Carabanchel y la okupación de Excelente

BAJO CIELO

La España envidiosa alega que eran pisos de lujo. La España real, que la policía y los juzgados hagan su trabajo

Lalachús como género literario

Interior de la vivienda okupada en Carabanchel TANIA SIEIRA

Carabanchel está revuelto. Una promoción de pisos, en la calle Excelente, ha sido okupada por un grupo de peruanos que brindan con piscos al son de la pícara ambigüedad. Se dicen estafados por un clan que les vendió la patada en la puerta a ... 3.000 euros familia. Son 28. Y con la ruina de los promotores se tambalea un futuro cercano a los que buscan alquileres en este Madrid. Los que construyen para perder dinero no picarán demasiadas veces. La España envidiosa alega que eran pisos de lujo. La España real espera que la policía y los juzgados hagan su trabajo. Mientras, 'los chicos de desokupa' se han llevado una paliza porque las 28 familias, junto a sus allegados, les pusieron colorados al intentar echarles de la 'chollopromo'.

Llevan viviendo ahí desde el puente de la Constitución. Confunden el derecho a una vivienda digna con lo de vivir a todo trapo en una urbanización nueva con piscina, gimnasio, zona infantil y hasta un conserje de la trama que facilita la usurpación a propina en efectivo.

Este año, parece que la política nacional se ha propuesto resolver el problema de la vivienda en España. No tanto el de la okupación. El primer paso es garantizar a los promotores y constructores seguridad. Si un empresario decide levantar un número de viviendas que, al terminarse, son okupadas por un grupo de carotas a los que no se les detiene en el acto, lo único que sucederá es que los promotores preferirán invertir en cualquier otro negocio que no les arruine. Así, la vivienda seguirá siendo el conejo de la chistera de este 'Bajo Cielo' velazqueño.

A las familias que por 3.000 euros piensan que pueden quedarse una propiedad hay que tratarles con precaución, porque hasta un niño entiende que una casa no cuesta esa cantidad. Uno no sabe si son bobos o golfos. En 1975 sí que te comprabas una vivienda por medio kilo, al toque del pistoletazo de salida de las 'francolimpiadas' que acaban de comenzar. Que en Madrid se necesita vivienda es de sobra conocido. Como en Barcelona, San Sebastián, Sevilla, Málaga o Villanueva y Geltrú. También cabe destacar que cada año se apiolan a esta ciudad decenas de miles de personas para labrarse un futuro que la ciudad te permite o no, dependiendo de lo que estén dispuestos a gastársela. Pero ese es otro tema que bien merece una canción de Niña Polaca.

Lo que ocurre en la calle Excelente de Carabanchel es una obra de teatro que podría haber escrito mi bisabuelo, Muñoz Seca. En uno de sus cuadernos de ideas, don Pedro esboza el borrador de una idea sobre una familia que se va de vacaciones, dejando su finca y principal vivienda al cuidado de sus guardeses. Al volver del viaje estival se encuentran que éstos han ocupado la vivienda y cambiado las cerraduras de acceso. La diferencia con la realidad es que Muñoz Seca escribía ficción, mientras que en la España de cien años después es una historia más. Sólo falta buscarle papel al conductor de Aldama cuando pisa el Supremo. Pero de eso se (des)ocupará el tiempo.

Madrid es un regalo envuelto en papel de estraza. Hay que dolerse un poco para que brille, pero quien se lo curra siempre consigue lo que busca. Y Carabanchel (por mucho que le pese a mi amigo Alberto Olmos) está en boca de todos. Tanto, que en sus calles las mozas se visten de pijama para hacer recados, mientras crispan al próximo ganador del Camba. Kardashians felinas que se pasean con el carrito de la compra desde el Mercado Chico al de San Isidro, entre estudios de bohemios y paisanos habituales.

Miguel Hernández escribió eso de «¿Quién te salvará, Madrid, si van dejando tus puertas, solas y de par en par, ante el paso de las fieras?»; y algo de eso hay en esta ocupación que no es de lujo, como dicen algunos Starmers de la prensa. Los inquilinos legales pagan entre 800 y 900 euros al mes de alquiler, así que el argumento que justifica la ocupación ni cuela ni se le espera. Tarde o temprano, las autoridades pertinentes tendrán que solucionar el problema de la estafa de la cola del hambre, que es donde se reclutó a las familias que apoquinaron su media verdad. ¡Qué Madrid! Y qué buena excusa para seguir escribiendo, por decirlo en Umbral.

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