El éxodo al mundo rural persiste en Madrid pese a la vuelta a la normalidad
Mayores que han establecido su residencia en los pueblos y personas que teletrabajan incrementan el censo
Los residuos en la Mancomunidad Valle Norte crecen un 20% por el aumento de las casas habitadas
Cuando el coronavirus invadió todos los recovecos de la Comunidad de Madrid y la sumió en silencio, en marzo del año pasado, más de cuatro millones de personas –habitantes que suman las grandes urbes– pasaron el confinamiento en pisos sin terraza, pequeños chalés ... y, los más afortunados, viviendas con jardín. Muchos dijeron «basta» y descubrieron, a solo sesenta kilómetros de la Puerta del Sol , el «paraíso» y la naturaleza a la que nunca se le había dado su valor. Año y medio después, el éxodo de lo urbano a lo rural persiste a pesar del descenso en el número de contagios, la vuelta al trabajo presencial y a los colegios. Los municipios, sobre todo de la Sierra Norte , contemplan cómo sus censos se han disparado y las viviendas, durante años vacías o segundas residencias, despiertan el interés de decenas de posibles compradores en cuanto cuelgan el cartel de «se vende».
«La tendencia se mantiene en cifras similares al 2020 , con el auge de empadronamientos , aunque hay en ciertos municipios que los censos se han incrementado este 2021», cuenta Daniel Caparrós, coordinador del Grupo de Acción Local de la Sierra Norte (Galsinma), que cita como ejemplos Venturada (de 2.241 vecinos a 2.450), Robregordo (de 58 a 66) o Madarcos (de 47 a 58).
«Desde el principio, el perfil que se quedó en estos pueblos es gente mayor que tenía en la Sierra Norte su segunda residencia y ahora la utiliza como primera. Pero ahora también notamos que muchos de los nuevos vecinos son personas que se acogen al teletrabajo , y algunos autónomos», explica. Con incertidumbre, miraban el fin de las vacaciones y la vuelta de los padres a las oficinas y de los niños a las aulas, pero el presente les ha sorprendido. «Si una de las partes del núcleo familiar tiene que trabajar presencialmente, aprovecha para llevar a los niños al colegios , los recoge tras la jornada y luego vuelve a la Sierra. Son, normalmente, matrimonios jóvenes con pequeños en edad escolar que antes nunca se quedaban a vivir durante todo el año porque el curso educativo mandaba», destaca Caparrós, aunque añade que septiembre siempre ha sido «un buen mes» para las 42 localidades de la Sierra Norte, cuya población suele disminuir en octubre.
Digitalización
Para mantenerla, los pueblos se han actualizado, digitalizado y adaptado a las nuevas tecnologías. Este año, la fibra óptica ha llegado a 78 municipios con menos de 2.500 habitantes, donde se ha hecho la fase de instalación y despliegue de la conexión de Internet. La medida promete ser un punto de inflexión para frenar el aislamiento y evitar la despoblación . Este factor es uno de los que destaca Ramón Pradera en su página web. Periodista de profesión, creó en plena pandemia ‘Vente a vivir a un pueblo’, una iniciativa que muestra los rincones menos conocidos del país, ofrece una bolsa de viviendas, de trabajo y de locales que se traspasan . «En Madrid, ahora mismo tenemos ofertas en Alpedrete, Los Molinos y Cadalso de los Vidrios. Pronto entrarán más pueblos que quieren darse a conocer en la plataforma y estamos en negociaciones con la Comunidad de Madrid para aumentar nuestra presencia en la región», asegura el director.
«La tendencia del éxodo a los pueblos no solo se mantiene, sino que incluso las provincias limítrofes con Madrid están notando el auge, como la zona de Valle del Tiétar, en Ávila, o Sepúlveda y Cantalejo, en Segovia. Son poblaciones desconocidas por los urbanitas que se han dado cuenta de que llegan a Madrid en una hora, una distancia asumible pero que hace que su calidad de vida cambie», explica Pradera, que cuando inauguró la web contaba con solo 20 pueblos y ahora ascienden ya a los 120: «En Madrid, hay urbanizaciones como Cotos de Monterrey que siempre habían tenido disponibilidad de viviendas y ahora no hay nada. Aunque han subido los precios, los alquileres o las ventas no se asemejan a las de la capital».
Lo que hacen en ‘Vente a vivir a un pueblo’ es explicar que trasladarse a estos enclaves «está lleno de ventajas» . «Toda la comunicación que había llegado de los pueblos a las ciudades estaba vinculada al turismo . Enseñamos a los urbanitas que hay centros de salud, colegios, conexión en transportes, Internet...», continúa, viendo que los registros en la plataforma no cesan, llegando a los 180.000.
Datos de otra índole son los que maneja la Mancomunidad Valle Norte . Estudian a través de los residuos que se generan cuántas casas están habitadas. «Es uno de los mejores indicadores para saber cuánta gente hay. Durante la pandemia, los residuos se han incrementado entre un 15 y un 20%, aunque hemos notado cierto descenso en agosto y los primeros días de septiembre, pero la cantidad sigue siendo más alta que años anteriores», dice su presidente, Ángel Martínez. Recogen, a través de 45 empleados, los desechos de 37.000 personas y notan cómo, poco a poco y en este caso gracias al Covid, la vida vuelve a unas calles otrora poco transitadas.
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