evidentemente, sí
Puigdemont también quiere poder en el Ibex, y Murtra lo sabe
Junts necesita influencia real y ha fijado el foco en la gran empresa en Madrid: quiere dos consejeros en Telefónica. Es la nueva sociovergencia que se está fraguando en la capital de España

En Waterloo insisten: no va a haber Presupuestos. Pero en La Moncloa tienen la virtud de la perseverancia. La petición de que Pedro Sánchez valore someterse a una moción de confianza ha sido admitida y Junts tiene lo que quiere: situar la inmigración en ... el centro del debate político para que la opinión pública catalana no tenga más remedio que reconocer que ellos son los que más se preocupan por este asunto y los que de verdad tienen influencia sobre La Moncloa. Es el antídoto contra el crecimiento inusitado de Aliança Catalana, una amenaza electoral que Puigdemont quiere cercenar cuanto antes.
¿Pero es eso todo lo que Junts quiere del Gobierno antes, siquiera, de empezar a hablar de Presupuestos? La respuesta es no. Hay mucho más, y la situación de Telefónica tras la abrupta sustitución de José María Álvarez-Pallete tiene algo que ver. En Junts tienen un problema serio: sin la Generalitat, sin la Diputación de Barcelona y sin el Ayuntamiento de la segunda ciudad de España, ¿dónde colocan a su gente?
En ámbitos empresariales se apuntó a que el desencadenante del final de Álvarez-Pallete como presidente de Telefónica estuvo en los movimientos para la salida de Javier de Paz, aunque también en un hecho que le ha erosionado interna y externamente: ¿estaba al tanto o no de la entrada de los saudíes de STC en Telefónica? El Gobierno siempre pensó que no la podía desconocer, pero que si de verdad era así es que no estaba haciendo bien su trabajo. Además fue un movimiento que se realizó justo antes de las elecciones generales, cuando todo el mundo daba por supuesto que Sánchez no seguiría en Moncloa, mayor motivo para que el Ejecutivo desconfiara de que los saudíes no llegaron solos. Pero tras los comicios autonómicos y municipales del 28 de mayo, el presidente del Gobierno adelantó las elecciones y, para sorpresa de todos, cayó en manos de Carles Puigdemont y sus siete votos en el Congreso.
La destitución de Pallete tiene muchas lecturas, en el fondo, en la forma y en los tiempos. Tomada la decisión, el presidente de Telefónica es llamado a La Moncloa un sábado por la mañana. Dos días después empieza la cumbre de Davos. Su entorno asegura que acudió pensando en que se hablaría de esa gran cumbre empresarial, pero no. Para empezar no lo recibió el presidente Sánchez, sino el subalterno económico Manuel de la Rocha, un gesto cargado de significado. El mensaje fue claro y era para él y para todo el Ibex en vísperas de Davos. Aquí mando yo, trasladó implícitamente el presidente del Gobierno a toda la gran empresa.
En el nombramiento del sustituto tiene mucho que ver Cataluña porque el otro gran accionista es La Caixa y Marc Murtra no solo es catalán, sino que, a pesar de las polémicas, se ha movido bien al frente de Indra y tiene buena relación con el Gobierno. Y, más importante: es miembro del patronato de la Fundación La Caixa y conoce bien a Isidro Fainé. Es decir: reúne el apoyo del Gobierno y de La Caixa, además de contar con un talante conciliador y estar vinculado al PSC que sigue creciendo en poder y en influencia. Salvador Illa ha iniciado una frenética campaña de divulgación de un plan de financiación autonómica que trata de revertir la fallida cesión a ERC para que Cataluña tenga un sistema «singular». Illa sabe que no es un reto fácil, pero ya está inmerso en esa carrera que le llevará a visitar todas las comunidades autónomas. Especial interés tiene el momento en que se vea con el presidente andaluz, Juanma Moreno, por dos motivos: el primero es que Andalucía suele ser el contrapeso (por historia y por población) de los delirios del nacionalismo catalán; el segundo porque no le va a ser fácil despojarse de la sombra de María Jesús Montero, que en el comienzo de este curso político se abrasó tratando de explicar la nueva financiación. Y una pregunta: ¿se reunirá Illa con Isabel Díaz Ayuso, que no para de ponerle capotes al presidente catalán para que entre al cara a cara?
Y aquí es donde entra de nuevo Junts, que tras la admisión a trámite de la PNL para la moción de confianza ha recuperado la fe (y la influencia) en el PSOE y quiere poder. En el entorno de Puigdemont se comenta que quiere dos consejeros en Telefónica y en Barcelona gana fuerza la idea de que Murtra podría estar pensando en un viejo amigo que se sitúa en el segundo círculo de poder de Junts. El primero lo forman básicamente el abogado Gonzalo Boye (estrategia judicial), la portavoz en el Congreso, Míriam Nogueras (parlamentaria) y el secretario general del partido, Jordi Turull (orgánica). Porque a Puigdemont ya no le vale con promesas y anuncios. Quiere poder y. a falta de llegar a las instituciones, ése hoy está en el ámbito empresarial y, muy en particular, en el Ibex-35. También en la empresa pública, como Radio Televisión Española (RTVE), donde el líder prófugo también ha colocado a uno de sus peones, Miquel Calçada, un periodista catalán que ha hecho su carrera en TV3 y que ha buscado la polémica desde su llegada. Y cómo no, el impulso al centro territorial (y de producción) de Sant Cugat. También ERC ha colocado a uno de los suyos en el consejo del ente público, el periodista Sergi Sol, muy cercano a Oriol Junqueras.
Es en esta toma de poder de Cataluña en Madrid donde adquiere su máximo sentido la oposición firme de Junts al impuesto a las eléctricas. Puigdemont está haciendo valer sus siete votos en el Parlamento, lo que en este asunto es muy apreciado por la gran empresa, siempre sensible a las cuestiones fiscales. En la sombra juega un papel esencial el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez-Llibre. La pregunta es si en todo este movimiento el PP está jugando bien sus cartas o si, como todo parece indicar, asiste al salto (o asalto) del poder catalán a Madrid como un mero espectador. Así se está forjando la nueva sociovergencia en los centros de poder de España. En la España de Sánchez y Puigdemont.
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