Un edificio del siglo XXI para Gran Vía

«Ha sido uno de los desafíos más complejos que he tenido en mi carrera. Me he sentido como si tuviera que haber añadido los trozos que le faltan a la Venus de Milo». Rafael de La-Hoz es el arquitecto responsable de Gran Vía, 48. Un proyecto que ha supuesto todo un reto. Es la primera vez en muchos, muchos, muchos años que se construye un nuevo edificio en esta mítica avenida. Es el primer inmueble moderno de la Gran Vía. Un extraño en un conjunto arquitectónico que comenzó a construirse en 1910, se remató a finales de 1932, y que el próximo mes de abril cumplirá cien años.
Está previsto que el nuevo bloque pueda inaugurarse a principios de 2011. Será la primera joya de la Gran Vía del siglo XXI. Su fachada no deja lugar a dudas. El predominio de la piedra, la madera, el vidrio y el acero anuncia la presencia de un inmueble diferente. Sus formas cúbicas lo corroboran. Todo lo contrario que el resto, donde prima el ladrillo y lo clásico.
El edificio, propiedad de la constructora gallega Valmarcasa, albergará 149 viviendas. No se descarta, sin embargo, que debido a la situación del mercado inmobiliario transforme su uso residencial en hotelero. El proyecto arquitectónico recoge pisos de uno a tres dormitorios. Los de dos y tres habitaciones darán a la fachada de la Gran Vía. Los de uno, a la parte trasera.
El bloque tendrá trece plantas (planta baja más doce) y una altura de fachada de 44 metros. En el séptimo piso se ha proyectado una piscina cubierta y un gimnasio. Las dos últimas plantas serán dúplex, donde se podrá disfrutar de unas vistas embriagadoras. «Este edificio -comenta Rafael de La-Hoz- será un poco más alto que el resto, por lo que tendrá unas vistas espectaculares al Palacio de Oriente y a los jardines del Campo del Moro».
Usos comerciales
La planta baja y el primer sótano se destinarán a uso comercial. Además, dispondrá de otras siete plantas bajo tierra que albergarán un aparcamiento robotizado con un total de 267 plazas. Los inquilinos sólo deberán introducir el vehículo en una recepción automática, que será la que recoja el coche para ubicarlo en alguna de las cabinas disponibles.
La obra del nuevo edificio de Gran Vía, 48 ya ha comenzado bajo tierra. Es compleja porque, como relata el arquitecto, «hay que cohesionar los edificios colindantes». Las viviendas serán dignas del espíritu de modernidad que se respirará en su interior. Todas ellas estarán dotadas con la última tecnología. La domótica primará por encima de todo. Todo un contraste para el entorno en el que se levanta y que está a punto de soplar las velas de su primer centenario. «Los futuros propietarios -dice el arquitecto- podrán controlar su casa desde un teléfono».
El nuevo edificio que proyecta Rafael de La-Hoz se levanta en el solar que ocupaba hasta hace un par de años la sede del Banco Atlántico. Vecino del Palacio de la Prensa y casi enfrente de Callao, era el único inmueble de la zona que había apostado por una fachada de vidrio.
Tras su derribo, el gran reto del arquitecto era conseguir que el nuevo proyecto tuviera «uniformidad» con el entorno. No hay que olvidar que la Gran Vía se ejecutó en un corto espacio de tiempo por lo que todos sus edificios presentan una homogeneidad compositiva. Ahí es donde ha radicado la mayor dificultad de su trabajo. «Cuando ha desaparecido un Miguel Ángel -comenta- no lo puedes imitar».
De ahí que tenga muy claro el objetivo: «Proyectar algo que pertenezca a su tiempo y que sea respetuoso con la unidad estilística de la Gran Vía y con los edificios que estuvieron antes en su lugar».
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