El Bernabéu muda su piel y ya cubre de plata el viejo hormigón
En el derbi del fin de semana el estadio recuperó aforo: 70.985 espectadores gracias a las nuevas escaleras y accesos
Las obras faraónicas prosiguen en el interior y el club ya está solicitando las licencias para los locales comerciales
Los tres amigos soportaban el frío envueltos en sus bufandas blancas, a los pies del estadio más universal del planeta. «Sí, soy un gran fan, un gran fan del Real Madrid», confirmaba Krystian, de 42 años, que dos días antes se había abrigado con la misma bufanda para presenciar el derbi por excelencia de España, los dos equipos de la capital luchando por el balón en un Bernabéu a medio hacer. «No me gustó mucho...», reconoce Krystian; el Atlético de Madrid empató 1-1. Sin embargo, el estadio pudo recuperar parte de su aforo perdido, con hasta 70.985 espectadores el fin de semana, gracias al avance de unas obras faraónicas que próximamente culminarán una nueva fase. El Santiago Bernabéu está a punto de cubrirse por completo de plata.
El coliseo del Real Madrid, inaugurado en diciembre de 1947, se embarcó en el verano de 2019 en una ambiciosa reforma que ya supera los 800 millones de euros. Por ahora, el club ha dispuesto 375 millones y el mastodonte de hormigón ha mudado de piel, el símbolo de una futurista metamorfosis a partir de 30.000 láminas de acero que le otorgarán una apariencia de platillo volante.
Cuando el club anunció la transformación del estadio, la nueva cáscara metálica generó cierta polémica. Era un gigante espejo que podía causar molestias a los vecinos de la zona en los días despejados. Pero la constructora FCC se basó en la normativa de deslumbramiento de Australia para elegir el material de las 30.000 piezas (lamas, por su nombre técnico) que estarán rematadas «en breve», aseguran a ABC fuentes del Ayuntamiento de Madrid.
Todos estos engorrosos trabajos dependen de la autorización municipal. «Como van avanzados ya están pidiendo permisos de obras para los locales interiores que son para comercios, bares, museo…», especifican desde el Área de Desarrollo Urbano, el departamento encargado de conceder las pertinentes licencias. En este caso, son declaraciones responsables, un documento que permite agilizar los trámites para la construcción, previo a la licencia de funcionamiento. Por ahora, no hay más detalles de ese interior en expansión de ocio y entretenimiento. «Es un modelo de negocio que todavía se está desarrollando», apunta Roberto Pérez, el aficionado que ha seguido más de cerca esta metamorfosis.
Desde julio de 2019, Pérez ha publicado en su blog ('Nuevo Estadio Bernabéu') y en redes sociales toda la información detallada de la evolución de las obras. Algunas fases son espectaculares por la complejidad ingeniera o las novedades tecnológicas. Cerrar la piel envolvente de plata, no obstante, es el paso más reconocible. «Es la parte más visual, la más simbólica a efectos de ciudad, a nivel de monumento y lugar de culto», sostiene Pérez. La fachada, fabricada por Acerinox, será además una inmensa pantalla en el paseo de la Castellana, porque sobre sus láminas se proyectarán imágenes.
Antes
Después


El Real Madrid fijó un plazo inicial para la transformación de 44 meses. En teoría, las grúas y las casetas de FCC, que se apiñan como pequeños bloques de pisos en la cara oeste del estadio, deberían retirarse este verano. Aunque «una obra tan mastodóntica nunca se puede saber cuándo va a terminar», puntualiza Pérez. En cualquier caso, aunque los trabajos se alarguen, el Bernabéu siempre ha estado operativo. Pero con más intensidad, a lo largo de la última quincena.
«¡Real Madrid, Real Madrid! ¡La camiseta nueva, 25 euritos, blanca, negra y violeta! ¡Llévela nueva!», coreaba un vendedor ambulante a las puertas de la tienda oficial, un escaparate entre andamios y con las puertas abiertas donde decenas de turistas se arremolinaban este lunes con bufandas y bolsas blancas. «Toda esta calle [un pedazo de la avenida de Concha Espina] abrió hace 15 días, antes no se podía pasar. Ahora empieza a haber vida», afirma el vendedor.
A los visitantes no les importa el ruido de las sierras y el silbido de las grúas. Durante muchos años, el Bernabéu ha sido el tercer museo más visitado de Madrid (y el más rentable), por detrás del Reina Sofía y el Prado, y su remodelación también es un reclamo. Krystian, el hombre polaco que encabeza este reportaje, esperaba este lunes en el acceso de la puerta 55 para internarse en el 'tour' del coliseo. La entrada cuesta 15 euros y el paseo libre atraviesa la sala de trofeos, ofrece una vista panorámica del estadio y termina en los artículos para fetichistas de la tienda oficial.
Un coliseo a medida
Este fin de semana, el Bernabéu completó otra fase de las obras: puso en funcionamiento varias escaleras de los laterales este y oeste, además de ampliar el recorrido de las que vertebran los torreones norte y sur. Así ganó butacas y 70.985 personas presenciaron el derbi madrileño. Una vez finalicen la transformación, el aforo final ascenderá a 81.044 localidades.
Los tres años de obras resultarán en un Bernabéu moldeable para acoger un partido de tenis o de baloncesto, un campo de fútbol americano o un concierto masivo de Rihanna. El presidente del Real Madrid, Florentino Peréz, lo describe como el lugar «donde socios y aficionados vivan sensaciones y experiencias inolvidables, incorporando las tecnologías de última generación». El objetivo del club es rentabilizar su casa los 365 días del año, mediante un césped retráctil que pueda guardarse y desplegarse en cuestión de horas.
El agujero para esa cueva que funcionará de invernadero, el llamado hipogeo, ya está horadado en el subsuelo del madridismo. Los técnicos se afanan ahora en la obra industrial, la instalación de todos los mecanismos que permitirán subir, bajar, desplazar y conservar trozos de césped para que el Bernabéu mute de un día para otro. La reforma tiene otras joyas: un techo retráctil con sensores climatológicos, una grada abatible en el fondo sur para ganar 1.300 metros cuadrados de aforo y un videomarcador 360 grados de casi dos pisos de altura. Los vecinos están acostumbrados a su grandiosidad: «Las obras son molestas, pero casi molestan más los partidos», dice una pareja de septuagenarios mientras caminan, agarrados del brazo, junto al coloso plateado.
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