Joaquín, un corredor en silla de ruedas ante el reto del maratón: «Las cuestas de Madrid son matadoras»
Aficionados y profesionales afrontan este domingo una de las pruebas más exigentes
Superación, sudor y lágrimas: las mejores imágenes del maratón de Madrid 2022
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Más de 30.000 personas, según el mantra de los speakers, han tomado las calles de Madrid la mañana de este domingo para participar en la maratón, que en puridad está dividida en tres categorías: 10 kilómetros, 21 kilómetros y la prueba reina, los 42 km y los 195 metros ... . Desde antes, desde mucho antes de que dieran las ocho, hora de la salida de los atletas de los diez mil metros, eran muchos los que en la plaza de Gregorio Marañón estiraban, corrían, y entraban en calor. Caían seis grados hasta que el sol se abrió entre los altos edificios. A cambio, unos potentes bafles ofertaban música rockera y la animación iba en aumento. Raúl e Ismael venían de Cáceres, en bus y noche previa en la pensión y una cara de sueño que se iría difuminando según se consolidada el sol. Cerca una pareja francesa, Ludovic y Xavierre, portaban unas extrañas zapatillas, «five fingers», que es casi como ir descalzo, el entreno de los africanos, dominadores clásicos del fondo.
Más que en la San Silvestre, se percibía un aire de concentración , pocos disfraces y un tipo con una camiseta del Betis, que siempre da color: a los Sanfermines y a las carreras populares. Mientras la boca de Metro vomitaba corredores en manga corta, atronaban los altavoces y el gentío iba dando muestra de su personalidad: de su personalidad corredora.
Mario, Mariagela y Michele, italianos de la parte de Bérgamo, confesaban que era «su primera vez en Madrid», con esa sonrisa de quién está a minutos de un «reto de autosuperación»: los 21 kilómetros. Algo, la autosuperación, que también movía a Joaquín García, antiguo futbolista sevillano al que una lesión dejó en silla de ruedas . Y con la «silla adaptada», la «silla de atletismo», estaba dispuesto a recorrer en muy buen tiempo la prueba reina.
«Aunque las cuestas de Madrid son matadoras», y lo dice quién ya ha probado los laureles de la victoria. Joaquín bromeaba con su esposa Esperanza, que llevaba la susodicha dicha tatuada en el brazo. Y la silla de la voluntad llevaba serigrafiada esa misma palabra: Esperanza.
Freddy Ramírez, con bandera de Venezuela, traje de Venezuela y «ánimo de mejorar su marca y de que cambien las cosas en su país» se dejaba fotografiar con una sonrisa que era toda una declaración de intenciones. En los urinarios azules, la gente se cambiaba la ropa de calle por la ropa de faena, un joven venía de un after y bailaba y se sacaba 'selfies' con un botellín en la mano. Dieron las nueve y salieron los corredores del medio y el maratón entero. Entonces Madrid, con sus cuestas, su luz y su clima se acercó un poco más al sueño olímpico.
Entre el tintineo de las medallas, los etíopes han dominado la prueba reina. Abdela Godana con sus 2h10:14 y Kasu Bitewy los nada desdeñables 2h29:06. Los héroes africanos, veloces, aguardan aún el control antidopaje. Alguien grita «cambio medalla por plátanos».
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