La coronación de Ayuso: Manolita I de Tabarnia
La presidenta del Gobierno regional fue investida presidenta de la Asamblea Nacional de Tabarnia, en un acto celebrado con mesa y mantel
![La presidenta de la Comunidad de Madrid con miembros de la Asamblea Nacional de Tabarnia en un almuerzo en Madrid](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/09/06/tabarnia-buena-RlT5nocEorQej1iHfA6D3vM-1240x768@abc.jpg)
Hay tres formas de vencer al golpismo independentista: por lo civil, por lo penal y por el cachondeo. Con estos mimbres, mimbres de lo que llaman la Cataluña que fue, Tabarnia impuso este martes a Isabel Díaz Ayuso la corona de esta comunidad autónoma oficiosa, oficiante, y más real que muchas que exhiben ADN’s pretéritos. La presidenta de la Comunidad que como la Católica, y según propias palabras, hizo como hizo la de Madrigal de las Altas Torres: unir dos reinos. Una, Castilla y Aragón; ella, Tabarnia y Tabernia. La historia, siempre, en un acto jugoso. Todo fue al sol madrileño impenitente, doloroso por la bruma portuaria para un tabernés, pero soportado con felicidad en el restaurante El Jardín del Mar. Antes de que Ayuso impusiera la banda de embajadores al Dúo Dinámico (sólo pudo acudir Ramón Arcusa), a Javier Cárdenas, a Mónica Pont y demás embajadores, el Consejo Nacional de Tabarnia montaba una rueda de prensa con un fondo de besugos frescos y de camareras que no sabían muy bien de qué iba la cosa.
Ministros tabarneses
Entretanto, los ministros tabarneses, de Fuster-Fabra a Tomás Guasch, de Miquel Giménez a José Luis Martín, improvisaron con todas las de la Ley (sic) lo que es y será Tabarnia. No leyeron los folios que llevaban, ni falta que les hacía. Básicamente, con el exquisito respeto al turno de palabra, defendían de bromas y veras un Estado de Derecho, hipotético, sí, pero en el que «hay separación de poderes porque cada cual hace lo que le da la gana». Y entre chanzas y verdades como puños, se iba haciendo tiempo, con los tabarneses con prisa de AVE y los de la Meseta; hasta que llegó Ayuso.
Y Ayuso besó, entregó bandas y recibió también besos, con un vestido como de viuda siciliana desmentido por la sonrisa. Y cuando la nombraron presidenta de la Asamblea Nacional de Tabarnia en Madrid, con Miquel Giménez sentado con su calva al sol en el escenario y Girauta con gafas de aviador a lo 'Top Gun', en el gallinero andaban desde Alejo Vidal-Quadras a Toni Cantó bajo las sombrillas que esparcían algo parecido al rocío. Que refrescó la canícula.
Más allá de lo anecdótico, de la chufla que marcó el acto con la contundencia del humor, la presidenta de la Comunidad de Madrid defendió varios puntos: que «los taberneses y los tabernarios» hablan «claro», y que ella ha aceptado ser la representante de Tabarnia por «libertad», que en Madrid Tabarnia existe y que en «Madrid nadie se va encontrar ni con su ‘ex’, ni con un tractoriano con lacito amarillo». También citó a los madrileños de Cataluña, a los catalanes de Madrid. Recibió un ‘caganer’ que la representaba no según la tradición navideña, sino haciendo una ‘peineta’, que se sabe que es «gesto universal».
Tabarnia ya no tiene embajada en la Corte, sino presidenta con poderes ‘por decreto y pergamino’ a la que le llegaron unas flores de Bélgica, firmadas por un tal Puchi al que «le gustaría ser como ella». Presuntamente, el remitente era amigo de maleteros y chalets feos en Waterloo. Vendían un carnet de héroe de Tabarnia, un libro de Boadella y una bandera tabarnesa que quizá empiece a pender en los balcones. Ayuso se fue con dos cajas de manolitos de La Roda (producto catalán por excelencia), y la tarde se puso azul y constitucionalista.
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