Ana Lua Caiano, la renovación electrónica del folclore luso
Presenta su primer trabajo, álbum del año en Portugal, este viernes en el Café la Palma
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La compositora portuguesa Ana Lua Caiano
Su música posee la fuerza de las raíces, del folclore portugués, y de la modernidad que impone la música electrónica. Se formó en el piano, en la música clásica y en el jazz. Luego estuvo en la banda Planet Kepler. Su proyecto en ... solitario nació durante el confinamiento. «Tuve la necesidad de componer y seguir tocando. Hacer música fue una forma de afrontar la pandemia y el hecho de estar sola», nos cuenta por teléfono desde Bruselas donde actuaba este miércoles pasado en L' Ancienne Belgique.
En ese período tan difícil comenzó a experimentar con sonidos portugueses tradicionales y a combinar esos sonidos con otros más relacionados con la música electrónica, la música experimental y los sonidos cotidianos, una propuesta que presenta este viernes en el Café La Palma de Madrid (calle de la Palma, 62) y el sábado en la sala Apolo de Barcelona (carrer Nou de la Rambla, 113).
«El folklore portugués es uno de mis puntos de partida. Desde pequeña utilicé mucho la música tradicional portuguesa, y por eso cuando comencé a componer, las composiciones siempre tenían estos elementos de la música tradicional portuguesa, en los ritmos y en la manera de cantar. Por eso creo que la música tradicional portuguesa, el folclore, es el sello de este proyecto», precisa.
Antes de la pandemia empezó a asistir a cursos de sintetizadores y también comenzó a escuchar, por ejemplo, a Laurie Anderson, Silver Apples, Portishead, Björk... y a otros proyectos que tienen que ver con los sintetizadores, «caminos no tan tradicionales en la música, pero que también son muy completos», explica. Porque tenía la necesidad de buscar otros tipos de músicas no tuvieran tantas reglas, «música que parte de los sueños cotidianos y quería crear composiciones más abstractas, para eso tuve que romper un poco con las reglas de la música clásica y del jazz».
Sus referencias principales de la música tradicional portuguesa son Zeca Afonso, pero también Sérgio Godinho, Fausto o Amélia Muge. Después, las letras de sus canciones parece que captan algo superior, como si se pudieran palpar, como si sus piezas fueran, también, piezas táctiles.
No son autobiográficas aunque hablan de cosas que ve y escucha a diario. Reflejan su personalidad, atenta y sensible a lo que sucede a su alrededor. «Hablo sobre el exceso de trabajo, sobre el amor tóxico, sobre la muerte, sobre muchas cosas que a veces puedo identificar con una persona y a veces con nadie en concreto». Sus canciones captan un punto de la 'saudade', poseen un componente oscuro, de nostalgia.
«El otro día me dijeron que se habían dado cuenta que mi música está hecha en tonalidad menor. Mis canciones tienen un lado triste e incluso las letras no son precisamente felices. Siempre tratan de algo que incomoda, de algo que está mal, y de esa tristeza que está muy retratada y muy difundida en la música portuguesa. Pero aunque mis composiciones sean tristes tienen muchos ritmos, suceden muchas cosas. Puedes bailar con las canciones. Es una especie de purga, una forma de liberarse de ciertas emociones fuertes con la canción», reconoce.
Revolución de los claveles
Le gusta escuchar música de todo el mundo. «Tengo una gran conexión con España, por ejemplo, con Marina Herlop, Rodrigo Cuevas, Le Parody o Silvia Pérez Cruz. Me interesa escuchar propuestas que están más allá de la música tradicional, pero relacionándose con ella», subraya. Y luego siente que sus canciones tienen un punto político, porque hablan de mucho temas actuales.
«Por ejemplo, en Portugal estamos teniendo una gran crisis inmobiliaria. Tengo dos o tres canciones que hablan sobre eso. En las grandes ciudades es muy difícil encontrar casa. Y también tengo canciones sobre trabajar en exceso, sobre el amor tóxico y sobre ese lado feminista», comenta a este periódico.
Ahora está creando nuevas composiciones que reflejan el tema de las guerras y los populismos, cosas que están sucediendo en la actualidad.
«El año pasado se cumplieron los 50 años de la Revolución de los Claveles, del fin de la dictadura en Portugal. Da miedo ver que estas tendencias fascistas estén volviendo».