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El cronista Ángel del Río da nombre a la antigua estación sur de autobuses, ahora centro dotacional integrado

En homenaje a la figura del periodista especializado en Madrid que forma parte ya de la historia de la ciudad

David Gistau y Ángel del Río, premiados con la Antena de Plata

Entrada del centro dotacional integrado Ángel del Río, en Arganzuela, situado sobre la parcela de la antigua estación sur de autobuses
Sara Medialdea

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El centro dotacional integrado de Arganzuela, en la calle Canarias, se levanta sobre el solar que fue en su día la estación sur de autobuses, donde cientos de miles de madrileños escribieron sus historias viajeras. Ahora, allí hay instalaciones deportivas, culturales, biblioteca, cafetería y otros muchos servicios útiles al ciudadano. Y su nombre rinde homenaje a un periodista y cronista de la Villa al que Madrid le corría por las venas: Ángel del Río. El alcalde actual, José Luis Martínez-Almeida, y dos de su antecesores, José María Álvarez del Manzano y Ana Botella, le han recordado junto con su familia descubriendo una placa a su nombre en el lugar.

Le habría encantado la escena a Ángel del Río: a las puertas del centro, en una enorme explanada bañada por el frío sol de febrero, un grupo de señoras jugaban a la petanca entre grandes aspavientos cuando les salía bien. En los bancos descansaban varias personas mayores, y otras hacían gimnasia en aparatos instalados en un parque para ellos. Una pintada de Burki2 adornaba la fachada, y por entre los cristales se veía a una mujer levantando pesas al ritmo, y a decenas de jóvenes estudiando en la biblioteca. Un lugar lleno de vida, del pueblo y para el pueblo, que ahora se llama 'Ángel del Río' en homenaje al cronista desaparecido hace ya tres años.

Al acto asistieron, junto a las autoridades, su viuda Isi Chamorro, su hijo Ángel, sus tres nietos, exmunícipes como Carlos López Collado, Gabriel Astudillo o Sigfrido Herráez, y un gran grupo de periodistas que trabajaron y aprendieron a su calor a lo largo de décadas de dedicación a la ciudad de Madrid. La decisión de darle su nombre a este centro integrado la ha peleado la concejal presidente de Arganzuela, Lola Navarro, y la han apoyado todos los grupos políticos por unanimidad, y por eso estaban también presentes la portavoz del PSOE, Reyes Maroto, el concejal de Más Madrid Félix López Rey, y los de Vox Javier Ortega Smith y Fernando Martínez Vidal, entre otros.

Ángel del Río se caracterizó por ser un periodista de los que llamaban 'de raza', tan aferrado a la verdad que a veces le costó perder amistades, aunque a cambio se ganó el respeto general por su honestidad sin ambages. Tenía, recordaba Lola Navarro, «una mirada única y crítica sobre Madrid, con sus luces y sus sombras».

El decano de los cronistas de la Villa, Pedro Montoliu, recordó sus archifamosas y a veces temidas desde el poder 'Cartas al alcalde', o sus columnas 'el callejón del gato' y 'plaza de Castilla'. «Tenía carácter, mantenía sus criterios y los defendía con argumentos. Madrid era su vida», ha resumido, en recuerdo del gran periodista que tanto trabajo el los diarios Ya, La Razón o El Mundo y en la emisora Cope. Lo era, y lo fue hasta el último día de su vida: como recordó Martínez-Almeida, en la jornada en que falleció estuvo trabajando por la mañana como cronista, «aportando su criterio sobre los actos del cuarto centenario de la canonización de San Isidro y por la tarde acompañando a su mujer al hospital».

Su nombre en el frontal del centro dotacional de Arganzuela es, ha añadido, «un recordatorio para que cualquier madrileño que entre o simplemente que pase por aquí, sepa que hubo un hombre que entendió que todos teníamos que crecer arrimando el hombro por Madrid». Un hombre bueno, en eso todos coincidieron, y cuyo legado será afianzar la historia de Madrid. Su hijo Ángel, en una última carta al alcalde, pidió al actual y a los futuros regidores «que su trabajo y el de tantos como él no caiga en el olvido». Que nadie deje nunca de saber que una gorra de chulapo y un pañuelo blanco al cuello son, en realidad, una parpusa y un safo.

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