Cinco años de inversión millonaria para sellar Valdemingómez : «Olía fétido, nos planteamos mudarnos»
Tras años de manifestaciones por la reducción de los hedores este centro de tratamiento de residuos, las denuncias vecinales han caído un 80%
Rebelión ciudadana contra la incineradora de Valdemingómez
La planta de tratamiento de residuos de Valdemingómez
De haber sabido que tendrían que soportar diariamente olores fétidos en su propio hogar, Pepe Huelves se hubiera planteado comprarse una casa en el que fue el barrio de su infancia. Este vecino, como otros cientos, de Ensanche de Vallecas ha aguantado «con resignación» durante ... más de 15 años las consecuencias de tener a tres kilómetros el Parque Tecnológico de Valdemingómez, la planta residual más grande de España y en la que se tratan millones de toneladas cada año. Sin embargo, desde el principio ha puesto todo lo que hay en su mano para que esta situación cambie. Hoy, la lucha parece comenzar a dar sus frutos, pues en los últimos cinco años el problema al que se enfrenta este barrio ha dado un vuelco. El Ayuntamiento de Madrid, gracias a una inversión de 31,1 millones de euros, ha logrado minimizar las molestias, consiguiendo así unos resultados «satisfactorios» para todas las partes implicadas, pero principalmente para los que tienen esta macroestructura a las puertas de sus casas.
Durante décadas, las consecuencias de tener estas instalaciones cerca de barrios residenciales ha sido motivo de múltiples marchas vecinales en las que pedían su cierre. A las distintas plantas que conforman Valdemingómez llegan cientos de miles de toneladas de residuos cada año, inundando durante su proceso de tratamiento los hogares de estos madrileños de un insoportable hedor. Los residentes de Ensanche de Vallecas no miran el tiempo para comprobar si llueve, sino para evitar que les pille en la calle una racha de viento.
Como Pepe, otros miles de vecinos de este barrio han acudido a manifestaciones, a reuniones periódicas con los distintos gobiernos municipales desde tiempos de Ana Botella e incluso han financiado estudios independientes que analizaron la zona para poder presentar como base de sus demandas. No han visto el problema avanzar en el buen camino hasta tres legislaturas más tarde. Aunque aseguran estar contentos con el giro que se está tomando, su satisfacción no está al 100%. «Este mes hemos tenido que dormir con las ventanas cerradas porque el olor era angustioso», admite Pepe, cuya vivienda se encuentra en primera línea con vistas a Valdemingómez.
Este vecino tampoco se olvida de los que serán sus nuevos vecinos de Valdecarros, un proyecto que acogerá a más de 100.000 personas y cuya ubicación tampoco está alejada de esta planta de tratamiento de residuos. «No nos gustaría que les pasara lo mismo que a nosotros», determina.
Ayer, el concejal delegado de Limpieza y Zonas Verdes, José Antonio Martínez Páramo, presidió la Comisión de Seguimiento de Olores –creada en 2016 y renovada en abril de 2023 para tratar el problema derivado de esta planta de tratamiento de residuos–, en la que participaron representantes del Parque Tencológico de Valdemingómez, la asociación vecinal PAU Ensanche de Vallecas y la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM).
Este encuentro, apuntó Martínez Páramo, tuvo unos resultados positivos para todas las partes implicadas. Desde que el Gobierno de Almeida se encuentra al frente del ayuntamiento de la capital, se ha invertido en siete contratos por un valor de 31,1 millones de euros, provocando «una reducción drástica» de las denuncias de los vecinos, explicó el concejal a los medios de comunicación tras este encuentro celebrado en el Palacio de Cibeles. Por primera vez el número de quejas en el sistema municipal de Sugerencias y Reclamaciones se situó por debajo de las 100, al contabilizarse 92, un 96% menos respecto al pico más alto, también de 2018, cuando sumaron 2.457 reclamaciones.
Sin embargo, reconoce que aún existen preocupaciones, principalmente por los meses más calurosos y en los que los vallecanos se ven obligados a mantener puertas y ventanas cerradas para impedir que el hedor se concentre en sus viviendas. Aunque desde el consistorio son conscientes de que el «olor cero» no podrá ser posible, insisten en que seguirán trabajando para reducirlo tanto como puedan.
