Auditorio de Raphael
Nos importa, alcalde, que los laureles lleguen a tiempo a los artistas
Callao, neón y verbena
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Iniciar sesiónLleva Raphael más de medio siglo de ilustre vecino de Boadilla, alcalde, y ahora le han puesto su nombre al auditorio del sitio, que se reinaugura, bajo luces renovadas, en Navidad, o a principios de año, si hubiera demora. A mí me gusta que ... le den a Raphael cualquier reconocimiento. Porque aún tiene Raphael algún reconocimiento pendiente, aunque no tanto. Es más, a mí me gusta que la ciudad, y sus órbitas, saluden con premios o auditorios a sus artistas, raphaeles o no, que son a menudo quienes han logrado ese milagro inacabable de que una ciudad pueda ser siempre la culpable de todo.
Madrid, en general, es rica o riquísima en artistas, alcalde, y conviene tenerlos contentos, porque una ciudad sin cultura es un cementerio. Decía alguien, con gracia malvada, que un académico es un señor que al morirse se convierte en sillón. Algunos artistas se convierten en auditorio, pero estas cosas es mejor que sucedan antes de que nuestros artistas sean artistas difuntos, porque las celebraciones hay que cumplirlas en vida y los consejos hay que darlos en billetes de curso legal, según el consejo inolvidable de Lola Flores.
Raphael vuelve en Navidad, por tanto, pero no en canción, sino en un auditorio entero. Raphael ha sido un villancico cuyo intérprete, de pronto, ha hecho un carrerón único. Se habla mucho de la canción del verano, pero muy poco de la canción de invierno, que es siempre Raphael, con su estampa de luto, con su voz de apoteosis, con su cara de chico bueno, que es también un poco chico malo, si se pone. Raphael, ahí en Boadilla, ocupa un chalé desperezado, muy lujoso de salones, pero ni así le caben todos los discos de oro, que me parece que son casi quinientos. Antes, daba ahí algunas cenas populosas, donde iban José Bono, María Teresa Campos y Eugenia Martínez de Irujo, entre otros. Las cosas se las maneja bajo pulso fino Natalia Figueroa, que, naturalmente, no es solo la mujer del artista.
Nos importa, alcalde, que los laureles lleguen a tiempo a los artistas, porque son una alegría y un estímulo y un notición. Empezando o acabando por el interesado. Que es, además, un auditorio.
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