Los sonidos del Universo llegan a Madrid Depeche Mode, como en casa
POR ANDRÉS CASTAÑO
FOTO: JOSÉ ALFONSO
MADRID. Madrid tiene karma con Depeche Mode. Los de Basildon vivieron en la capital española en 1992 y grabaron parte de «Songs of Faith and Devotion» (1993) en un estudio montado en un gran chalet de La Moraleja donde el entonces cuarteto residió (echamos de menos a Alan Wilder). Depeche Mode regresaban con «Touring the Universe», la gira de presentación de su duodécimo disco de estudio «Sounds of the Universe» (2009), una gira que ha sufrido cancelaciones por un tumor en la vejiga que obligó al vocalista Dave Gahan a someterse a una operación. Y bastante con lo visto en Madrid. Depeche Mode envejece y los años no pasan en balde: pasan factura. Pero Dave Gahan, Martin Lee Gore y Andrew Fletcher no defraudan porque sus canciones permanecen en el imaginario colectivo.
Su primera de las dos citas en Madrid convenció a los 10.000 espectadores que llenaron el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. En dos horas de show Depeche Mode triunfaron como si estuvieran jugando en casa. Con una escenografía minimalista, cuatro líneas de focos y una pantalla final donde sobresalía una esfera, cual medio globo terráqueo. Sin más adornos y con unas visuales logradas y sugerentes (un ojo tipo Gran Hermano en Walking in my Shoes observaba un desierto con una urraca, o palabras apareciendo en la pantalla a modo de máquina de escribir). Acompañados por un teclista y un soberbio batería, el trío de Basildon convenció aunque el recuerdo de mejores noches sobrevolaba el ambiente. El grupo parecía estar a medio gas, ralentizando el tempo de muchas de sus canciones antológicas. El repertorio tocó todos los palos de la banda, tres canciones del nuevo disco como inicio, para ir abriendo paso a clásicos intemporales.
Depeche Mode en directo tira de ese concepto de rock electrónico, pero a veces cae en lo obvio, esas florituras y solos de Martin L. Gore ensuciaban las canciones y afeaban el sonido final. Y es que el trío británico no es una banda de rock, no hay que olvidar los orígenes electrónicos. Cuando cae en la estampa épica peca en exceso y para eso no hay redención: son previsibles y puede tocar lo anodino. Sin embargo, perlas como I Feel You relucen con fuerza a base de un riff inmenso de guitarra. Una audiencia donde predominaban los treintañeros disfrutó de lo lindo con temas míticos como Policy of Truth, A Question of Time, World in my Eyes, Enjoy The Silence, Walking in my Shoes. Como siempre se agradece que en su repertorio rescaten canciones olvidadas, fue el caso de Sister of Night de «Ultra» (1997) o Fly on the Windscreen, de «Black Celebration» (1986).
Al desnudo
En la recta final sorprendió la maravillosa One Caress, una de sus baladas más cautivadoras, en esta ocasión sin arreglos de cuerdas, tocada al desnudo con un teclado y la voz inconmensurable de Martin Gore, pletórico también en Home, dos canciones grandiosas que fueron de lo mejor de la noche y que resaltan cómo las cosas importantes cobran protagonismo por su luminosidad y su sinceridad. Lo mismo que Stripped, que seduce por ese toque épico, una especie de viaje iniciático musical. Cerró Personal Jesus a ritmo rockero, un concierto a medio gas de unos grandes del tecnopop.
Soulsavers, la banda de Mark Lanegan (ex Screaming Trees, grunge noventero de Seattle), abrió con excelentes dosis de rock y soul procedentes de los rincones más recónditos del alma.
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