El «gigante bueno» que vino a hacerse un traje a medida y sorprendió a los madrileños
HISTORIAS CAPITALES
Primo Carnera, campeón mundial de los pesos pesados, fue tan popular que llegó a inspirar un personaje de cómic
Paulino Uzcudun, el púgil que sólo cayó una vez
![El El periodista de Blanco y Negro Manuel Menéndez Chacón ayuda al boxeador Primo Carnera a meterse en un taxi](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/09/27/taxi-primo-RWP2FByDGKcppcj9cpZuBFK-1200x840@abc.jpg)
No es habitual toparse por la calle con un gigante de más de 2 metros de alto y más de 125 kilos de peso. A los madrileños de los años 50 que se cruzaron con él, el asombro les hacía volver el rostro a su paso. Aquel coloso que paseaba por el centro y que acabó entrando en unos grandes almacenes para encargarse un traje -obviamente, a medida-, era Primo Carnera, un famosísimo púgil italiano que llegó a ser campeón del mundo de los pesos pesados, y que fue la inspiración de un personaje de cómic, Dick Fulmine, que en España se conoció como Juan Centella.
Carnera nació en Sequals, una pequeña localidad italiana cerca de Venecia, en el año 1906. Y desde su llegada al mundo, ya demostró que era todo un portento físico: pesó 8 kilos. A medida que crecía, su impresionante envergadura fue asentándose: a los 18 años ya medía 1,97 y pesaba más de 125 kilos. Su físico parecía marcar su trayectoria: emigró a Francia para trabajar en un circo como forzudo, y allí lo descubrió un ex boxeador veterano, Paul Journée, que le propuso hacerse púgil.
Lo que cuentan los cronistas es que era tosco en su estilo, pero sin duda su pegada era demoledora: en algunos estudios recogían que la fuerza de su puño equivalía al impacto de 120 kilos de peso. En la Norteamérica de los años 20, la mafia controlaba el mundo del boxeo, y Carnera les debió parecer una mina de oro: ni el ruido de los posibles tongos pudo eclipsar la tremenda popularidad del púgil. No obstante, su carrera estuvo plagada de caídas y recuperaciones, derrotas humillantes y triunfos históricos como el que le hizo erigirse como campeón del mundo de los pesos pesados en 1933, frente a Jack Sharkey. Poco antes, ese mismo año, una sombra negra tiñó su trayectoria: combatió contra Ernie Shaaf, un boxeador que había peleado previamente contra Max Baer y recibido una tremenda paliza. Cuando aún no se había recuperado, volvió a subir al ring ante Carnera y tras un golpe no demasiado fuerte, Schaaf se desplomó, y falleció a los tres días.
Cuando Carnera llegó a Madrid, en 1957, era ya un personaje de la historia del boxeo, retirado después de hacerse rico y arruinarse, para volver a reinventarse en la lucha libre y como forzudo en películas de Hollywood. Su presencia imponente por las calles de la capital provocaba miradas atónitas de los transeúntes. Los periodistas que le trataron entonces, tal y como relataron en Blanco y Negro, destacaban su enorme sonrisa, su gran sentido del humor, y el candor que, pese a sus dimensiones, emanaba aquel titán.
Carnera quiso saludar a un antiguo colega del ring, Paulino Uzcudun, con quien peleó más de una vez en la juventud, y que entonces vivía en su pueblo de Torrelaguna. El encuentro entre ambos, en la plaza del Rey, fue muy afectuoso, entre abrazos descomunales y palmadas en el hombro capaces de tumbar a cualquier persona de tamaño estándar.
Después de su encuentro, Primo Carnero se fue a una sastrería a encargarse un traje. Había que ver a aquel cortador encaramado a una silla para poder tomarle medidas: «Largo de americana, 92 (lo normal son de 70 a 72), tiro de pantalón 86 (72-73), espalda 60 (42), busto 138 (96), bocamanga 22 («igual que mi pantalón», comenta el sastre)».
![Durante la sesión con el sastre, tomando medidas](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/09/27/primo-carnera-sastre-U85154718410yOT-624x750@abc.jpg)
A los redactores que le acompañaban en su ruta les explicó cómo empezó su vida: cuando encontró a Journée en Arcachon, en un gimnasio, y «me presentó a un preparador, que inmediatamente se aprestó a convertirme en púgil». En el primer entrenamiento, el profesor cayó a consecuencia de un golpe devastador. Ocho días después, debutaba en París. Comenzaba entonces una fulgurante carrera que evolucionó como una montaña rusa, y que terminó en un combate en junio de 1938, contra Max Baer: Carnera se fracturó el peroné de la pierna derecha en el primer asalto, y siguió aguantando el tipo hasta el undécimo round, en el que se suspendió el combate.
A Madrid llegaba ya retirado, aprovechando los coletazos de una fama que aún le reportaba beneficios, pero dedicado a su familia y a su negocio, un restaurante italiano en Los Ángeles. Viendo crecer a sus hijos, Humberto (18 años y con sus trazas física) y Giovanna María (14 años). Y con una mezcla agridulce en su cara y en su relato cuando se le preguntaba por su etapa boxística. Al redactor de Blanco y Negro que escribió la crónica de su visita, le cogió por el cuello y le levantó en vilo (75 kilos de peso) mientras «reía a mandíbula batiente», como demostración de fuerza.
MÁS INFORMACIÓN
MÁS INFORMACIÓN
Primo Ternera falleció de cáncer a los 60 años en su localidad natal de Sequals. Sus compatriotas acudieron en masa al entierro del que conocían cariñosamente como «el gigante bueno». Su vida inspiró al cine: en ella se basó la película «Más dura será la caída», protagonizada por Humphrey Bogart.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete