El 'efecto isla' del barrio de Butarque: «Vivimos en una ratonera dentro de Madrid»
Residentes denuncian la «grave falta de accesibilidad» a este barrio y piden a Transportes la creación de un vial de acceso a la A-4 aprovechando las obras de ampliación de carriles
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De media, los vecinos de Butarque tardan en llegar al centro de salud 28 minutos a pie ; y en transporte público, 20
Butarque
Zona residencial aislada
Las obras ampliarán dos carriles, pasando de dos a tres por cada sentido
Centro de Salud Los Rosales
Río Manzanares
A-4
Km 7
Villaverde
Bajo
E-5
Adif
CEIP
El Greco
San Cristóbal
de Los Ángeles
A-4
IES
Juan Ramón
Jiménez
M-45
Zona de actuación
Km 12,5
Las obras ampliarán dos carriles, pasando de dos a tres por cada sentido
Fuente
Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible
ABC

De media se tarda a pie 28 minutos en llegar al centro de salud; y en transporte público, 20
Km 7
Mercamadrid
Centro de Salud
Los Rosales
Zona residencial aislada
Villaverde
Bajo
E-5
Adif
Madrid
CEIP
El Greco
IES
Juan Ramón
Jiménez
San Cristóbal
de Los Ángeles
Río Manzanares
A-4
BUTARQUE
Las obras ampliarán dos carriles, pasando de dos a tres por cada sentido
M-45
Colonia
Marconi
Zona de actuación
Km 12,5
Fuente: Ministerio de Transporte y Movilidad Sostenible
ABC
Al oeste del paso del río Manzanares por Villaverde y al este de los barrios de San Cristóbal y Los Rosales, se encuentra Butarque, un vecindario relativamente nuevo –pues muchos de sus residentes adquirieron sus viviendas hace poco más de 20 años– y que hoy ... se siente olvidado por las administraciones. Encajonado entre carreteras por un lado, las vías del tren por otro y con unos «graves problemas de movilidad y accesibilidad», sus habitantes reclaman al Ministerio de Transportes, que se atiendan sus necesidades aprovechando las obras de ampliación de dos carriles en el tramo que les corresponde de la A-4, algo que para ellos no es «ningún capricho».
«Vemos, casi tocamos, e incluso soportamos el ruido de estas carreteras, pero no podemos salir ni entrar de forma directa. Estamos en una ratonera», asegura Antonio Abueitah, portavoz de la Asociación Vecinal Independiente de Butarque (AVIB), que lleva viviendo casi dos décadas en este barrio en el que hay empadronadas en torno a 18.000 personas.
Las peticiones para habilitar a los residentes unos accesos a la variante de la A-4 entre la M-40 y la M-45 no es algo nuevo para ellos, pues llevan años luchando por que su calidad de vida no esté «mermada», explica Yolanda Villareal, quien compró su vivienda con la certeza de que tendría todo lo necesario ya asegurado. Sin embargo, la vecina se acabó encontrando largas esperas por el tráfico, vueltas «sin sentido alguno» para salir del barrio y caminatas de más de media hora para llegar al centro de salud que les corresponde, el de Los Rosales, situado al otro lado de las vías de Cercanías que les separa de San Cristóbal. Además, han tenido que aprender a convivir con el ruido, ante la falta de pantallas acústicas en buena parte del barrio y que sobre todo afecta a aquellos que sus casas asoman a la avenida de los Rosales.
En una reunión con la Dirección General de Carreteras de Madrid, dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, que tuvieron en junio de 2021, los vecinos trasladaron sus peticiones para la futura modificación de este tramo y que en ese momento les prometieron que tendrían.
Dos años y tres meses más tarde, el ministerio aprobó la licitación por 2,2 millones de euros de la redacción del proyecto de trazado y posterior construcción, que, a su vez, tendría un presupuesto de 55 millones. Esta intervención busca la mejora del tramo situado entre los kilómetros 7 y 12,5 de la A-4, pero no contempla las demandas de los vecinos.
Dos carriles adicionales
En el expediente se habla de un carril adicional por sentido, pasando a tres por cada calzada, de la adecuación de los carriles y cuñas de cambio de velocidad, la remodelación de estructuras cuando sea necesario y, entre otras, la implementación y adaptación de las medidas en lo relativo al impacto acústico que supondrían estas obras, una de las exigencias que los vecinos dieron en la única reunión que tuvieron hasta el momento.
Sin embargo, para su sorpresa, no constaba en ningún lado la creación de los accesos al barrio, algo que les habían prometido. En ese momento pidieron hablar con el ministerio y no recibieron respuesta hasta el pasado miércoles, un día después de comenzar una campaña en redes sociales para protestar por la situación que padecen.
En la reciente reunión con Dirección General de Carreteras de Madrid, y en la que también estaba presente el técnico a cargo del proyecto, les aseguraron que iban a «estudiar la situación» y que, a pesar de las complicaciones que podrían suponer, «existe la posibilidad» de que en los futuros años puedan contar con estos accesos.
A pesar de que la conversación con Transportes les tranquilizó, los vecinos tienen la impresión de que «si no hay orden política superior que considere el problema una prioridad, no harán nada». Por ello, no dejarán de hacer ruido para que se les escuche. «Si los que actúan sobre este tramo no tienen en cuenta a la gente encerrada, nos hacen polvo. Para nosotros esta es la última oportunidad que tenemos», explica Abueitah a este periódico.
Un barrio olvidado
Los residentes de las viviendas de nueva construcción, situadas al sur del barrio, son mayoritariamente familias con hijos. Muchas de estas son urbanizaciones con piscina y garaje y, en su momento, se vendieron bien principalmente por su bajo precio en comparación a lo que se suele invertir en una casa en la capital. «Compramos las viviendas baratas, las pudimos pagar sin problema, tuvimos muchos niños y ahora mismo casi todo el barrio son adolescentes pero que no tienen nada que hacer», relata Abueitah.
Así, el problema no es solo la lejanía de servicios como el centro de salud o la falta de previsión que se tuvo en cuanto a la construcción de colegios e institutos –viviendo hoy las consecuencias con demasiados niños en aulas, según explican desde la AVIB–, sino también la escasa alternativa de ocio que ofrece su vecindario.
Ha tenido que ser con los años y «a golpe de protesta» como han conseguido tener dos colegios, un segundo instituto y el centro de salud –que ya sienten que es una realidad aunque lleven 20 años de retraso–. Y es así como esperan que el problema de accesibilidad de solucione.
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