momento de la convocatoria, que saldrá esta primavera. «Nos van a dejar fuera y es absurdo, porque las ayudas cubren los gastos entre septiembre de 2023 y junio de 2024, y eso lo cumplimos pues abrimos en septiembre», lamenta Pérez.
En la convocatoria de 2023, el Área de Cultura, Turismo y Deporte repartió 370.000 euros entre seis cines de Madrid, desde el MK2 del Palacio de Hielo (135.165,99 euros) hasta la Sala Equis (48.949,44 euros). Es uno de los pocos ayuntamientos que apoyan al sector y una de las pocas ayudas Covid que han perdurado. «Las hemos mantenido y mejorado, porque antes no eran ayudas de concurrencia competitiva, sino por orden de prelación: el primero que entraba en la lista las conseguía», explica el director general de Programas y Actividades Culturales, Rafael Cabrera.
Pérez ha hablado directamente con Cabrera, y con la Federación de Cines de España (FECE) como intermediaria, pero el requisito es inamovible. «La responsabilidad de la administración pública es garantizar que cada solicitante tenga un mínimo de actividad. Las excepciones no existen, obviamente, y lamentándolo mucho», concluye a este diario Cabrera. Los cines Embajadores Río tendrán que esperar un año para recibir su parte, una subvención con la que su predecesor ya ha conseguido unos 10.000 euros. Por ahora, Pérez solo aprovecha unas ayudas a la contratación de la Comunidad de Madrid en una plantilla de treinta trabajadores, la mayoría jóvenes.
Un negocio valiente, en cifras
900.000
La inversión, en euros, que ha costado poner en marcha los nuevos cines Embajadores Río.
10.000
La ayuda, en euros, de la que se ha beneficiado el local original, los cines Embajadores, para cubrir los gastos corrientes.
427 butacas
La suma de localidades de los dos locales: tres salas y 193 butacas en el original, y otras tres salas y 234 asientos en el segundo.
1,5 millones
Los vecinos de Madrid (la mitad) que no tienen cine en sus barrios; faltan en diez de los 21 distritos.
Pérez tardó unos días en asumir la mala noticia. «Perder esta ayuda nos hace polvo la verdad», escribió en un wasap la semana pasada. Unos días más tarde insistía en eso de que siempre ve el vaso medio lleno. «El primer año, que es un poco el más duro, cuando realmente necesitarías más ayudas, es cuando te lo ponen más complicado para conseguirla», razona. Aun así, no piensa dejar que una subvención torpedee su negocio. Porque sus atrevidos cines «van bien» y porque está convencido de que el 'streaming' no se come a la gran pantalla. «Estamos en España, a la gente le encanta salir a ver películas. Las plataformas están perdiendo dinero, menos Netflix, y Disney ha vuelto a sacar en cines películas que había sacado solo en su plataforma. Hay sitio para todos», expone.
A veces, cuando Pérez visita los pequeños cines de Arganzuela, pasa vergüenza. Confiesa que algunos clientes se detienen a saludar y a darle la enhorabuena, que lo alaban como una suerte de héroe del vecindario. «Hemos animado muchísimo la vida cultural y, en general, la vida del barrio», reconoce. Ahí la vergüenza se tiñe de orgullo
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