Del cerdo parapléjico a la yegua abandonada: La granja de Madrid en la que 300 animales maltratados tienen una segunda vida
Tras diez años, este refugio que acoge a toros, caballos o vacas tendrá que mudarse en agosto por falta de espacio
Un veterinario explica por qué los perros ladran a unas personas y a otras no
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![Laura junto a Baku, que fue rescatado por la Guardia Civil después de que unos adolescentes trataran de emborracharlo hasta casi matarlo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/20/granja-cerdo-R85q12xkq9cy7vE0s2BgP2I-1200x840@diario_abc.jpg)
El origen del refugio para animales situado en Villanueva de Perales se remonta hasta casi dos décadas atrás, en un pequeño piso con cuatro perros y dos gatos rescatados. Laura y Edu trabajaban día y noche para cuidarles, pero la familia comenzó a ... crecer y, viendo que no cabían, se mudaron a un chalé con unos 30 animales. Los problemas con los vecinos y el espacio insuficiente les obligó a moverse a una casa aislada, donde se vieron con más de 60. Ya era evidente que no podían mantenerlos los dos solos, por lo que la opción de constituirse como una ONG comenzó a barajarse, aunque con el miedo de tener que renunciar a su propia vida. «Edu y yo lo discutíamos en la furgoneta cuando en ese mismo momento se nos cruzó una oveja por el camino. Ahí decidimos que debíamos crear la organización y mudarnos a Madrid, un lugar donde sabíamos que teníamos más apoyo», relata Laura Luengo a este periódico.
Hoy conviven en el Santuario Vegan más de 300 animales de casi una decena de especies distintas. Cada uno de ellos con su propia historia particular de supervivencia pero con un factor común: el interés por ellos acaba una vez ya no son útiles para los seres humanos. «Hemos hecho un sitio en el que una vaca, un caballo o un cerdo puedan tener una oportunidad para salvarse si los han abandonado o maltratado», explica.
Baku (diminutivo de Bakunin) es un cerdo que fue incautado por la Guardia Civil después de haber sido adquirido por unos adolescentes para emborracharlo hasta casi matarlo. Este es uno de los más veteranos y que ahora es parapléjico pues ha sido criado para el consumo humano y tiene la espalda tan ancha que se le generaron unas hernias que acabaron por paralizarle la movilidad en las dos patas traseras, tal y como explica esta activista.
«Este trabajo tiene un coste brutal. No se hace por dinero, sino porque realmente crees en ello»
Laura Luengo
Fundadora de Santuario Vegan
Sin embargo, este no es el único que se ha visto en una situación de maltrato o abandono. Dulce es el rescate más reciente. La yegua fue encontrada a principios de abril en la Sierra de Guadarrama y un técnico del propio ayuntamiento se puso en contacto con este refugio al ver el estado del animal. «Ahora ha cogido un poco de peso, pero sigue teniendo hongos y heridas en la piel de no haber sido cuidada», cuenta Luengo. Pero Dulce no está sola. Como ella, hay varios caballos ancianos dejados a su suerte una vez no sirven para montar.
Una parte importante de estos rescates es el contacto con el Seprona o la Guardia Civil, que Luengo asegura que es constante. «Ellos decomisan al animal para garantizar su vida, pero sus recursos están limitados y ni siquiera tienen veterinario que esté especializado. Por ello, muchas veces acuden a nosotros. Aquí hay animales a espera de un juicio», determina Luengo mientras acaricia a Romerito, un toro que encontró una vecina de El Escorial. Sin embargo, en alguna ocasión ha recibido llamadas de trabajadores de granjas para que se llevaran a aquellos que estaban destinados al matadero.
Un trabajo duro
Hacerse cargo de cientos de animales no es tarea sencilla ni barata. En el santuario residen cinco personas que durante todo el día se dedican a alimentar, curar y «dar cariño» a los enfermos. Aún así, no dan a basto solo con la labor de los cuidadores, por lo que suelen tirar de unos 90 voluntarios que acuden para limpiar, cuidar, rellenar el agua o arreglar los dormitorios. «Pedimos que se venga al menos una vez al mes. Sabemos que no es algo sencillo y muchos no han durado ni tres días», determina esta activista.
