CS certifica su agonía con Villacís y Aruca Gómez: de ser decisivos y estar en el poder a desaparecer
El partido se evapora de Cibeles y de la Asamblea porque no logra superar el umbral del 5% de los votos
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![Begoña Villacís, anoche durante su intervención tras conocerse los resultados.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/05/28/villacis2-U502296691115TRC-RvcgOmLwrubGrEnttdEIpXP-1200x840@abc.jpg)
Lo de Ciudadanos en Madrid era, esta vez sí, la crónica de una muerte anunciada. Lo decían todas las encuestas publicadas, aunque sus candidatas se negaban a verlo. El baile entre dos aguas –su propia formación, la que tanto ha defendido ante los micrófonos, y ... el PP– le ha jugado una mala pasada a Begoña Villacís, a la que los madrileños han dado la espalda tras cuatro años como vicealcaldesa. CS se ha evaporado de Madrid: ha perdido todo lo logrado en el ayuntamiento de la capital y ha continuado, con Aruca Gómez, sin conseguir representación en la Asamblea, donde ya es un fantasma desde hace dos años. De estar en el poder –con Villacís en el consistorio desde 2019, y dos años con Ignacio Aguado en la Comunidad– a desaparecer e iniciar el fin de la más que posible última etapa del partido a nivel nacional.
«Lo vamos a lograr. Quiero ver sus caras», dijo Villacís el viernes, en el cierre de campaña, sobre las otras fuerzas políticas y todos aquellos que creían que no iban a obtener el 5% de los votos para ocupar un asiento en Cibeles. Al final, así ha sido. Este domingo, su discurso tras conocer los resultados ha sido el opuesto. «Siento una enorme tristeza. A las cosas hay que llamarlas por su nombre y esto ha sido una derrota sin paliativos. No eran los resultados esperados», ha reconocido la líder liberal, completamente compungida.
Villacís, la política con más proyección de CS, tocó el cielo de Madrid hace cuatro años y ahora ha descendido a los infiernos: de vicealcaldesa a la nada, a ser condenada a la irrelevancia política, sin respaldo público, aunque su crisis se inicio hace meses. A principios de este año, ella misma reconoció que había valorado ser «una corriente interna dentro del PP», pese a que ante la gente defendía una y otra vez su lealtad a CS. Su palabra quedó en entredicho y no se ha vuelto a recuperar. Isabel Díaz Ayuso, como presidenta del partido a nivel regional, le cerró la puerta. No había allí hueco para Villacís.
La también coordinadora regional de CS, tras semanas de rumorología sobre su futuro, zanjó un debate en el que no tenía más opciones: concurriría a las primarias del partido naranja. Y en esas primarias fue la cúpula de CS la que tuvo que salvarla de su primera condena porque no obtuvo los apoyos necesarios para ser cabeza de lista: de los 126 avales que precisaba solo consiguió 121, por lo que la dirección nacional la impuso a dedo y sin pasar por primarias.
Paralelamente, en el Ayuntamiento de Madrid ya se había iniciado la descomposición del grupo, tras el paso en falso de su líder. La desbandada de ediles –algunos dijeron adiós a la política, otros se sumaron a las listas del PP como tránsfugas– solo hizo que acrecentar la agonía del partido. Tanto que solo un tercio de sus concejales la han apoyado para estas elecciones.
Quería ser la llave del gobierno, como lo fue hace cuatro años, cuando con sus votos –y los de Vox– se logró la primera coalición del Ayuntamiento de Madrid y se invistió alcalde al popular José Luis Martínez-Almeida. Pero en estas terceras elecciones de la abogada no ha podido ser y los madrileños la han sentenciado al olvido político.
En ese mismo olvido está la candidata a la Asamblea de Madrid, Aruca Gómez, y gran desconocida de las elecciones. La Comunidad de Madrid era misión imposible para la formación naranja. Allí, hace dos años con Edmundo Bal de cara visible de la formación ya no consiguió el 5% de los votos necesarios para tener diputados y desapareció de la cámara regional. Dos años antes, eso sí, estaban en el gobierno con Ignacio Aguado de vicepresidente, en el mejor momento de la historia de la formación liberal en la Comunidad de Madrid. Del todo a la nada, CS se ha evaporado del mapa político en la capital.
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