Mejores cifras de toda la serie histórica
Las denuncias por estos hedores han ido disminuyendo de forma exponencial. Los años 2017 y 2018 fueron los que más quejas registraron, alcanzado las 2.535 y 4.806, respectivamente. En 2023 se recibieron 978, un 61,7% menos que en 2017 y un 79,8% menos que en 2019, donde también se incluían los hedores procedentes del secado de lodos de la EDAR Sur.
«Los datos son muy interesantes porque demuestran que en todo el periodo de colaboración entre el ayuntamiento y las asociaciones vecinales las mejoras han sido sustanciales. Los tres últimos años han sido los mejores de toda la serie histórica», determinó Quique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), que se ha mostrado «muy satisfecho» por la interlocución. «La situación es esperanzadora», apuntó. En dicha reunión también se escucharon las propuestas de mejora expuestas por los mismos, que insisten en estar «muy satisfechos» con la interlocución.
Sin embargo, estas cifras no han sido casuales, sino fruto de la millonaria inversión y años de trabajo para minimizar las molestias a los residentes de este barrio del sur de la capital. El más reciente de los contratos adjudicados se pondrá en marcha a partir de febrero de 2025 y permitirá minimizar las afecciones odoríficas gracias al compuesto férrico. Este aditivo se incoporta en la materia orgánica durante la biometización –un proceso del que resultan las ráfagas de malos olores– permitiendo minimizar estas molestias.
Dentro de este presupuesto destinado por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, que dirige Borja Carabante, se incluye el contrato de seguimiento y evaluación de olores en el entorno de Valdemingómez, con casi 2 millones de euros o las obras ejecutadas en el complejo de biometanización –8,1 millones–. También se han llevado a cabo intervenciones en la Planta de La Paloma –4,6 millones–, que trata más de 230.000 toneladas anuales; o en la de Las Dehesas – con una inversión 5,9 millones de euros para la depuración de los fosos que reciben los redisuos y en las naves de pretratamiento y compostaje–.
Además, por dos millones de euros, se ha puesto en marcha un contrato para la implantación de una red de doce estaciones de medición remotas y automatizadas que funcionan como 'narices electrónicas' para detectar gases odorantes en el entorno del Valdemingómez.
El ayuntamiento de la capital tiene en mente continuar invirtiendo en esta estructura para su total aprovechamiento y seguirá comprometido con los objetivos marcados por las diferentes legislaciones para el reciclaje de residuos municipales, fijado en el 55 % para el año 2025.
Eso sí, teniendo en cuenta el bienestar de los miles de habitantes tanto de Ensanche de Vallecas como de las poblaciones cercanas de Rivas Vaciamadrid, Perales del Río o Getafe, que también han soportado a diario los hedores procedentes de la planta.
Nueva planta de compostaje
Teniendo en cuenta que de los cerca de 1,4 millones de toneladas de basura que se generan en Madrid, 500.000 son residuos orgánicos y restos de poda, el pasado verano comenzaron las obras de Los Cantiles, una nueva planta de compostaje que pretende ser la mayor de la Comunidad de Madrid y una de las más grandes de España.
Esta instalación dispone de un presupuesto total de más de 41 millones de euros, de los cuales 3 millones están destinados a la minimización de los olores, apuntó ayer Martínez Páramo. La infraestructura se dedicará a tratar los restos orgánicos del cubo marrón, el quinto contenedor que se empezó a utilizar en 2017 y que cada año que pasa genera más residuos.
El proceso, desde la recepción de la materia orgánica en la planta hasta el afino del producto final, estará totalmente confinado. Además, contará con los elementos de control de olores (biofiltros de última generación) más modernos, que permitirán minimizar el impacto en dicho procedimiento.
Los vecinos son conscientes de los pasos que ha dado el consistorio en cuanto a esta estructura de reciclaje residual, así como de todos los esfuerzos y las tecnologías que se pondrán en marcha en Valdemingómez para evitar mayores molestias. Sin embargo, sobre todo para estos residentes de los primeros bloques al otro lado de la carreta aún existen conversaciones pendientes con el Ayuntamiento de Madrid.
«No podemos olvidar que tenemos también cerca una incineradora que emite productos y compuestos tóxicos que pueden llegar a perjudicar gravemente la salud de los vecinos. Hay muchas parejas jóvenes y niños que están expuestos a ellos», asegura Pepe. En cuanto a esta estructura, la posición continúa siendo la misma: su cierre.