viaje del agua de amaniel

El antiguo viaje del agua bajo el suelo de la capital

Felipe III lo construyó en el siglo XVII para abastecer a la familia real, y aunque se abandonó en 1846, se rescata ahora para contar la vida de las aguas subterráneas de Madrid

Viaje de Amaniel: el Ayuntamiento de Madrid rehabilitará una galería de agua secreta del siglo XVII

Una de las galerías de los Viajes del Agua de Amaniel, en el distrito de Ciudad Universitaria Tania Sieira

Alba García

Madrid

Un arco de medio punto cubierto por hojas esconde unas galerías estrechas llenas de oscuridad. Muros de ladrillo que camuflan el ruido exterior. Solo un único ruido interior: unas escasas gotas de agua chocan contra el suelo. Al fondo, dos luces, las dos puertas ... de acceso a este recóndito lugar. Por las trabas en los ladrillos del pavimento se conoce que el agua ha dejado su rastro al pasar, aunque el suelo seco indica que hace mucho tiempo de aquello. Este pasadizo secreto, que todavía se conserva en la capital, es uno de los viajes del agua de la Comunidad de Madrid, en concreto el de Amaniel.

Se trata de un sistema de captación y distribución de agua a través de una gran red de galerías subterráneas, que ha sido recién adaptado para que los ciudadanos conozcan la historia del agua de Madrid. Con estos conductos, el líquido no se acumula, sino que solo se transporta por las galerías hasta el depósito de Amaniel. El delegado del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, visitó ayer este enclave: «Esto lo hacemos para enseñar a los madrileños la historia del abastecimiento de las aguas en la ciudad».

Ubicado en el parque del paseo de Juan XXIII, en el barrio de Ciudad Universitaria y con un recorrido de 100 kilómetros, fue ordenado por Felipe III a principios del siglo XVII y, en sus inicios, fue creado para abastecer al Alcázar de Madrid y, posteriormente, al Palacio Real. A diferencia de otros viajes de agua de titularidad municipal, este era de titularidad privada, perteneciente a la Casa Real, permitiendo a la Corona la concesión de agua a conventos y nobles.

Las obras comenzaron en 1613 bajo la dirección de Tomás de Angulo y Fray Alberto de la Madre de Dios, y hacia 1621 ya estaba en funcionamiento. Sin embargo, estas galerías subterráneas se enfrentaron a problemas naturales constantes como colapsos y derrumbes. Por otro lado, la sobreexplotación por concesiones impedía satisfacer completamente las necesidades del Alcázar.

Tras un incendio en 1734 que asoló al antiguo Alcázar, Felipe V ordenó la construcción del Palacio Real y la rehabilitación de su entorno, incluyendo, así, que el recurso natural llegara de manera adecuada a sus majestades. Entre 1750 y 1751 se elabora un proyecto para la recuperación del viaje de Amaniel llevado a cabo por el arquitecto Juan Bautista Saqueti, si bien solo se realizaron reformas puntuales.

En la segunda mitad del siglo XVIII, Francisco Sabatini retoma el proyecto pero nunca se completó totalmente. En el año 1846, Narciso Pascual y Colomer, entonces Arquitecto Mayor de Palacio, elaboró el plano más completo que se conserva, pero en el que no había rastro de los viajes del agua, ya que aparecía la construcción del Canal de Isabel II. De esta manera, se abandonó el proyecto de los viajes del agua.

Se mantuvo como Patrimonio Real hasta 1954, año en que fue cedido a la red municipal de aguas. Hoy en día, tras los trabajos de recuperación realizados por el Ayuntamiento de Madrid, se pueden visitar sus restos, como el Arca vieja de Amaniel (Caño Gordo).

Una ciudad rica en agua subterráneas

El río Manzanares no era su principal fuente de agua de la ciudad por la altura del núcleo urbano respecto al río y a la contaminación de sus aguas. Para resolver el problema de suministro, se perforaron pozos hasta dar con bolsas en el subsuelo. El subsuelo de Madrid era rico en agua gracias a una capa superior de arena permeable que filtraba el agua de lluvia y una base más profunda de arcilla, que la retiene formando grandes balsas subterráneas de agua dulce y limpia.

La fuente exterior de las galerías subterráneas TANIA Sieira

Para resolver el problema de abastecimiento de agua potable después del traslado de la Corte a Madrid por Felipe II, se recurrió al sistema de qanats, de origen persa y empleado durante siglos por romanos y por la cultura islámica. Así, se construyeron nuevos y extensos ramales que capturaban aguas de infiltración de los acuíferos y las llevaban hasta las puertas de la ciudad a través de pozos y galerías subterráneas, terminando en fuentes y caños públicos.

Las zonas de captación de agua se localizaron en el norte y nordeste de Madrid, entre los caminos de Fuencarral y Alcalá, cerca de los pueblos de Fuencarral, Chamartín, Canillas y Canillejas, que estaban a mayor altitud que la Villa. Esto permitió que el agua fluyera hasta el centro de la ciudad gracias a los desniveles del terreno. Además, se construyeron otros viajes menores, llamados de «aguas gordas», que eran ricas en cal y se utilizaban para lavar ropa y regar.

Otros viajes del agua en Madrid

El Viaje de la Fuente del Berro es otra de las galerías subterráneas que se esconden en la capital. Sus aguas se decía que tenían propiedades curativas y que aún hoy alimentan el estanque del parque de la Quinta de la Fuente del Berro. También el del lavadero de los Caños del Peral, cuyos restos se pueden ver en el vestíbulo de la estación de Metro de Ópera.

Para conocer todos estos lugares, el departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid organiza visitas guiadas gratuitas para conocer en profundidad la historia y singularidad de algunos de los viajes de agua.

Para conocer todos estos lugares, el departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid organiza visitas guiadas gratuitas para conocer en profundidad la historia y singularidad de algunos de los viajes de agua.

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Estos insólitos lugares conciencian a la sociedad de la importancia de cuidar este recurso natural y mantener la importancia pasada que tuvieron los viajes del agua para entender la vida del presente.

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