Historias Capitales
La estatua del caballo alado que no cabía por los túneles y terminó en un almacén
El grupo escultórico sufrió cambios de ubicación continuos por su excesivo peso, y terminó disgregado por la ciudad

Esta es la historia de un monumento con muy mala suerte. Se trata del grupo escultórico La Gloria y los Pegasos , una impactante Victoria acompañada por unos impresionantes caballos alados, a los que les ha pasado de todo: cambio de ubicación, de material, amputación ... de partes porque no cabían por los túneles , reinstalación, divorcio y arrinconamiento durante años en un almacén municipal.
Primero fueron construidos en mármol de Carrara e izados al ático de la fachada del entonces Ministerio de Fomento, situado frente a la estación de Atocha. Y luego tuvieron que sustituirse por réplicas en bronce porque el peso excesivo -más de 50 toneladas- hacía peligrar el conjunto. Los Pegasos acabaron, sin Gloria -alegórica y literalmente- en la plaza madrileña de Legazpi, pero ni así acabó el trajín que rodea a este grupo: llevan años separados, y uno asoma tras la tapia de un almacén.
Un accidente tras otro jalonan la vida de este conjunto escultórico. Lo que nació como una alegoría del progreso, ha llevado una vida más bien marcada por continuos retrocesos. Fue encargado en 1905 a Agustín Querol , que decidió construirlo con mármol de Carrara. Hasta allí hizo llegar los moldes de las esculturas, para que marmolistas italianos realizaran la ejecución final. El conjunto volvió a entrar en España vía Alicante, y desde allí en tren a Madrid. Pero las alas de los pegasos no cabían por los túneles,lo que dio lugar a más de un problema en ese viaje.

Ya en la capital, fueron elevadas a la parte superior del edificio del ministerio, aunque para ello hubo que construir un andamio especial porque ninguna grúa soportaba tamaño peso . Allí permanecieron las estatuas durante décadas, pero el mármol resultó afectado por el mal de la piedra, y su deterioro provocó incluso la caída al suelo de algún fragmento de gran tamaño.
Ante el peligro que suponía, se decidió desmontarla y sustituirla por una réplica en bronce, que es la que ahora se puede ver en el inmueble. Los originales de mármol, muy deteriorados, fueron trasladados a un almacén en la Casa de Campo, y restaurados años después por los alumnos de la cantera municipal.
La estatua central (la Gloria) fue instalada en la glorieta de Cádiz, donde luce palmito desde entonces. Los caballos se enviaron en 1997 a la plaza de Legazpi, y como seguían pesando muchísimo, hubo que buscar la madre de todas las grúas para poder colocarlos allí.
Años después, ante los planes de reforma y construcción de nuevas infraestructuras en la plaza -los túneles de la M-30 pasan justo por debajo-, el excesivo peso aconsejó retirar uno de los pegasos, separando ambas figuras. La que se quedó, lo hizo forrada con plásticos, vendada como una momia para su protección, y así estuvo también una buena temporada. Allí sigue ahora, sin vendas, sola en su grandiosidad en medio de la plaza.
Su hermano equino fue trasladado a un almacén de la calle Áncora, donde continúa esperando que alguien decida recuperarlo. Son tales sus dimensiones que la estatua es perfectamente visible desde la calle; es más, parece estar oteando el horizonte, en busca de mejor destino. De momento al menos, en el Ayuntamiento de Madrid explican que no tienen planeado reubicar el monumento, ni volver a emparejar a los dos pegasos.
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