El cofre del pasado que se encontró por casualidad bajo una estatua de Cervantes en Madrid
HISTORIAS CAPITALES
Una excavadora descubrió un tesoro oculto desde hacía más de 70 años bajo tierra
![El contenido de la cápsula del tiempo generó una enorme expectación mediática](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/11/03/capsula-tiempo-3-bernardo-RYVy13q2VqnCh2T6GwlQvvL-1240x768@abc.jpg)
Octubre de 2009, obras de reforma de la plaza de Las Cortes, frente al Congreso de los Diputados. Una excavadora realiza movimientos de tierra muy cerca de la estatua de Cervantes, cuando la pala se topó con un bloque de piedra cuadrangular de tamaño ... similar a un pedestal. Los arqueólogos que lo analizaron llegaron a la conclusión de que era la base primitiva de la escultura, que con el paso del tiempo había sido trasladada unos metros más allá, quedando soterrado su antiguo punto de apoyo.
Pero lo que no pasaba de ser una curiosidad, devino en misterio y sorpresa cuando se descubrió que, dentro del pedestal, había algo. En efecto, una argolla en uno de sus laterales permitió localizar una loseta movible. Tirando de la argolla, se destapó aquella portezuela que dio paso al interior de la base, que albergaba un recipiente de plomo, herméticamente cerrado y sellado. Que guardaba un asombroso legado que retrotrajo a aquellos arqueólogos a varias décadas atrás en el tiempo: concretamente, hasta 1835, el año en que se instaló la estatua de Cervantes en la plaza de Las Cortes.
En aquel entonces, los promotores del monumento decidieron enterrar bajo el mismo una 'cápsula del tiempo', una costumbre que consistía en introducir elementos que sirvieran como recuerdo del momento y mensaje a las generaciones posteriores.
![Detalle del contenido de la cápsula del tiempo, tal y como estaba cuando se abrió](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/11/03/capsula-tiempo-caja-bernardo-U57013576567Fht-624x350@abc.jpg)
Durante las semanas en que se tardó en abrir la caja de plomo, corrieron por Madrid todo tipo de especulaciones sobre su contenido. Tanto los responsables de la obra en la plaza, el Ayuntamiento madrileño, como los del aparcamiento bajo la misma, del cercano Congreso de los Diputados, pusieron en marcha a sus expertos, y también lo hizo la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid -cuyo director era entonces José Luis Martínez-Almeida. Estos técnicos decidieron que se protegiera la cápsula mientras se determinaba qué especialistas podían abrirla sin dañar su contenido.
En diciembre de 2009, sobre las cinco de la tarde, la urna de plomo se abrió en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares, utilizando un instrumento térmico. Encajada en ella había otra de cristal, y al abrirse, el aire que quedó allí en 1835 salió a mezclarse con el del siglo XX.
En su interior se encontraron cuatro tomos de 'El Quijote' de 1819, y un ejemplar del Estatuto Real para las Cortes del Reino, datado en 1834, junto a ejemplares de la Gaceta de Madrid, el precedente del Boletín Oficial del Estado. Había también un Diario de Avisos de Madrid de ese mismo año, envolviendo un calendario y unas guías de forasteros, una fuente muy útil para conocer cómo era la organización administrativa y política de la época.
Otros objetos introducidos en la cápsula fueron un libro de vida del general Mina, que luchó en la guerra de la Independencia y fue fusilado en 1817 en México; otro libro sobre la vida de Cervantes, y ocho paquetes de monedas de la época. Junto a todo ello, dos libros envueltos y lacrados, y un papel enrollado con textura de trapo que envolvía seis láminas, retratos de Isabel II de niña y de Manuel Martínez Varela, el mecenas que financió la colocación de la estatua, datadas en 1831. Todo ello se encontraba en un extraordinario estado de conservación. Los documentos, señalaban las crónicas, estaban impregnados en algún tipo de sustancia con propiedades insecticidas, que ayudó a preservarlos.
MÁS INFORMACIÓN
Pasada la agitación por la novedad, las obras en la zona continuaron, la plaza de Las Cortes se reformó, y la estatua de Cervantes volvió a situarse en la misma. Con una nueva cápsula del tiempo bajo ella; en este caso, se hizo un concurso entre los madrileños para determinar qué objetos habían de introducirse en ella, como recuerdo de nuestros tiempos hacia quienes lo vieran en el futuro. De entre las posibilidades ofrecidas -ejemplares del Quijote con el listado de lenguas a las que se ha traducido la obra, un reproductor MP3, un mapa de la Comunidad de Madrid, imágenes de la evolución de la Puerta del Sol, los retratos de los reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía...-, los ciudadanos que participaron en el concurso eligieron colocar en ella una moneda de un euro, la Constitución, el Estatuto de Autonomía de Madrid y … un plano del Metro.
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