Viviendas autónomas para salir de la pobreza: «Pasé 8 años en la calle, desde que vivo en el piso he dejado el alcohol»
El Ayuntamiento de Madrid ampliará el programa ‘Housing First’ de 75 a 175 hogares para alojar a personas sin techo
Hace más de dos años que Jesús Cosío se despertó en la cama de un hospital con puntos en la cabeza . No recordaba cómo había llegado hasta allí. La ingesta excesiva de alcohol le hizo perder el equilibrio y la consciencia. ... Entonces llevaba cerca de ocho años durmiendo en la calle o, si tenía algo de dinero, en una pensión. Estaba sumido en una espiral de dolor físico y emocional insoportable. Pero aquel episodio marcó un punto de inflexión en su vida. Allí contactó por primera vez con especialistas del Samur Social que le facilitaron ayudas económicas y un techo en el que comenzar de nuevo. Le dieron una segunda oportunidad, una razón para luchar.
«En los últimos tiempos en la calle dormía sentado en una parada de autobús porque tenía miedo , no me quería acostar. Es muy chocante volver a tener mi propia cama y un sitio donde poder pintar», cuenta a ABC mientras muestra el blog que le ha creado su hijo para mostrar al mundo su talento para la pintura.
Él es uno de los 75 inquilinos del proyecto ‘Housing First’, impulsado por el Ayuntamiento de Madrid y que gestiona la entidad Hogar Sí (Fundación Rais). Se trata de un programa pionero que ofrece una vivienda a personas sin hogar para evitar que su situación de calle se cronifique durante años y que puedan reconstruir su vida en pisos autónomos . A finales de este año, el Consistorio de la capital ampliará las plazas hasta 175 con la aprobación de un nuevo contrato, según avanzaron a ABC desde el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social . Este plan, según explican desde la concejalía que dirige el concejal de Cs José Aniorte, va acompañado de un programa de apoyo socio-educativo que trabaja en la inserción laboral y social de cada persona.
«En la calle desapareces como persona, eres un bulto al que la gente mira diferente o como un sospechoso»
«Pintar es mi vida, lo ha sido siempre, desde que era un niño. Cuando pinto, el tiempo se me pasa que no me entero», expresa Cosío, que estudió Bellas Artes y vivió más de dos décadas de su arte. «He trabajado de seguridad, camarero... Pero con la pintura también he ganado mucho dinero. Los fines de semana me iba al Retiro, donde el estanque grande. Me he pasado veinte años haciendo retratos en la Plaza Mayor y en el Prado . También estuve un tiempo en París. Pero las cosas un día se tuercen, el alcohol -empezó a consumirlo con tan solo doce años- me causó muchos problemas, me separé y las cosas empezaron a irme mal», relata, consciente del problema que tuvo y al que ha puesto remedio.
Cosío tiene una imagen grabada en la memoria de aquellos años oscuros. En el salón de su casa, apoyado en un caballete, destaca un retrato hecho por él en el que aparece un hombre de mirada perdida sentado sobre un contenedor. Es otra de las personas sin hogar a las que veía cada día languidecer en el mismo punto. «No sabes lo que es estar en la calle, no solo por lo físico, es que desapareces como persona, solo eres un bulto al que nadie habla y al que la gente te mira diferente o como un sospechoso», reflexiona este madrileño de 59 años, que con sus manos ha querido poner rostro a personas que, como él, fueron ‘invisibles’ para el resto de la sociedad.
«Ahora me piden dinero por la calle y antes me daban un euro. Siento que me ha tocado la lotería»
«Fue muy chocante tener un piso para ti solo», reconoce. «Ahora, desde que vivo aquí, estoy muy bien, he dejado el alcohol, aunque uno nunca deja de ser alcohólico, no se puede bajar la guardia. Hace un tiempo no encontraba salida, ahora sí; y puedo decir que de todo se puede salir», dice, esperanzado.
Cambio radical
José Alberto Muñoz sintió que le había «tocado la lotería» cuando le comunicaron que, después de 10 años sin un hogar, podría tener un piso para él solo. Las deudas ahogaron el bar que regentaba con su madre y le abocaron al cierre. « Teníamos más pérdidas que ganancias y, cuando mi madre murió, me quedé en la calle», recuerda en conversación con ABC. Desde entonces, pasó por sofás de casas de amigos y familiares, albergues municipales durante la campaña del frío y hasta durmió en espacios okupas .
«De no tener nada a acceder a la que es tu casa, tener todo nuevo, sientes que estás empezando de nuevo», expresa Muñoz, que ya lleva más de tres años en su vivienda de San Blas. «Es tu espacio y aquí nadie te roba. No te tienes que pelear con los compañeros porque no te falta nada, te administras tú», añade este madrileño de 52 años, que reconoce que ha mejorado su autoestima porque le permite «tener mejor presencia para pedir trabajo» al estar mejor «aseado y descansado».
Durante el tiempo que lleva en el piso se ha formado para encontrar una salida laboral que le permita mantenerse sin ayudas. «He retomando ahora la búsqueda activa de empleo. Durante semanas me he formado en un curso de jardinería y también hice un curso de informática», indica.
De su cambio radical de vida se han dado cuenta no solo en su entorno, sino también los extraños. « Cuando estaba sin hogar y había conseguido algo de dinero para comer un menú en un bar, te miraban de arriba a abajo, pensaban que no iba a pagar. Ahora me piden dinero por la calle y antes me daban un euro», ejemplifica, feliz por haber roto la espiral que le ataba a la calle.
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