La lanzadera de Carabanchel al firmamento del rock
Ocho bandas emergentes se someten durante cuatro meses a un entrenamiento tutelado en el polígono ISO, un proyecto financiado por el ayuntamiento para inflamar la llama creativa en el sur de Madrid
Hacía por lo menos un lustro que Laura Rubio no pisaba Gruta 77 . Entró un jueves por la tarde con sus botas militares, su ‘total black look’ y sus tatuajes de colores, y abrazó al Indio, el dueño de esta mítica sala de ... conciertos al sur de Madrid. La luz es tenue, el escenario alto y, a su alrededor, hay un puñado de aspirantes a estrellas del rock . Durante una hora, Rubio, de 43 años, vocalista del grupo Garaje Jack y musa del rock femenino, les dio una clase magistral. Más bien, varias lecciones extraídas de una vida de desenfreno delante del micrófono. «Ahora si queréis hablamos de las mujeres en el rock and roll, que me cago en todo», suelta.
Gruta 77, un pub underground que nació en los 2000 para acoger a ese submundo menos comercial del rock, es uno de los cuatro locales —junto a Matilda, El Observatorio y Madreams— inmersos en el proyecto Ensaya Carabanchel . Ocho bandas emergentes de pop y rock en su definición más amplia, 16 semanas de ensayos tutelados y 19 horas de clases particulares en un viejo barrio industrial del distrito de Carabanchel. «Con muy poquito presupuesto [casi 39.000 euros] estamos montando un cirio impresionante», asegura el Indio, de 53 años, «solo Indio», uno de los tutores del programa alumbrado en el antiguo polígono ISO.
En las naves industriales que hace décadas acogían imprentas se crían comunas de artistas, galerías contemporáneas y el mayor número de locales de ensayo de España. El polígono ISO se ha convertido en el último lustro en el epicentro creativo de la capital. La asociación Carabanchel Distrito Cultural propuso al Área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid montar aquí una escuela de rock. El dinero procede del Plan Sures, el plan de desarrollo de los nueve distritos del sur y del este de la ciudad orientado a reducir la brecha social, económica y medioambiental de la periferia.
A finales de 2018, una publicista y una arquitecta treintañeras crearon una ‘girl band’ en Madrid. Ángela Juves y Sara Palomar son cantante y guitarrista de Vosotras Veréis , uno de los dos grupos que practican desde hace semanas en los locales de Gruta 77. María José Vargas, una enfermera bajista, y Daniel Montero, «un músico de verdad» (como ellas mismas se definen), completan este cuarteto de ‘power pop’, punk del 77... «o algo así» , reza su tarjeta de presentación en su perfil de Instagram. A Ángela, de 34 años, siempre le había gustado cantar. En su casa. Hasta que conoció a su pareja, hace ya una década, que tocaba varios instrumentos en varias bandas y le «motivó». «A mí sí me encantaría dedicarme a esto, siempre digo que me ha pillado un poco tarde», dice. En la lanzadera rockera de Carabanchel no importa la edad.
Una canción profesional
La meta del proyecto es «conseguir que quien no tiene medios pueda acceder gratuitamente a ensayar con su banda y con tutores », explica el Indio. Ángela solía pagar 45 euros cada vez que necesitaba una lección de canto. «Lo mejor de Ensaya Carabanchel son las clases particulares sin coste», sostiene, «me están viviendo genial, me ha servido para sacar más potencia, proyectar mejor la voz». Vosotras Veréis tiene cinco canciones autoeditadas en Spotify, cinco «tan diferentes», reconoce Ángela, pero todas de melodías achispadas y contagiosas.
Las de Vosotras Veréis todavía dudan acerca de la canción que grabarán en los estudios profesionales de Matilda y El Observatorio a lo largo del mes de julio, el remate a las 64 horas de ensayos. Aunque si Ángela tuviera que escoger una para introducirse al público se decantaría por ‘Algo de ti’. «Fui a una cita en el parque con unas chuches y un poco de cerveza, y no sé qué paso que ahora no te puedo olvidar, hay algo que me gusta de ti», entona Ángela en la que es su canción «más amable, por la que se puede entrar mejor, la más tierna». Y se ríe, porque no son tiernas.
