Tiro al blanco contra los autobuses de la EMT en tramos de líneas conflictivos
Los barrios de Orcasur y San Fermín, en Usera, y el paseo de Plata y Castañar, en Villaverde, los más señalados
El susto no es para menos. El pasado 3 de febrero, un autobús de la Empresa Municipal de Transportes avanza por la avenida de la Gran Vía del Este, en el distrito de Vicálvaro, cuando sucede el estruendo. «En el E3 acaban de ... tirar piedras y romper los cristales, atrás también, y las piedras de este tamaño», dice uno de los usuarios afectados, instantes después de que los objetos arrojadizos hayan provocado la rotura de al menos dos lunas. Por suerte, los daños son solo materiales, lo que no resta un ápice de peligrosidad a la irracional escena.
Este ataque es solo uno de los seis que este periódico ha podido constatar en apenas dos meses y medio contra autobuses de la EMT. Cuatro de ellos han tenido lugar en la línea 78 , cuya ruta transcurre entre la glorieta de Embajadores y el barrio de San Fermín. El 2 de diciembre, un conductor sufría la ira de un pasajero, que no contento con insultar al trabajador, la emprendía a golpes contra la mampara de la cabina. El 18 de enero, en la glorieta de San Martín de la Vega, otro asalariado se veía obligado a interrumpir el servicio tras recibir el impacto de huevos; también en ese punto, el 21 de enero una conductora era amenazada por una pasajera conflictiva a la que había negado el acceso y que trató de entrar empujándola de forma violenta. Y el 3 de febrero, el lanzamiento de una piedra a manos de un niño sacudía la marcha, esta vez en la calle de Antequera.
El último de los incidentes recabados por ABC tuvo lugar el pasado sábado en la línea 76 (plaza de la Beata María Ana de Jesús-Villaverde Alto), después de que un grupo de adolescentes ‘lograra’ estallar tres lunas al paso de un autobús por el paseo de Plata y Castañar. Precisamente, esta zona es una de las que mayor incidentes registra, junto a otros tramos que discurren por los barrios de Orcasur y San Fermín, y en menor medida por Almendrales y Pradolongo (en la calle del Cristo de la Victoria e inmediaciones). Desde la Sección Sindical de UGT de la EMT Madrid apuntan también a Palomeras (en Puente de Vallecas), a tenor de las quejas recogidas en las últimas semanas.
Sensación de impunidad
El problema, según expone el responsable de movimiento de UGT y conductor, Manuel Vallejo, nace en la sensación de impunidad que creen tener los vándalos, menores en su mayoría, que aprovechan la caída del sol para apostarse a un lado de la calzada con malas intenciones y emprender la huida sin ser interceptados. «Su diversión es lanzar piedras, huevos, patatas...», enumera, sin olvidar otro de los contratiempos más comprometidos: accionar desde fuera el botón para quitar el aire de las puertas en caso de avería, obligando al conductor a salir de la cabina con el consecuente riesgo que ello conlleva.
Solicitar la parada y arrojar objetos dentro de los autobuses es otra de las prácticas sufridas por los profesionales. A finales de 2020, un chófer de la línea 116 (que comparte parte del recorrido con la 78) abrió la puerta en la parada plaza del Pueblo sin saber que una lluvia de petardos encendidos caerían de improviso sobre el habitáculo. «Estuvo de baja medio año por problemas en un oído», recuerda Vallejo, consciente del difícil trance. A la hora de comunicar una incidencia, son los conductores los que rellenan por escrito un parte remitido a la empresa. Y si hay heridos o la situación requiere la presencia de la Policía, son los agentes los que también rellenan un atestado a fin de iniciar su propia investigación.
Las secuelas físicas o psicológicas que dejan este tipo de agresiones repercuten sobremanera en la plantilla municipal. «Son varios los compañeros que han pedido la renuncia de línea», sostiene el portavoz de UGT, por lo que estos empleados deben dejar su línea habitual y entrar dentro de lo que llaman correturnos de estación: conductores sin plaza fija que deben cubrir cada día un turno diferente. «Es una pena que tengamos que saltar de línea en línea porque nosotros venimos a trabajar, no a jugarnos la vida», incide.
Cámaras en el interior
Con todo, las controversias en el interior de los vehículos se han reducido de manera considerable. El hecho de que toda la flota de la EMT esté provista de cámaras de seguridad frena a los alborotadores, temerosos además de quedar atrapados en el autobús si las puertas son bloqueadas desde la cabina. «Cuando un conductor se encuentra en una situación de emergencia, puede activar el pisón de alarma que le conecta, de forma directa e inmediata, con nuestra CRA (Central Receptora de Alarmas)», informan a este diario desde la compañía pública.
Es en ese centro de control donde se coordinan todas las actuaciones que sean necesarias dependiendo de la tipología de la emergencia. «De esta forma, se gestiona la presencia del Cuerpo de Bomberos, Samur-Protección Civil, Policía Municipal, nuestro personal de seguridad en la calle, personal de operaciones... Y después de la incidencia, cuando corresponde, se llevan a cabo las pertinentes denuncias», añaden las mismas fuentes.
El trabajo conjunto con las Fuerzas de Seguridad se acentúa por medio de protocolos de colaboración, tanto con la Policía Judicial de la Policía Municipal como con la Brigada Móvil del Transporte de la Policía Nacional. Una estrategia que si bien hace años redujo a niveles residuales la acción de los grafiteros , no parece ahora ser suficiente para contener a los vándalos. Al menos, en los tramos más conflictivos.
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