LAPISABIEN
Coplas a la muerte de Mariñas
Recordamos mucho cuando se van los vagamente conocidos del oficio; con el 'Tómbola' en una adolescencia ya casi perdida en los recovecos del pasado
Se ha ido Jesús Mariñas y con él toda una época. Era, Mariñas, alguien que estaba siempre ahí, en el grito, en las gafas, en la exclusiva y en el último 'chafardeo' de aquellas folclóricas «fin de época» que fueron la sal de ... España. Recordamos mucho cuando se van los vagamente conocidos del oficio y se me viene a las mientes el 'Tómbola' en una adolescencia ya casi perdida en los recovecos del pasado. Y lo que pasa y duele es el tiempo.
Siempre que se va alguien que estaba en el televisor, en 'mute' o con el volumen normal, nos acechan estas nostalgias anticipadas. No las nostalgias de Valle-Inclán de lo no vivido; pero sí de lo vivido con poco colmillo y el alma a pleno crecer.
Mariñas fue una época y un Madrid y una Valencia. Quiero imaginármelo en el Corral de la Morería, el día de un premio que le daban a mi padrino el de Cuenca, en el que algo se celebraba como hay que celebrar la vida, como un bautizo calé. No cabía un alfiler, parecía la boda de Lolita en Marbella y, por estar, estaba hasta la propia Lolita . Lo saludé yo, desconocido, en un corrillo que mantenía con Cristina Cifuentes y hablaban sobre Pedro Sánchez . Dije algo con retranca y se ve que o no me oyeron o no me escucharon. Lo de «si me queréis irse» de Lola Flores , pero con miradas matadoras.
Un país no es sólo su Cultura seria, sesuda, la que también tiene sus cosas. Cultura, además, son las camisas hawaianas y un señor que se colocaba como nadie las gafas de sol; como si fuera a pararse el mundo en ese espectáculo, el del 'cuché' más cachondo, con el que fuimos madurando y degenerando hacia lo que ha venido ahora. El contradiós de que el político sea carne de corazón y paparazzi, y el votante, tres cuartos de lo mismo.
La muerte de Jesús Mariñas, no por anunciada, deja Madrid más triste y más gris, como en la canción del Aznavour que hoy, pese al sol, suena en no sé qué 'ritornello'. Vaya desde aquí un homenaje sencillo a una televisión que se sabía de entretenimiento y no se metía ni en metafísicas ni en politiqueos a sueldo de Moncloa. Eran otros tiempos, evidentemente. Cuando Cela tenía su puño de acero, Marbella era la 'nuit' y nosotros, aprendices de algo y una sarta de pequeños impertinentes.
He dicho.
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