![Daniel, Ángela, Sara y Mari, las cuatro integrantes de la banda Vosotras Veréis](https://s3.abcstatics.com/media/espana/2022/06/08/VV1-kBaG--510x349@abc.jpeg)
Alma ochentera, letras peleonas, aires punk, rollo reggae o garaje indie. Los ocho elegidos entre las 93 bandas madrileñas sin contratos discográficos que presentaron sus temas ante el jurado de Ensaya Carabanchel tocan todos los palos. «Seleccionamos a las ocho que podían aprovechar mejor el curso, no a las ocho mejores», puntualiza el Indio. Calle Godó, Coco Wine, Jaleo, Majaicans, Nivola, Sobrezero, The Petunias y Vosotras Veréis visitan todas las semanas el viejo polígono, donde sus tutores les guían para producir, componer, promocionarse y relacionarse con las discográficas. «Tienen algo, algo especial. Si no sacamos ese algo los tutores lo hemos hecho mal», sentencia el Indio.
Huele a cerrado y a amplificador quemado. La papelera de la esquina rebosa de latas de cerveza. En el cubículo insonorizado —uno de los muchos escondidos en la planta superior de la sala de conciertos de Gruta 77— apenas caben los cuatro de Nivola que se reúnen dos veces por semana con camisetas, zapatillas y buen rollo. El batería llega tarde, como siempre. «Tenemos que ensayar la pose de rock and roll, chicos», bromean mientras enfrentan la cámara.
Sueños adolescentes
Nivola nació hace tiempo, un prototipo formado por amigos de instituto, y se rescató el pasado enero para ingresar en Ensaya Carabanchel. «Y ahí ganamos, qué coño», celebra el cantante y compositor, Fernando Hernández, de 25 años. El guitarrista es su colega Ignacio Herrero (27 años), el batería y «viejo» del grupo, Akis Betos (38 años), y el bajista, encontrado el mismo enero, Miguel Casado (21 años). ¿A qué suena Nivola? «Tenemos demasiadas influencias demasiado diferentes de cada uno», reconoce Ignacio. Un ‘mix’ de rock 100% español, con tintes del género americano, clásico y hardcore . «Hacemos Nivola», zanja Fernando.
Empiezan a tocar, con tapones especiales —la caja de la batería retumba en el cubículo—, y la sala se transforma en un búnker musical; las cuerdas del bajo, las notas de las dos guitarras y los ritmos de los platos aporrean las paredes. «Yiiiha», grita el bajista (y segunda voz) en ‘Las canciones que necesito escuchar’, una de las candidatas a ser grabadas en los estudios profesionales de Carabanchel. La otra es ‘Todito todo’. La evolución de aquellos sueños adolescentes forjados en los discos de Oasis, Linkin Park, Nirvana, Artic Monkeys, The Rolling Stones... De horas y horas de práctica, autodidacta, con profesor o a través de canales de Youtube. De quemar las ‘covers’ y consagrarse a componer.
«Hay un vacío generacional, la gente debería empezar a colgarse la guitarra a los 14 y están empezando a los 20», dice el Indio, tutor y dueño de Gruta 77
Nivola ha pulido su estilo bajo la supervisión del Indio, que en los noventa fue vocalista de esa banda punk con letras revolucionarias llamada Tarzán y su Puta Madre Buscan Piso en Alcobendas . «Están en ese punto que no saben si me quieren o me odian», ironiza el dueño de Gruta 77 (el número, por el año de explosión del punk). Curtido en el escenario y a los mandos del club —donde han tocado los Ramones, Sex Pistols, The Dictators...—, Indio intenta regresar a ese pasado dorado en que el rock estaba de moda. «Hay un vacío generacional, hubo decisiones erróneas a nivel político que no dejaron que los menores accedieran a conciertos», cuenta, «la gente debería empezar a colgarse la guitarra a los 14, o incluso a los 12, y están empezando a los 20».
En Madrid hay unas pocas decenas de bandas profesionales, y decenas de miles de grupos ‘amauters’. El muro que Ensaya Carabanchel pretende salvar. «Intentamos inculcarles la necesidad profesional de la música , aunque no lo consigas, debes tener un comportamiento profesional», afirma el Indio. Su amiga Laura Rubio es más filosófica, ella habla de «ayudar a que esa flama se incluya dentro de los pechos de la gente». Y eso hizo un jueves delante de su pequeña audiencia: «Lo bueno que tiene la música es que no hay normas. La gente me pregunta: “¿Qué hago para cantar?” ¡Canta!».
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