Gruta77, un edificio para el rock’n’roll
La sala que programa más conciertos al año en la capital cumple, imparable, su décimo aniversario
Después de diez años colmados de conciertos gloriosos se ha convertido en un local mítico de Madrid, aunque también podría decirse que lo lleva siendo desde el mismo momento en que se abrieron sus puertas. Por alguna extraña razón, la atmósfera que allí se respira hace que muchos nuevos clientes piensen que lleva décadas funcionando, igual que les pasó a los primeros visitantes, allá por el año 2000. «¡Es verdad!», coincide el Indio, su fundador y propietario. «La gente nos preguntaba cuánto tiempo llevábamos allí porque tenían la impresión de que en la sala ya habían pasado muchas cosas… Yo llevaba diez años en el mundo de la noche, y eso de algún modo, se notó».
El Indio trabajaba en un garito de punk-rock llamado Asilo77, pero un buen día decidió pensar a lo grande y diseñó un proyecto mucho más ambicioso: «Montar un edificio entero dedicado exclusivamente al rock’n’roll, con una discoteca-sala de conciertos y tres plantas de locales de ensayo». Gracias a una excelente programación cuajada de grupos de culto, revelaciones underground y bandas legendarias, el Indio no tardó en lograr los primeros llenos y en hacerse un nombre en el extranjero. «Me di cuenta de que la sala era conocida fuera de España gracias a Stiff Little Fingers, la mítica banda de punk-rock. Su mánager me dijo que no tocarían en mi sala, pero le sugerí que les preguntara a ellos, y resulta que tenían muchas ganas de actuar en Gruta77. Ahí me dije: “¡ya está! —dice dando una palmada—, lo he conseguido”». El reconocimiento de los medios fue algo más difícil de conseguir, debido a su convencido distanciamiento respecto a las modas. «¿Que cuál fue la primera vez que un periódico vino a cubrir un concierto? Esa es una buena pregunta, porque la respuesta también es muy buena», ríe el Indio. «No recuerdo quién tocaba, pero sí que un crítico apareció por allí sin acreditación, exigiendo que le dejáramos entrar. Nunca nos habían hecho caso, así que se quedó en la calle, ¡ja ,ja!».
Coherencia
Aquel episodio, sin embargo, derivó en una «gran amistad», y con el tiempo «las relaciones con todos los medios se han hecho muy buenas, esta misma entrevista es prueba de ello». No es para menos. Ya son diez años amparando el talento y el buen gusto musical, y sobre todo, manteniendo la coherencia: «En las celebraciones del aniversario hemos homenajeado a los grupos que han sostenido Gruta77. Éramos como una familia feliz», dice el Indio, un tipo muy entusiasta que trabaja duro y protesta poco.
Sí se queja, sin embargo, de que «no haya cartelera de conciertos en los periódicos, igual que la hay de cine o teatro», y de que el ayuntamiento no cumpla «la eterna promesa de mantener el Metro por la noche», algo que ayudaría a mantener el gentío en la sala también entre semana. Pero el futuro de Gruta77 está a salvo gracias a «una clientela fija, una panda de zumbaos que viven para la música, como nosotros», bromea el Indio. «Cada mes vienen con la programación en la mano, y como conozco sus gustos, les marco con una X los que sé que les van a gustar. A la clientela del rock hay que cuidarla, porque es ideal. Es fiel y no causa problemas. Trabajando para gente así, me atrevo con otros diez años».
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