Desde hace cuatro años, Marta acude cada fin de semana al refugio situado al oeste de la región para echar una mano en lo que pueda. Además de ser voluntaria, tiene amadrinados a una decena de animales. «Es cierto que se trabaja duro pero lo considero gratificante porque sabes que estás esforzándote por seres por los que nadie hace nada», determina la administrativa a ABC a través de una llamada telefónica.
![En el Santuario residen algunos de los mil pollos abandonados en la T-4 del aeropuerto de la capital](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/20/gallinas-refugio-U35313065407YjC-760x427@diario_abc.jpg)
La mujer, de 47 años, considera que es «muy importante» el trabajo de personas como ella, pero también lo es hacerse socio y apadrinar a algún animal. «Tenemos unos gastos mensuales de casi 20.000 euros. Hay que pagarlo todo, no solo el alquiler del espacio: vehículos, agua, luz, sueldos, vacunas...», determina Luengo, que además señala que tan solo en el heno gasta aproximadamente 8.000 euros mensuales.
El santuario –tan solo hay dos en la región y el que dirige Laura Luengo es el que más volumen de animales tiene– no recibe «ni un euro» de dinero público, insiste la activista. Se mantiene principalmente a través de las donaciones de más de mil socios o de eventos que organizan y en los que consiguen que lo generado se destine a sufragar los gastos veterinarios y del recinto.
Un coste «brutal»
«Este trabajo tiene un coste brutal. Es vocacional, no se hace por dinero, sino porque realmente crees en ello», continúa la mujer que además asegura que a pesar de haber perdido algunas comodidades, no lo cambiaría por nada. «Al principio Edu y yo no teníamos ni ayuda ni formas de pagar al veterinario. Solo comíamos arroz y tomate», recuerda. Sin embargo, «todo esto ha mejorado».
Agradece el cambio de mentalidad que ha ido adquiriendo la sociedad en cuanto a estos temas. Sobre todo a raíz de la concienciación colectiva de los últimos años. A pesar de esto, lamenta que en España el avance se haya quedado «solo en perros y gatos».
![Imagen principal - Arriba, Dulce, una yegua que fue dejada a su suerte en Guadarrama. Ahora está recuperándose poco a poco. Abajo, Romerito, que fue encontrado solo por una señora en El Escorial y Álamo junto a su madre, que había fallecido en el parto](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/20/caballo-refugio-U27262550042ykf-758x470@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Arriba, Dulce, una yegua que fue dejada a su suerte en Guadarrama. Ahora está recuperándose poco a poco. Abajo, Romerito, que fue encontrado solo por una señora en El Escorial y Álamo junto a su madre, que había fallecido en el parto](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/20/vaca-refugio-U25448047067xNg-464x329@diario_abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Arriba, Dulce, una yegua que fue dejada a su suerte en Guadarrama. Ahora está recuperándose poco a poco. Abajo, Romerito, que fue encontrado solo por una señora en El Escorial y Álamo junto a su madre, que había fallecido en el parto](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/04/20/santuario2-kmUD-U75652248042QDV-278x329@diario_abc.jpg)
Los próximos meses en el Santuario Vegan se preparan para la esperada mudanza. Este terreno de cuatro hectáreas se ha quedado pequeño, después de que hace unos meses se vieran desahuciados del terreno en el que se encontraban, además de haber sufrido las consecuencias de la DANA, que azotó fuertemente la Comunidad de Madrid el pasado mes de septiembre.
«Se trabaja duro pero es gratificante porque trabajas por seres por los que nadie hace nada»
Marta
Madrina de diez animales
La organización tenía arrendado a dos propietarios el terreno en el que hoy están ubicados, pero uno de ellos decidió no renovar el contrato, por lo que vieron que el espacio del que disponían se había reducido a la mitad. «El terreno se nos ha quedado pequeño y necesitamos más espacio para salvar vidas», explca Laura Luengo a ABC.
Ahora están preparándose para que a finales de verano puedan completar la mudanza a la nueva finca, que dispone de en torno a 20 hectáreas. «Podemos adquirir algo en propiedad en nombre de nuestra fundación y que esta pueda seguir creciendo es todo gracias a la gente que nos apoya con sus donaciones», explica la activista.
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